11 de abril de 2008

Aula Precaria. Enciclopedias e internet


Luis Jaime Cisneros

Por un lado nos anuncian que La República inicia una reedición de la Enciclopedia Espasa. Fiesta para los libros y para la buena información. Por el otro, el Gobierno pone fin a esta inexplicable e infausta carrera de los institutos pedagógicos: suspende el ritmo en que venían empeñados. Durante un tiempo, no habrá ingreso a Facultades de Educación ni a institutos pedagógicos. Es una llamada de alerta, y hay que acompañar al ministro en la decisión. En verdad, hace por lo menos 5 años que las universidades debieron asumir una tarea similar, y deberán ahora aprovechar para, durante buen tiempo, entregarse a investigar y a diseñar la educación a que deben estar sometidos los estudiantes de este siglo.

¿Qué importancia tiene esta reedición de una enciclopedia, y por qué celebrarlo como acontecimiento cultural? Vale la pena conversar sobre el tema. Primero, debemos considerar el momento en que esto ocurre: crisis en el campo de la lectura, como evidente consecuencia de la crisis de nuestro sistema pedagógico. Los profesores no leen, los alumnos no leen. Nadie lee lo suficiente. Todos prefieren satisfacer el ocio de la inteligencia y premiar el lujo memorístico. Con auxilio digital, internet resulta ser la salvación para maestros y estudiantes, y la salvación también para toda persona ajena al trajín escolar. Es en el umbral de los estudios superiores donde la crisis se muestra en toda su cruel realidad. Esa crisis nubla el horizonte: lo nubla para conseguir trabajo y lo nubla para todo avance cultural.

¿Por qué celebrar la aparición de una enciclopedia, si ya tenemos bastante con tanto diccionario? Enciclopedia es palabra griega que, desde su origen, alude a lo circular y universal, a lo que va encadenando unas ciencias con otras. Reunir en "una sola obra o en una sola cabeza todas las ciencias", decía Littré, en 1877, que era el objetivo de una enciclopedia. Los que creen que toda esta realidad ha sido opacada (o aniquilada) por internet no saben, en verdad, qué quieren decir. Todas esas acepciones que una enciclopedia registra ponen de relieve, sin nombrarla, a la memoria, que registra y guarda. Esa sola condición descarta la posibilidad de que a internet le sea posible mantener el objetivo. Internet nos sirve realmente para aliviar el escozor de una información repentina. No busca satisfacer un llamado de la inteligencia: sólo ilumina momentáneamente la atención y favorece, sin responsabilidad, el próximo olvido. La enciclopedia aspira a reforzar la memoria. Ahí está asegurando la noticia en el tiempo: encara el futuro, la permanencia y la continuidad de lo temporal. No le interesa el instante. Es información para todas las generaciones, y no para satisfacción momentánea. Le interesa mantenernos vinculados con la historia, en una dimensión diacrónica segura y eficaz.

Muchas escuelas pedagógicas le vienen haciendo daño al país. Hemos comprobado la existencia de 'filiales', 'sucursales', ostensiblemente ofrecidas, sin asomo de pudor. Las páginas comerciales de la prensa no nos dejarán mentir: todo aviso ofrece facilidad y promesa. No hay convocatoria al estudio riguroso, a la imprescindible investigación, a la necesaria recapacitación. Ante esta perspectiva, no tiene por qué extrañarnos lo que ha venido ocurriendo. La medida adoptada anuncia, por lo menos, la voluntad de un cambio. Ese cambio tiene que ser radical. Hay varios pasos que se han dado, pero no han contado con la atención esperable. El año pasado el Consejo Nacional de Educación entregó, respondiendo a una solicitud del gobierno, el Proyecto Educativo Nacional, fruto de un intenso trabajo de diálogo y de estudios: el objetivo era transformar radicalmente el ámbito educativo. Ese Proyecto ofrecía realmente un modelo de política educativa que cabía que el Estado asumiera. Era un proyecto que miraba al porvenir; se preocupaba de lo que cabía hacer hasta el 2011, para estar, así, en condiciones de bosquejar la tarea hasta el 2021.

Esta medida que acaba de adoptar el Ministerio es, por eso, un paso importante. Significa, para empezar, tiempo libre para meditar cuánto tienen que reflexionar e investigar las escuelas formadoras sobre las reformas urgentes que el progreso obliga a introducir en el ámbito pedagógico. No sólo habrá que pensar en disciplinas que conviene tener en cuenta, sino en criterios de evaluación para maestros y para estudiantes. Mucho hay que analizar y discutir al respecto. Hay quienes defienden que no es tarea de las universidades la de formar maestros. Yo diría que a las universidades les cabe ofrecer maestrías y doctorados: postgrados para los licenciados. De algo hay que estar convencido: el cambio necesario es radical y es urgente. No es responsabilidad única del gobierno. Es obligada responsabilidad de todos nosotros, ciudadanos. El porvenir nos señalará como responsables del caos.

http://www.larepublica.com.pe/content/view/213296/481/

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