26 de marzo de 2008

Aula Precaria. Educación: rigor y firmeza

Luis Jaime Cisneros

El resultado de la última prueba rendida por los maestros es conmovedoramente triste. Y nos reafirma en la certeza de que ya no caben lamentos ni consideraciones. No hay nada que negociar, y menos que perdonar. Se impone una radical transformación de nuestra realidad educativa. Y me preocupa ahora el destino de las preguntas del Consejo Nacional de Educación. Y más que sus propuestas, la situación a la que está haciendo frente el Consejo. Como está por finalizar su mandato, se corre el riesgo (en educación cualquier cosa nefasta puede ocurrir) que lo supriman o que reemplacen a sus miembros por gente que está ávida de 'cargos' y de 'poder'. El problema es que, en lo concerniente al Consejo, no se trata de 'poder' sino de 'saber'.

En la mayoría de los países de América, un Consejo de Educación está encargado de la educación: ahí se estudia y se estructura todo lo relativo a la vida escolar: los maestros que no responden a las exigencias son separados, y son premiados los que destacan por su entrega a la tarea y por el buen resultado de sus estudiantes. No se le ha dado acá al Consejo de Educación el sitio que le correspondería. Se trata de una entidad que propone, sin esperanza muchas veces de que las propuestas sean estudiadas. Creo que es hora de que se comprenda que, en materia de educación, ya no hay nada que negociar con el Sutep ni con grupos magisteriales. Hay que hacer frente al problema y comprender que es con los ciudadanos (los verdaderos perjudicados) con quienes está comprometido el gobierno en lo relacionado con la educación. Rigor y firmeza para el docente: rigor y firmeza para el estudiante.

Y vuelvo al tema del Consejo Nacional de Educación, pues es ahora, frente a la grave crisis, que debemos apreciar realmente cuál es su función y cómo es necesario escucharlo y escoger sus recomendaciones, sus propuestas, su enseñanza.

Una resolución suprema de enero del 2007 aprobó el Proyecto Educativo Nacional al 2021: "La educación que queremos para el Perú", elaborado por el Consejo Nacional de Educación. Ahí estaban delineados los objetivos estratégicos previstos, que la Resolución incorporaba en su tenor y por tanto, los asumía. La citada Resolución, en su artículo segundo anunciaba que el Ministerio dictaría "las normas y disposiciones complementarias específicas, en lo que le corresponda y que resulten necesarias para la mejor aplicación y evaluación del Proyecto Educativo Nacional". De donde colegíamos que esas normas y esas disposiciones eran necesarias para poner el proyecto en ejecución. Pues bien; esas normas no se han dado. ¿Qué tenía este proyecto de importante, y sobre todo qué vio en él el Gobierno de útil como para aprobarlo? Lo dijo el Presidente de la República en su momento: "Es un conjunto de políticas y de objetivos que se ponen en marcha a partir de un compromiso formal con toda la sociedad, ya que la educación es el instrumento fundamental de desarrollo y promotor de la verdadera riqueza de los peruanos".

Y el ministro de Educación (que se ha entregado a la tarea con desusado coraje y con inusitada perseverancia) calificó en su momento la aprobación del Proyecto como "la demostración concreta del compromiso del Gobierno y del Ministerio de Educación con la reforma integral de la educación nacional para contribuir al desarrollo del país". En ambas declaraciones vale destacar la afirmación de que este Proyecto y esta 'reforma integral' que implica son sustanciales para el desarrollo. Si hablamos del desarrollo hablamos de un futuro para llegar al cual necesitamos hallarnos en constante actividad. Pero, repito, no se han dado las disposiciones.

El Proyecto anuncia, desde su título, sus límites temporales. No es un proyecto para 'pasado mañana'. No está pensado –en términos de política partidaria– en deleznables términos electorales. Como buen proyecto sobre educación, está redactado teniendo en cuenta la experiencia pedagógica, y atento a los progresos de la ciencia pedagógica en los últimos tiempos.

El límite es el 2021. Todo proyecto educativo que no tenga en la mira unos 15 años no está técnicamente organizado. Por eso hizo bien el Consejo en registrar, en las páginas iniciales del Proyecto, palabras de Basadre, que tienen casi medio siglo de vigencia: "Urge que podamos educar no solo a niños, adolescentes y analfabetos adultos, sino también a nuestra opinión pública y a nuestras clases o sectores dirigentes y a estos últimos para que comprendan y se resignen a que los problemas educativos sean estudiados, confrontados y abordados técnicamente y en forma adecuada y a largo plazo".

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