Paco Muguiro S.J.
Ya sabemos que estos días: del Padre, de la Madre, de los Enamorados, tienen un trasfondo comercial, pero también es verdad que nos dan un motivo y un espacio para reflexionar sobre cómo vamos en el mundo con estas responsabilidades. Decíamos el Día de la Madre, que ese día del año la ponemos, como un florero, encima de la mesa y, en muchas ocasiones, los 364 restantes debajo de la mesa, por la poca importancia que le damos en las decisiones familiares, económicas sociales y por supuesto políticas. Y que ese día nos debería animar a todos a que una persona tan importante para la vida de los hijos/as como es la madre, la empezáramos a tratar con esa misma importancia los 364 días como mujer.
Sobre
las funciones y la importancia que tiene el padre también es necesario que
reflexionemos un poco, para ver si vamos cambiando, y nos vamos haciendo más
responsables de nuestras verdaderas obligaciones. Estereotipos como ”la mujer
para la casa y el hombre para la calle” o “ yo ya cumplo con dejarles para
comer y educarse, lo demás le toca a la madre”, ya no sirven.
Ya no estamos en un mundo con normas
establecidas y aceptadas por todos, donde la presencia y el cariño de los
padres no eran tan necesarios. En el mundo de hoy hay pocas normas establecidas
y menos aceptadas por todos, por eso la presencia del padre y de la madre son
tan importantes, y sobre todo que se sienta el cariño de los dos.
Se sabe en los colegios, cuando algún alumno/a va mal en la conducta y en los estudios, se pregunta primero: que ambiente vive en la casa y muchas veces ahí se encuentra la causa de las malas conductas o las pésimas calificaciones. Y sabemos, que pasa lo mismo en la vida de los adultos, cuando vemos delincuentes, nos preguntamos cómo habrá sido su infancia. Y con frecuencia nos encontramos con padres que han abandonado el hogar y por tanto con niños/as que no han sentido ni el cariño ni la protección de un padre. La cultura alcohólica que se vive en nuestros ambientes en el 90% de los casos es heredada de los padres, la cultura de la coima, de la corrupción y del vale todo, de la misma manera.
Así que somos los padres los que tenemos que cambiar. Por el contrario cuando una persona es honrada transparente y trabajadora y no engaña en el trabajo hay que ir a los ejemplos que recibió en la casa del padre y de la madre.
En las
condiciones que nos impone el mundo de hoy ya no vale dejar para la comida y
salirse a la calle, hay que estar ahí
cerca, acompañando y dando buen ejemplo porque la imagen del padre va a
ser el primer modelo a admirar y a imitar. Sin embargo hoy tendríamos que
golpearnos el pecho con honradez y verdadero arrepentimiento por la cantidad de
madres solteras e hijos/as sin padre que
vamos dejando por el mundo. Se nos debería caer la cara de vergüenza y tratar
de mejorar en nuestras responsabilidades. Un día como padre y 364 también.
Nuestras felicitaciones para todos los que cumplan con sus deberes como padres.
Agradecemos a Paco Muguiro S.J. por compartir sus reflexiones con nuestros lectores.
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