19 de septiembre de 2025

Perú: El precio de odiar al adversario

Patricia del Río

El asesinato de Kirk y la amenaza a Gorriti son parte de un sistema que debe parar

A Charlie Kirk, uno de los representantes más jóvenes e influyentes del trumpismo, lo mataron en Utah el miércoles 10 de setiembre. Estaba sentado frente a una multitud de jóvenes exponiendo sus ideas bastante conservadoras cuando una bala le atravesó la garganta. Miles de celulares grabaron el espantoso momento y las redes se inundaron con la imagen de un Kirk desangrándose lentamente en el escenario. Tenía 31 años, estaba casado y deja una viuda y dos hijas pequeñas huérfanas.

El asesinato ha conmocionado a Estados Unidos y al mundo, pero, lamentablemente, dista de ser un hecho aislado. Hace apenas unos meses, una legisladora demócrata de Minnesota y su esposo fueron ultimados por un hombre que decía vengarse de sus posturas sobre la vacuna contra el Covid-19. En Pensilvania, un atacante prendió fuego a la residencia del gobernador Josh Shapiro mientras él y su familia dormían. Dos empleados de la embajada de Israel en Washington fueron acribillados a tiros. La sede del Partido Republicano en Nuevo México y un concesionario de Tesla sufrieron atentados con bombas incendiarias. Y recordemos que en 2022 el esposo de la demócrata Nancy Pelosi fue atacado en su propia casa; o que el mismo Trump recibió un disparo en la oreja mientras hacía campaña el año pasado.

La conclusión es evidente: la crispación política en Estados Unidos ha alcanzado niveles alarmantes. Ya no basta con insultar en redes sociales o cancelar a quien piensa distinto; hoy, cualquier líder político se ha convertido en un blanco posible. Pero ¿cómo se llegó hasta aquí? No fue de la noche a la mañana. Desde la irrupción del trumpismo, un discurso agresivo y revanchista ha ido sustituyendo el debate democrático. Trump, Bolsonaro o Milei —cada uno a su estilo— han instalado la retórica de la amenaza: hablan de “exterminar”, “aniquilar”, “expulsar” al adversario, amedrentan a periodistas, desprecian a sus rivales y hasta celebran la destrucción como si fuera un espectáculo, empuñando sierras eléctricas frente a cámaras. El mismo Kirk tenía un estilo provocador y muy agresivo que desataba terribles persecuciones y acoso hacia sus adversarios. La izquierda, lejos de moderar el tono, responde con insultos y hasta con celebraciones del crimen, como las reacciones que hemos visto en redes tras la muerte del republicano. Así, lo que vemos todos los días es un discurso polarizante que se ha convertido en antesala del crimen político.

Y no pensemos que esto ocurre solo allá. En el Perú, Dina Boluarte inauguró su gobierno con más de 50 muertos en protestas que cuestionaban su legitimidad. A esa tragedia siguió una campaña oficial de desprestigio contra las víctimas, etiquetándolas de “terroristas”, y hoy el Congreso busca blindar con amnistías a quienes participaron de aquella represión. Paralelamente, vivimos un clima en el que cualquiera que critique al poder es tildado de “caviar” o “woke”, mientras periodistas que investigan son objeto de reglajes, acoso en redes y amenazas directas. La más brutal de estas la pronunció esta semana el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, cuando señaló  que ya era hora de que “se cargaran” a Gustavo Gorriti. Sin siquiera intentar suavizarlo o disimularlo, pidió que mataran al periodista de investigación que siempre ha fiscalizado su gestión.

Las palabras importan. Los gestos de los líderes marcan a la sociedad. Cuando desde arriba se normaliza el odio, se abre la puerta a la violencia física. Estados Unidos es la prueba de lo que ocurre cuando se cruza esa línea: asesinatos políticos, atentados y campañas electorales con sangre de por medio. Si en el Perú seguimos cultivando la lógica del enemigo y no del adversario, lo que nos espera no es un proceso democrático, sino unas elecciones teñidas de violencia.

El odio siempre engendra odio. Y la factura, como ya estamos viendo, la pagan las sociedades enteras.

https://jugo.pe/violencia-politica-polarizacion-jugo/

No hay comentarios:

Publicar un comentario