22 de mayo de 2017

Fujimori a cárcel común

Claudia Cisneros

Veinticinco años para quien destruyó la legalidad y moralidad de un país, para quien asesinó, dejó asesinar, mandó asesinar a peruanos, mujeres y niños, no es una larga condena. Con el agravante de que esa persona era a quien se le confiaron los destinos y decisiones más importantes del país, y debía proteger a los peruanos y no mandarlos a masacrar, masacrando el Estado de Derecho y los procedimientos legales que lo constituyen en una democracia. Veinticinco años en un departamento de lujo con comodidades que, ya quisiera el peruano promedio tener para sí y su familia, es una puñalada al principio de igualdad ante la ley. No me vengan con que merece beneficios por ser presidente. El dictador Videla murió en una prisión común como corresponde a cualquiera que delinque, sea paje o rey. ¿O acaso son palabras vacías que la justicia debe ser igual para todos? Porque en ese precepto se basa toda la concepción de justicia que tenemos. ¿Por qué se rompe con quien habiendo tenido el cargo de mayor responsabilidad del aparato público, defraudó, traicionó, robó, mató? No me vengan con que hay que tener deferencia con quien tuvo poder, cuando es todo lo contrario: porque mal usó ese poder delegado es que merece mayor sanción.

Los hijos de Fujimori tendrán todo el derecho a pedir su liberación por ser hijos. Pero no pueden sustraerse del hecho de ser políticos, y de que actualmente tienen una fuerza partidaria que vienen usando, obstruyendo la gobernabilidad. Por tanto, el juicio que sobre ellos se hace es político porque ellos usan su activo político para sus fines privados. Con un hábeas corpus ¿pretenden hacer como que los muertos no murieron, que lo robado no existió, que las ilegalidades y latrocionios de su padre nunca se dieron? No se pasen, pues. Una cosa es ser hija y pretender buscar que tu padre, por ladrón y asesino que sea, no termine sus días en prisión, y otra usar la política disfrazando de “operación rescate” su liberación como si fuera una victima, cuando es el victimario.

Tras el descarte de la ley Vieira, ahora, siguiendo con el típico libreto fujimorista de mentir al público, el proyecto que busca mutilar el tipo penal de “secuestro agravado” en favor de Fujimori, presentado otra vez (oh casualidad) por alguien que no es de la bancada. ¡Basta ya, fujimoristas y todos los que no tienen el mínimo aprecio por el Perú! No importa el apellido: si Humala, García y Toledo son sentenciados: ¡a la cárcel común! Nada de privilegios para quienes usaron la presidencia para hacerse de privilegios. Fujimori cometió muchos más delitos que aquellos por los que ha sido condenado, y eso lo saben. Deberían darse por bien servidos de que no se le haya procesado por más. ¡Esta familia cree que sus dilemas privados son asuntos públicos, que su padre merece una prisión de lujo, que la ley no es para ellos! Keiko y sus hermanos investigados por lavado de activos, y su esposo y su asesor deciden no ir a declarar a la Fiscalía; Kenji pasa piola en caso cocaína en sus almacenes; y Alberto, pese a que en juicio aceptó su culpa, aún se sigue declarando inocente, despreciando a la justicia, como quien cree estar por encima de ella. Jamás pidió perdón a las víctimas ni al Perú que decía querer. ¿Eso es alguien arrepentido? ¿Eso es alguien que merece perdón si ni siquiera lo pide? ¿Eso es alguien que respeta la justicia, el derecho, el castigo como medio de desincentivar delitos? ¿Alguien que tuitea, sale a la clínica cuando quiere, tiene cocina, comedor, hortalizas por prisión y encima se queja? No me vengan. Fujimori, en esas circunstancias: sin enfermedad terminal, sin arrepentimiento ni pedido de perdón, sin pagar su indemnización, no merece perdón. Ya mucho engreimiento con un bribón. Merece una cárcel común, basta de privilegios. Basta de chantajes. Su condena dignifica al Perú.

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