Guillermo Giacosa
Me gusta la rebeldía ante la estupidez y la injusticia, me gusta la rebeldía en los jóvenes, pero me gusta mucho más cuando esta dura y sigue viva en los viejos y, más todavía, en los gobernantes. Me gusta que la gente no se deje engañar, que exija lo que le corresponde y que se haga escuchar cuando el abuso ahoga sus derechos fundamentales.
Alguien escribió en mi página de Facebook que las piedras suelen hablar más fuerte que las palabras. No debiera ser así, pero así es cuando los gobiernos son pusilánimes e incapaces de mirar de frente y de dar una respuesta honrada a los conflictos que producen sus políticas.
Nada mejor que observar, en este campo y en algunos otros, el ejemplo del gobierno saliente para saber qué es lo que no se debe hacer. Confiamos en que el narcisismo no sea hereditario y, por tanto, creemos que se instalará en la Presidencia alguien ajeno a las infalibilidades papales del actual mandatario. Alguien capaz de escuchar las voces que desde abajo nos están diciendo, con la claridad y la luz propia de las vivencias cotidianas, cuáles son las necesidades elementales que es imprescindible resolver. Un presidente que, sin ser ajeno a la preocupación por el indispensable crecimiento económico, sea sensible a los intereses del conjunto de la población y a las exigencias del planeta que nos alberga constituirá un pequeño milagro en un universo de tecnócratas idiotizados por éxitos económicos que anuncian pan para hoy y la nada para mañana o, al menos, la más siniestra ignorancia sobre las consecuencias de esos 'éxitos’.
No quisiera oír hablar nunca más, desde las alturas del poder, de que debemos imitar a los países 'serios’ y acalambrarnos de miedo cuando las calificadoras de riesgo nos frunzan el ceño. ¿Qué es un país serio? ¿Estados Unidos, con tres guerras en marcha, una deuda monumental, el 1% de su población devorando el 25% de su PBI y con el 40% de su clase media borrada del mapa? ¿Grecia, con un pueblo desesperado en las calles? ¿Irlanda, hasta ayer modelo, hoy desastre? ¿España o Italia?
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