4 de enero de 2018

Yo por ti, tú por mí

Rodrigo Montoya Rojas

El indulto expreso puesto en marcha y firmado en menos de dos semanas, es un nuevo capítulo del fujimorismo como la peor historia de la corrupción y la vergüenza en el Perú. Esta vez, la complicidad de PPK y su oportunismo para salvar su gobierno nos devuelven al viejo capítulo de la vergüenza en la política peruana.

UNO. 
De lo que no se habla: la comedia teatral de AFF nos muestra a un paciente muy original que desde su cama en la unidad de cuidados intensivos, envía videos muy bien pensados e imágenes compartidas con Kenji, su hijito preferido, y la ausencia debida de Keiko, una de sus hijas, para marcar bien los terrenos de quién es quién a la hora de esta aparente victoria. Como peleles que autorizan shows, visitas, y tiran la ética médica por los suelos, aparecen los médicos jefes de la clínica donde se supone que el paciente AFF lucha con la muerte. Los medios no dicen una palabra sobre este hecho vergonzoso y no tienen ojos para ver la comedia teatral representada para ellos. Conviene recordar las muchas mentiras sobre los cánceres de AFF, denunciadas en varias columnas por la periodista Claudia Cisneros. Otra vez, las mismas mentiras de siempre.

DOS. 
En menos de dos semanas, PPK y sus ministros festinaron los trámites legales para el indulto, un compromiso adquirido y debidamente cumplido luego de haber salvado su gobierno, literalmente, por un pelo. El enfermo “al borde de la muerte”, hizo las llamadas pertinentes, debidamente probadas, para conseguir que 9 miembros de Fuerza Popular acompañen a Kenji en el acto decisivo de acabar con la última ilusión de Keiko: verse más cerca de la casa de Pizarro, con PPK tirado en el camino. Para los medios de comunicación, salvo poquísimas excepciones, se trató de un indulto legal y constitucional.

TRES. 
Decir que no hubo un canje para salvar a PPP por un indulto de AFF, es una mentira monumental, una burla a la inteligencia de peruanas y peruanos que nos damos cabal cuenta del gato por liebre que nos quieren ofrecer. Volvió una vez más el “me das, te doy”, para que la clase política reproduzca sus condiciones de existencia y cada quien trate de encontrar la elección o reelección que le conviene.

¿No es acaso a eso a lo que los políticos llaman democracia en este país lleno de fracturas y de heridas?

CUATRO. 
En su show mediático último, AFF ha pedido perdón por “defraudar a una parte de los peruanos”. El coro de oficial de los medios repite, “Ha pedido perdón, Qué maravilla”. Se trata de una afirmación hueca, pero llena de hipocresía pura y dura. Nunca AFF pidió perdón a las víctimas, sobrevivientes y familiares de las masacres ordenadas por él y cometidas por el grupo Colina y muchos oficiales y soldados de las Fuerzas Armadas, verdaderas estrellas del terrorismo de estado. Asesinar, torturar, violar en nombre del Estado para salvar la democracia no es defraudar; es cometer crímenes de lesa humanidad. Por eso y muchas razones más, AFF fue condenado por la Corte Suprema a 25 años de cárcel, los que sumados a otras penas por otros delitos suben a casi 40 años, pero lamentablemente no hay en la legislación peruana una acumulación de años de cárcel. Por lo mismo, menos o más, Montesinos está condenado a perpetuidad. El indulto disminuye el tiempo de condena pero deja intactos los crímenes cometidos. Si alguien espera que AFF pida de veras perdón, que siga esperando.

CINCO. 
Si el perdón significa reconciliación, se trata de otro deseo, que es un saludo a la bandera, y lo es más cuando se confunde con esas huecas promesas en tiempos de navidad, que al día siguiente pasan al olvido. La ausencia de Keiko en las fotos mediáticas de Kenji y su papi, es suficiente para imaginar que no hay nada de reconciliación en la familia Fujimori y, menos, en el país. Después de la ilusión de la unidad conseguida con la clasificación para el mundial de fútbol y los éxitos de la gastronomía peruana en el mundo, la realidad reaparece con toda su fuerza: a sacarse los ojos, porque estamos divididos desde siempre y no sabemos hasta cuándo. Buenas voluntades hay, sin duda, pero de ellas está llena el camino nuestro desde 1492 hasta ahora. Imagino que muchos creyentes esperan que la visita del papa, en tres semanas más, será muy importante para la reconciliación. Basta ver la contribución del arzobispo de Lima en la división entre peruanos, desde su fujimorismo sin fisuras, para saber que cuando el papa haya vuelto a su Estado Vaticano, volveremos a la división y confrontación de siempre.

SEIS. 
Tres días después de la derrota de Keiko en el Congreso, la victoria de Kuczynski quedó en el aire, como una hoja sola y suelta al viento.

SIETE. 
La inmediata reacción antes de la media noche del 24 de diciembre, protestando en las calles de Lima y muchas ciudades del país, contra un nuevo engaño de PPK, es la muestra de un estado de buena salud de la reserva de dignidad que tenemos aún el país. Hagamos que esa corriente crezca y se multiplique. Pasa por ahí el futuro próximo y mediato.

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