6 de julio de 2014

Orgullo

David Brooks

Hace 45 años nació el movimiento de defensa de los derechos gays. El acta de nacimiento se firmó con sangre y golpes de policías contra homosexuales en una cantina de Greenwich Village llamada Stonewall Inn, la cual sigue ahí.

Este domingo millones marcharon bajo la bandera arcoíris en celebraciones de orgullo gay, y se festejaron los logros de una lucha que continúa todos los días en todas partes. El Desfile de Orgullo Gay en Nueva York ahora es uno de los actos públicos más masivos, donde casi todo político y figura pública está obligado a participar y no sólo porque es políticamente vital hacerlo, sino porque esta lucha ha transformado a esta ciudad y a este país. Hasta el Empire State Buidling –el icónico rascacielos neoyorquino– bañó su pico con colores arcoíris. En San Francisco, cerca de dos millones participaron en los actos del fin de semana y este año designaron a Chelsea Manning (antes Bradley), el ex soldado que filtró millones de documentos oficiales diplomáticos y militares a Wikileaks, como el gran personaje del evento.

Los logros recientes del movimiento Lésbico, Gay, Bisexual y Transgénero (LGBT) en Estados Unidos han sido sorprendentes hasta para la comunidad gay. El caso del matrimonio homosexual es el más notable, donde se registra un cambio dramático en la opinión pública en los últimos años y ahora, por primera vez en la historia, una mayoría de los estadunidenses apoyan el matrimonio gay, según el Centro de Investigación Pew.

Hace 10 años, Massachusetts se convirtió en el primer estado en emitir licencias de matrimonio a parejas del mismo sexo (en 2000, Vermont fue el primer estado en promulgar leyes que reconocieron las uniones civiles entre parejas gays). Hoy día 19 estados y el distrito de Columbia emiten actas de matrimonio gay, y apenas la semana pasada un tribunal federal de apelaciones anuló la ley de prohibición del matrimonio gay de Utah, con lo cual se afirma a nivel nacional que los gobiernos estatales deben permitir matrimonios de ese tipo. Hace un año, la Suprema Corte de Estados Unidos anuló la Ley de Defensa del Matrimonio, normativa federal que impuso una definición del matrimonio como un contrato sólo entre un hombre y una mujer.

La lucha de ayer es el legado de hoy, fue la consigna oficial de los festejos del orgullo gay en Nueva York.

Esa lucha se ha librado en las calles, en los pasillos del poder, en solidaridad con otros movimientos de derechos civiles, algunos de los cuales han tenido que superar su homofobia. Pero también en todos los rubros de la vida social. En el de salud, con la tragedia del sida que estalló a principios de los 80 que, mientras cobraba su efectos terribles entre las víctimas, fue utilizado por derechistas y otros para atacar a la comunidad gay; como en el de educación, cultura, religión y hasta el derecho de participar abiertamente en puestos públicos, incluso en el Congreso (donde Barney Frank fue el primer legislador en declararse gay).

Uno de los primeros triunfos del movimiento fue en 1973, cuando se logró que la Asociación Estadunidense de Siquiatría eliminara la homosexualidad como padecimiento sicológico (estaba en la misma categoría que la pederastia). En 1979, en el décimo aniversario de Stonewall y poco después del asesinato de Harvey Milk, el líder y político gay local en San Francisco, se realizó la primera gran manifestación nacional: la Marcha Nacional sobre Washington por los Derechos Lésbico y Gay.

Con cada año, el movimiento gay ha continuado batallando por sus derechos civiles ante una cada vez más feroz y hasta histérica reacción de la derecha y particularmente de su sector cristiano fundamentalista. Pero aun entre las filas conservadoras hay cada vez más fisuras (no se ayudan cuando algunos políticos o pastores que se la pasan condenando la homosexualidad de repente se encuentran en escándalos por sus relaciones homosexuales).

Una de las divisiones públicas de alto perfil en tiempos recientes fue el caso de las hijas de ese ídolo conservador, el ex vicepresidente Dick Cheney. Mary Cheney hace tiempo se declaró gay, mientras su hermana Liz, que buscaba ser senadora por su estado de Wyoming, subrayó a finales del año pasado su oposición al matrimonio gay al afirmar que sólo cree en la definición tradicional. Mary respondió que su hermana estaba del lado equivocado de la historia.

Según los sondeos de opinión pública, Mary tiene razón. Hoy día, no sólo 51 por ciento de los estadunidenses apoyan el matrimonio gay, un incremento de 15 puntos desde 2001 (aunque sólo 21 por ciento de los republicanos tienen esta posición, pero aun eso representa un incremento de ocho puntos), sino que 72 por ciento de los estadunidenses (tanto en los que lo apoyan como opositores) consideran que el reconocimiento legal del matrimonio gay es inevitable, según los sondeos del Centro Pew. Más aún, según el mismo sondeo, casi la mitad (49 por ciento) de los estadunidenses dicen que tienen un familiar o un amigo cercano que es homosexual o lesbiana. Un 87 por ciento dicen que conocen a alguien gay (hace 20 años sólo 61 por ciento decían que tenían un conocido de ese tipo).

Una de las interrogantes ahora, con los grandes avances de este movimiento aquí, donde incluso la defensa de los derechos gay ya es parte de la política exterior oficial de este país, y donde se ha ganado el derecho de los homosexuales a participar abiertamente en las filas militares, es si más allá de defender sus derechos logra sumarse –como movimiento– a la lucha por la defensa de los derechos y la dignidad de todos, la que se está librando por trabajadores, los inmigrantes, otras minorías, como otras luchas progresistas.

La confrontación en el Stonewall Inn entre policías y los clientes gays –ya hartos de las redadas comunes–, la madrugada del 28 de junio de 1969, detonó una ola de protestas en Nueva York y otras ciudades, en lo que fue el inicio de un ya basta que llevó a la consolidación de un movimiento gay cuya lucha por sus derechos civiles continúa transformando a este país.


http://www.jornada.unam.mx/2014/06/30/opinion/029o1mun

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