Sara Carreira
El ministro José Ignacio Wert, presente en la charla, respondió haciendo caso omiso a las críticas que le afectaban. Wert hizo recaer sobre el profesorado la necesidad de mejorar la didáctica de los temarios; consideró que la equidad podría solucionarse con el trasvase de alumnos a la FP, que tiene gran empleabilidad; e hizo de las reválidas no un medio para filtrar a los alumnos con más dificultades, sino un estímulo para que estos mejoren.
En cuanto al análisis de Andreas Schleicher, dio muchas claves de lo que ocurre en España con respecto a otros países de la OCDE. Por ejemplo, dijo que de los 60 países analizados, 40 habían mejorado en los últimos años, mientras que España se mantiene sin avance, «no hay dinamismo». Explicó que si fuese por el dinero destinado a educación, España debería tener los niveles de Corea, que está en lo más alto; que las aulas tienen mejores ratios que las de Singapur o Finlandia, a la cabeza de PISA; que los niños pasan suficientes horas en clase y que el salario del profesorado es bastante aceptable.
Para Schleicher, los españoles van mal en PISA porque estas pruebas no se basan en lo que se sabe -«Google lo sabe todo», dijo gráficamente- sino en «qué se puede hacer con lo que se sabe». Y ahí España falla estrepitosamente: no se interiorizan los conceptos, las ideas que subyacen tras los problemas, sino que se estudian fórmulas y se repiten; los niños no tienen confianza y achacan a los demás o a la suerte sus fallos, cuando un estudiante asiático responde de forma diferente («sé que si trabajo duro, mis profesores me van a ayudar a obtener el éxito»); la clase socioeconómica decide más que la capacidad del alumno; y los padres, aunque se preocupan a la hora de elegir colegio, lo hacen preocupados por «el renombre, pero no por el rendimiento, por los resultados reales».
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