21 de diciembre de 2013

Delincuentes


David Brooks

Hay un grupo de delincuentes famosos que son héroes en la mitología popular estadunidense, en gran medida porque se atreven a desafiar a los ricos y los poderosos, y porque se vengan o hacen justicia a nombre de los de abajo; los Robin Hood.

Se cuentan historias de sus hazañas en películas y canciones. Están reapareciendo en la coyuntura actual.

Alrededor de 1866 y varios años después Jesse James y su hermano Frank eran parte de una famosa banda de asaltantes de bancos y trenes. Algunos cuentan que se hicieron delincuentes al defenderse de una injusticia, otros lo ponen en duda. Pero el mito se ha vuelto más importante que los hechos. En su reciente canción El corrido de Jesse James, Ry Cooder, acompañado por el acordeón de Flaco Jiménez, canta que Jesse estaba en el paraíso, comentando con sus cuates que a pesar de que fue acusado de ser un bandido, yo nunca saqué a una familia de su casa. Pero ahora ya no aguantaba ver lo que estaba ocurriendo allá abajo y solicitó que se le regresara su pistola .44. Los versos, algunos en español, siguen así: “Con permiso yo me voy al querido viejo Wall Street/Mi .44 se encargará de hablar desde ahora/Cortaré a la talla a mis hermanos banqueros… /Ahora ustedes robaron los bolsillos de los pobrecitos/Ampliando las dificultades y problemas por toda la tierra… Un minuto para rezar y un segundo para morir/será lo único que ustedes pájaros recibirán de mí/Forraron sus bolsillos bien, pero los veré en el infierno/quemándose como dinero por la eternidad”.

La canción Pretty Boy Floyd, de Woody Guthrie, cantada en tiempos más recientes por Bruce Springsteen, entre otros, cuenta del famoso asaltante de bancos que operó en los años 30 en medio de la gran depresión. Guthrie canta que cada crimen en Oklahoma se lo imputaban, pero que muchos granjeros hambrientos/cuentan la misma cosa/de cómo el delincuente pagaba sus hipotecas/Y salvaba sus hogares. O cómo dejó montones de comida con una notita: dicen que soy delincuente/dicen que soy un ladrón/Aquí les dejo una cena navideña/para las familias que viven de la asistencia (federal, o sea, pobres).

Y cuenta al final de la canción que al viajar por este mundo/he visto hombres muy chistosos/Algunos te roban con una pistola,/algunos con una pluma fuente.

Más de 4.4 millones de familias han perdido sus casas por falta de pago de hipotecas a los bancos desde que estalló la crisis financiera en 2007. Casi 8 millones perdieron sus empleos en la gran recesión entre 2007 y 2009, y sólo se ha recuperado la mitad de éstos, casi todos sustituidos por empleos de sueldo inferior.

En el país más rico del mundo –donde la Bolsa de Valores y las ganancias empresariales están en sus niveles más altos en la historia– hoy día hay un número récord de pobres: 47 millones o 15 por ciento de la población, con otros 18 millones que viven en el umbral de la pobreza. Más de 21 millones aún buscan empleo de tiempo completo; una cifra récord dependen de la asistencia federal para comer, porque 49 millones están en hogares con inseguridad alimenticia.

Estados Unidos hoy día vive con la mayor desigualdad de riqueza e ingreso desde los años 20, justo antes de la gran depresión. El economista y premio Nobel Joseph Stiglitz concluye: nos hemos convertido en el país avanzado con el índice más alto de desigualdad, con la brecha más amplia entre ricos y pobres.

“Lo que están viendo en mi país es un espectáculo de horror. Están viendo un repliegue en el ingreso familiar, están viendo el abandono de servicios básicos como la educación pública… Están viendo a la clase baja cazada a través de una supuesta guerra contra drogas peligrosas que en los hechos no es más que una guerra contra los pobres y que nos ha convertido en el Estado de mayor encarcelación en la historia de la humanidad”, declaró en un reciente discurso David Simon, ex periodista y creador de dos de las series de ficción de televisión más importantes de los últimos años –The Wire y Treme–, ambas esenciales para cualquiera que desee entender Estados Unidos hoy día.

Agregó que no sólo se ha perdido la idea de compartir en un llamado sueño americano, sino que hemos descendido en lo que sólo se puede describir como avaricia. Es sólo avaricia, una incapacidad para ver que todos estamos conectados. Como resultado, declaró, Estados Unidos es un país que ahora está absolutamente dividido en su sociedad, su economía, su política. Definitivamente hay dos Estados Unidos, donde el capital obtiene todo lo que desea sin considerar un pacto social y repite el argumento infantil de que el mercado es la solución para todo, con las ganancias como única medida de la salud de nuestra sociedad.

Simon afirma que el gran debate sobre la justicia en este país ya no gira sólo en torno de la raza, sino de algo más aterrador: es sobre la clase. Si no se regresa a la noción de un contrato social para el bien común, advirtió, llegará un momento “en que habrá suficiente gente parada en las afueras… en que alguien va a agarrar un ladrillo, porque cuando la gente llega al final siempre está el ladrillo”. Indicó que espera que la opción de recomponer el pacto social se logre antes, pero estoy perdiendo la fe.

Explica que la última avenida de la gente común para promover reformas, el proceso electoral, “ha sido comprado… por el capital. Ahora, el capital ha comprado efectivamente al gobierno”. Dijo que ante ello no sabe si se logrará recomponer el pacto social como se logró en la gran depresión y, por lo tanto, tal vez será el ladrillo. Espero que no.

Los que arrojan ladrillos siempre son acusados de delincuencia. Pero a veces los verdaderos delincuentes se disfrazan de gente decente, y sólo usan plumas y leyes para robar y apoderarse de lo que es de todos. La pregunta ahora está en el aire: ¿quiénes son los verdaderos delincuentes?


http://www.jornada.unam.mx/2013/12/16/opinion/037o1mun

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