23 de agosto de 2009

El papelón del Apra

César Lévano

En el país se ha erguido una reacción tan vigorosa contra la ley mordaza proyectada por la Célula Parlamentaria Aprista que ha obligado al presidente Alan García y al premier Velásquez Quesquén a dar un paso atrás.

El rechazo provino no sólo de los periodistas, sino también de los dueños de medios, a los cuales el proyecto amenaza sin tapujos.

En nuestra columna precisamos ayer que esta desmesura represiva en la legislación peruana se manifestó por primera vez en el siglo XIX, cuando no sólo se sancionaba al redactor responsable, sino asimismo al director y hasta a los jefes de taller y a los dueños de la imprenta.

Aparte de la ley, los gobiernos poseían entonces, y hasta entrado el siglo XX, un arma tundente y contundente: la paliza, la pateadura (Alan García y Luis Giampietri continúan, pues, una tradición).

Los analistas concuerdan en que la propuesta busca no sólo obligar a “rectificaciones” de ancho espacio (un diario podría verse obligado a publicar diez páginas de supuestos agraviados, orquestados por el gran timonel).

Hay más que eso. La amenaza de establecer penas también para empresarios de prensa, radio y televisión pretende intimidarlos con la amenaza de fuertes multas.

El efecto inmediato podría ser que algunos dueños de medios ejerzan la autocensura, recomendando temas, silencios, fuentes, personajes, o mellando el filo de hechos, palabras y denuncias.

Otro resultado podría ser el obligar a los directores y editores a redoblar agobiadoramente la vigilancia sobre los materiales allegados para su publicación.

Como es obvio, los medios reciben a diario colaboraciones no solicitadas y que no están obligados a publicar. En LA PRIMERA, tendríamos que añadir veinte páginas para incluir textos a menudo insulsos, insultantes, mal escritos o provocadores. Con la ley proyectada, los gobiernos podrían incrementar esas “espontaneidades”.

El presidente García aseguró ayer que es muy respetuoso de la libertad de prensa y de expresión. Tenemos razones para no creerle. ¿Acaso no financia cierto periódico que nos ataca y calumnia sin tregua? ¿Y no es cierto que más de una vez no ha respondido a las preguntas de nuestra reportera en Palacio, Vilma Escalante?

El presidente, como todos los dictadores, busca polarizar al país. Divide a los ciudadanos en dos: los defensores del sistema (es decir, de la corrupción, el robo, el engaño) y los antisistema. En este segmento nos coloca para excluirnos.

Sabido es que los medios del mundo basan en el avisaje el 50% de sus ingresos. En el Perú, el anunciador mayor es el Estado. LA PRIMERA apenas recibe, a veces, gotas de ese caudal. En cambio, medios sin lectores ni prestigio se nutren de esos fondos, que son de todos los peruanos.

Para García, la libertad debe ser sinónimo de adulación.

FUENTE:
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columna-del-director_11.do

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