7 de marzo de 2017

La corrupción está en el ADN de la sociedad peruana

Oswaldo de Rivero

Nadie superó en corrupción en el siglo XX a Fujimori, quien ha sido el presidente más patrimonialista.

La característica cultural de la corrupción en el Perú es el ejercicio del “patrimonialismo,” que consiste en el manejo de los fondos públicos para enriquecer el patrimonio privado. Esto se remonta a los virreyes, quienes en colusión con los corregidores y los oidores, cometían abusos cobrando tributos a los indios y comerciantes criollos y fomentando el contrabando de bienes franceses y británicos. Desde esa época se comenzó a establecer en el ADN de la sociedad peruana la cultura del patrimonialismo.

Y esta cultura no cesó con la Independencia, San Martín y su ambicioso ministro Monteagudo contrataron en Londres, a través de James Paroissien, un amigo británico de San Martín, el primer préstamo usurero en el extranjero por un 1 millón 200 libras esterlinas a un interés del 6%. Durante la presidencia de Bolívar se repitió este préstamo, además, Bolívar se hizo pagar un millón de pesos por el Congreso como recompensa de su campaña libertadora. También recibieron “recompensas” Sucre, O’Higgins, Riva Agüero y Echenique.

Luego vino la corrupción patrimonialista de la guerra civil entre militares que gobernaron el Perú entre 1828 y 1840. En ese periodo, fue notable la corrupción de Gamarra y de Salaverry que imponían impuestos para ellos a punta de bayoneta. Posteriormente, Castilla al abolir la esclavitud, favoreció a muchos amigos pagándoles una enorme compensación por la manumisión de los esclavos. Luego vino el hípercorrupto gobierno de Echenique donde él y sus amigos hicieron fortuna con la consolidación de la deuda interna del Perú.

En la década 1860-1870 la corrupción llegó a su paroxismo con el otorgamiento, bajo coimas, del monopolio del comercio del guano a consignatarios extranjeros a través del corrupto contrato Dreyfus, promovido por Piérola. Y a fines del siglo XIX, el Perú vivió otro gran escándalo de corrupción con el contrato Grace, donde según Basadre, quien también sostiene que la corrupción es cultural, “corrió dinero.”

En los primeros 30 años del siglo XX, la corrupción dentro del régimen de Leguía fue notoria. En los años cincuenta la corrupción siguió indetenible con Odría. Luego vino Prado un gobierno patrimonialista en favor de la oligarquía peruana. Pero nadie superó en corrupción en el siglo XX a Fujimori, quien ha sido el presidente más patrimonialista. Su fortuna la logró malbaratando la venta de los bienes públicos y también con el contrabando de armas para la FARC. Y ahora en el siglo XXI, nuestra cultura de corrupción está batiendo un record mundial, con tres expresidentes altamente sospechosos de corrupción.

Tan cultural es la corrupción en el Perú, que está casi legitimada bajos tres lemas peruanos, únicos en el mundo, como son: “roba pero hace obra,” “la plata viene sola, “hecha la ley hecha la trampa.” Y así una gran mayoría de los peruanos viven trampeando y circunvalando la ley hasta un punto que no distinguen entre el patrimonio privado y el público, menos aun cuando detentan el poder.

No va a ser nada fácil extirpar del ADN cultural del Perú el corrupto “gen patrimonialista”, pero por lo menos hay que hacer que la corrupción sea difícil, adoptando medidas como las siguientes:

1-Los presidentes, vicepresidentes, ministro, viceministros, congresistas y jueces no podrán ejercer durante sus funciones ninguna actividad económica.

2-Todos los activos en el Perú y en el extranjero de dichos funcionarios deberán ponerse bajo el cuidado o tutela de un Órgano de Vigilancia Patrimonial creado por la Contraloría hasta el fin de su mandato o función

3- Sus cuentas bancarias no tendrá secreto, pasarían cada mes bajo el examen de este Órgano de Vigilancia Patrimonial para ver si hay excesos patrimoniales.

4- Tener como texto de lectura en colegios y universidades la “Historia de la Corrupción en el Perú” de Alfonso Quiroz.

5.- Crear el Museo de la Corrupción, donde se exhiban los escándalos de corrupción pasados y presentes con las imágenes de los corruptos y donde se celebren seminarios y ceremonias anticorrupción.

De este Museo, que es importante para desculturizar la corrupción en la sociedad peruana, me ocuparé en un próximo artículo.

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