13 de julio de 2009

Alan en Neverland

Jorge Bruce

¡Exclusivo! ¡Gran cierrapuertas en palacio! En el tramo final de su Gobierno, cuando las grandes mayorías, de cuya fe se reclama el Presidente, le hacen saber a través de medios tan diversos como las metódicas encuestas y las caóticas movilizaciones, su voluntad de cambio, escucha, concertación y diálogo, nuestro mandatario se atrinchera con su bastión de irreductibles. Si Yehude pasaba por muñeco de ventrílocuo, ¿qué se puede decir de la autonomía de Velásquez Quesquén (VQ)? ¿Qué de su idoneidad para el cargo, tras las denuncias de copamiento apro-chiclayano en el Congreso y los millonarios manejos de su secretaria? ¿Qué de su responsabilidad en las mecidas a los nativos? Hablar de su bonhomía y calidad de conversador es como alegar, salvando las distancias, que Montesinos “era buena gente conmigo”.

Lo que se esperaba del Premier, en este contexto crispado, no era que fuera querendón y cazurro sino capaz de gobernar en aguas agitadas. El baguazo, lejos de facilitar una evolución, ha precipitado la involución. Cierto, pedirle independencia a quienquiera tenga como jefe a Alan García es ilusorio. Pero pedírselo a un aprista de perfil romo, significa que Alan decidió dejarse de hipocresías simonizadas y encerrarse en su rancho, en el país de nunca jamás (los imagino congregados, Rey dando el ritmo, repitiendo como un mantra: ALBA, ALBA, ALBA… ORDEN, ORDEN, ORDEN…). Con un gabinete más partidario, chato y opaco que los previos, todas, absolutamente todas las decisiones, incluido el memorable papel higiénico de Jessica Tapia, las tomará Él.

Se objetará que esto ya venía sucediendo y que Yehude se limitaba a adoptar poses de gobernante, mientras se inmolaba a vista y paciencia de todos, ayudado por su rostro de profeta doliente. Cierto. Pero al menos ese simulacro funcionaba como catalizador de las demandas populares. Siendo el valor de VQ como intermediario esencialmente nulo, y estando las cosas como están, es obvio que García ha optado por concentrar todo el poder en sus egregias manos, pues sabe pertinentemente que VQ no dará ni para buzón de quejas (en los blogs ya se le llama el Quemier).

Lo cual es inquietante.

Porque ante los insistentes reclamos de una democracia directa, dada la irremediable pérdida de credibilidad de este régimen que envía a los policías a la muerte –llevándose de paso una decena de civiles– y condecora a la ministra del Interior, libera a León Alegría y al mismo tiempo pretende escandalizarse de su propia medida, ante el fracaso del sistema representativo, la respuesta solo puede ser una: con o sin palabras, más represión. Parece, por otro lado, que nadie ajeno al cotarro quiso aceptar ese encargo ponzoñoso. Ese dato indica lo difícil que está la situación, pues bien se sabe que el poder es más efectivo que un blíster de pastillas azules: todos prefirieron la castidad.

Nos esperan tiempos duros, entonces. Y turbios. Pues sobre la lucha anticorrupción, solo queda citar a Borges: “Nadie pierde sino que lo que no tiene y no ha tenido nunca”. Nunca la hubo en este régimen, ahora menos. Ese también parece ser el sentido del cierrapuertas. La historia se repite, lo reprimido retorna. Siempre.

FUENTE:
http://www.larepublica.pe/el-factor-humano/12/07/2009/alan-en-neverland

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