27 de julio de 2016

La inequidad pone en peligro a millones de niños y amenaza el futuro del mundo *

Anthony Lake

Si echamos un vistazo al mundo de hoy, tenemos que enfrentarnos a una verdad incómoda pero innegable: las vidas de millones de niños están malogradas por el solo hecho de haber nacido en un país, en una comunidad, con un género o en determinadas circunstancias.

Y, como muestran los datos que aparecen en este informe, a menos que aceleramos el ritmo para llegar a ellos, el futuro de millones de niños desfavorecidos y vulnerables –y, por tanto, el futuro de sus sociedades– se encuentra en peligro.

Incluso antes de venir al mundo, la inequidad configura a menudo las posibilidades vitales de los niños pobres y excluidos. Las desventajas y la discriminación contra sus comunidades y sus familias contribuirán a determinar si sobreviven o mueren, o si tienen una posibilidad de aprender y ganar más tarde un salario decente. Los conflictos, las crisis y los desastres relacionados con el clima profundizan sus privaciones y reducen su potencial.

Pero esto no tiene por qué ser así. Como también se ilustra en este informe, el mundo ha logrado enormes progresos para reducir la mortalidad infantil, para enviar a los niños y niñas a la escuela y sacar a millones de la pobreza. Muchas de las intervenciones que respaldan estos progresos –como las vacunas, las sales de rehidratación oral y una mejor nutrición– han resultado prácticas y eficaces con respecto a su costo. El incremento de la tecnología digital y móvil, y otras innovaciones, han facilitado y hecho más rentable la tarea de prestar servicios fundamentales en comunidades de difícil acceso, y de ampliar las oportunidades para los niños y las familias que se encuentran en una mayor situación de riesgo.

En gran parte, los obstáculos para llegar a estos niños no son de naturaleza técnica. Son una cuestión vinculada con el compromiso político. Son una cuestión de recursos. Y también son una cuestión de voluntad colectiva –unir las fuerzas para abordar de frente la inequidad y la desigualdad concentrando una mayor inversión y esfuerzo en la labor de llegar a los niños que han quedado atrás.

La hora de actuar es ahora mismo. Porque si no aceleramos nuestros progresos, para 2030:

  • Casi 70 millones de niños y niñas podrían morir antes de cumplir cinco años, 3,6 millones solamente en 2030, el plazo para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenibles. 
  • Los niños de África subsahariana tendrán 12 veces más posibilidades de morir antes de cumplir cinco años que los niños de los países de altos ingresos.
  • Nueve de cada 10 niños que vivan en una pobreza extrema lo harán en África subsahariana.
  • Más de 60 millones de niños en edad de asistir a la escuela primaria estarán sin escolarizar, prácticamente el mismo número de los que no van a la escuela hoy en día. Más de la mitad vivirán en África subsahariana.
  • Unos 750 millones de mujeres habrán contraído matrimonio siendo niñas aún.
Estas grandes inequidades y peligros son algo más que una violación de los derechos y una amenaza para el futuro de todos y cada uno de los niños. Perpetúan los ciclos intergeneracionales de desventaja y desigualdad que menoscaban la estabilidad de las sociedades e incluso la seguridad de los países en todas partes.

Más que nunca, debemos reconocer que el desarrollo es solamente sostenible si lo pueden llevar a cabo –sostenerlo– las generaciones futuras. Tenemos la oportunidad de sustituir los ciclos viciosos con ciclos virtuosos por los cuales los niños pobres de hoy en día –si se les ofrece la posibilidad de disfrutar de la salud, la educación y la protección contra el peligro– podrán, cuando sean adultos, competir en un mayor plano de igualdad con los niños que proceden de entornos más prósperos. Esto no solamente llevará a que sus propias vidas sean mejores, sino también a que sus sociedades sean más ricas en todos los sentidos de la palabra. 

Porque cuando ayudamos a un niño a tener acceso a los medicamentos y la nutrición que necesita para crecer sano y fuerte, no solamente aumentamos sus posibilidades en la vida, también reducimos los costos económicos y sociales relacionados con la mala salud y la baja productividad.

Cuando educamos a una niña, no solamente le proporcionamos las herramientas y el conocimiento para tomar sus propias decisiones y configurar su propio futuro, también contribuimos a aumentar el nivel de vida de su familia y de su comunidad.

Cuando proporcionamos educación, refugio y protección a los niños atrapados en los conflictos, contribuimos a restañar sus corazones y sus mentes, para que de este modo algún día tengan la capacidad y el deseo de contribuir a reconstruir sus países.

Este informe concluye con cinco modos de reforzar nuestra labor, aprovechando lo que hemos aprendido durante los últimos 25 años y lo que todavía estamos aprendiendo: aumentar la información sobre todos aquellos que han quedado rezagados. Integrar nuestros esfuerzos en varios sectores para abordar las privaciones múltiples que impiden el progreso de tantos niños. Innovar para acelerar los progresos e impulsar cambios en favor de los niños y las familias más excluidos. Invertir en la equidad y encontrar nuevos caminos para financiar los esfuerzos destinados a llegar a los niños y niñas más desfavorecidos. E incorporar a todo el mundo, comenzando por las propias comunidades, y continuando por las empresas, las organizaciones y los ciudadanos del mundo que crean que podemos cambiar los resultados en favor de millones de niños.

Podemos hacerlo. La inequidad no es inevitable. La inequidad es una elección. Promover la equidad –una oportunidad justa para todos y cada uno de los niños y niñas– es también una elección. Una elección que podemos tomar y que debemos tomar. En favor de su futuro, y del futuro de nuestro mundo.

Prefacio al informe "ESTADO MUNDIAL DE LA INFANCIA 2016" publicado por UNICEF

Anthony Lake. Director Ejecutivo, UNICEF

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