11 de julio de 2017

Perú: El indulto no salvará a PPK

Pedro Salinas

“¿Podría decirle a su jefe que no lo indulte?”, le dijo un amigo a uno de los agentes que resguardaban la vivienda del presidente Pedro Pablo Kuczynski, en la calle Choquehuanca, en San Isidro, hace unos días, cuando pasábamos caminando por ahí. El vigilante sonrió. Y es que el tema está en boca de todo el mundo, no es ajeno a nadie, y se ha instalado como un recurrente tópico de conversación debido a que el gobierno no ha querido zanjar la cosa de forma taxativa.

Pero ya saben. Así funciona PPK. “¿Va a indultar a Fujimori?”. “Bueno, mire, el asunto no está en la agenda, pero el tiempo de hacerlo puede ser ahora”, o algo así, es lo que ha venido respondiendo hasta el momento. La ambigüedad como bandera, o sea. No solo en este caso, por cierto. Lo estamos viendo en este preciso instante para efectos de la designación del nuevo Contralor. “¿Van a elegir a Rafael Rey?”, le preguntan al premier de PPK. “Bueno, mire, hay rumores de varios nombres, pero mejor esperemos el anuncio oficial”. Y patatín y patatán.

El politólogo Alberto Vergara, quien escribió un articulazo en el New York Times a propósito de todo esto, cree que el indulto no va a proceder. Bueno. Me temo que, en ese punto específico, ahí sí podría equivocarse. Porque estamos ante un mandatario que suele tomar decisiones en momentos de debilidad, al cual, adicionalmente, le falta aplomo a la hora de librar duras batallas.

No ha cumplido todavía su primer año, y ya perdió cuatro ministros. Tres de ellos, claves. Y no supo pelear por ninguno. El fujimorismo congresal, que hoy por hoy es un poder fáctico, cuasi omnímodo, con un apetito voraz por desayunarse y almorzarse autoridades e instituciones que no estén alineadas al partido naranja, no lo deja en paz. No lo deja gobernar. Y se dedica a echar piedras en el camino para hacerle la vida imposible. Las operaciones de desgaste son cotidianas. Y no cesan.

La situación se ha vuelto tan insoportable e insostenible que, en el fragor de la batahola de ataques y cabes y emboscadas y disparos cruzados, sintiéndose arrinconado contra las cuerdas, PPK está considerando el indulto a Alberto Fujimori como una “jugada maestra”. O una “solución política”. O qué sé yo. Perdiendo, de esta manera, la brújula. Porque cree que, así, los fujimoristas levantarán un banderín blanco en son de paz. ¿El pretexto? La reconciliación nacional.

Como si el indulto a Fujimori ofreciese eso. Reconciliación. Pues no. Pienso que el indulto a Fujimori traerá todo lo contrario. Crispamiento. Mucho ruido. Y el advenimiento de la vacancia presidencial.

Asimismo, como ha señalado Vergara en el NYT, “un indulto brindado sin norte o trascendencia política no generará las condiciones soñadas para gobernar. Keiko Fujimori y sus congresistas seguirán petardeándolo porque están convencidos de que les robaron la elección y eso no lo va a apaciguar ningún indulto”.

Y algo no menos importante: “Si PPK ha logrado mantener alguna popularidad durante su mandato, se debe al respaldo del sur del país, tradicionalmente antifujimorista. La liberación esfumará el único soporte popular con que cuenta y no recibirá ninguno a cambio. Además, perderá el apoyo del centro liberal de la esfera pública que lo secundó en la elección”, añade.

Opino lo mismo. El indulto no salvará a PPK. Al revés, lo terminará de hundir. Y hará que las posibilidades de culminar su mandato se conviertan en entelequias y en juegos de adivinanzas. Porque eso es lo que ocurrirá si procede el indulto. La inestabilidad del país llegará a situaciones límite. Y todo ello, en caso PPK decida traicionar a quienes votamos por él, precisamente para que “saque cuarta” de la opción autoritaria y antidemocrática. Porque eso fue lo que nos ofreció durante la campaña. “Terminar con la amenaza letal a la democracia”. Eso nos prometió.

Y muchos le creímos. Como ha recordado César Hildebrandt en su semanario H13: “El señor presidente de la república no fue elegido para que fuese un rehén de la mafia a la que se enfrentó. Fue elegido para combatirla, señalar distancias, diferenciarse y optar por una ruta que no se pareciese a la señalada desde la Diroes (…) elegimos a una fórmula presidencial para salvarnos de aquella que nos empujaba a una recaída en la infección autoritaria”.

No hay comentarios: