En Madre de Dios, la Capital de la Biodiversidad del Perú, circula la hipótesis de que el proceso de interdicción y control de la pequeña y mediana minería informal tiene un objetivo preciso: erradicar a estos miles de pequeños y medianos para dejar el campo libre para la llegada y la instalación de las multinacionales mineras.
Quienes sostienen esta hipótesis argumentan que hasta la fecha nada detiene el apocalipsis ambiental en Madre de Dios y que las operaciones de interdicción, control y formalización -incluyendo el bombardeo de las dragas y otras maquinarias de extracción aurífera- han tenido mínimos a nulos resultados en sus objetivos de combatir la informalidad e ilegalidad.
Todo lo contrario. Tal como hemos podido verificar recientemente sobre el terreno en Madre de Dios, los mineros están retornando a sus actividades extractivas en “Delta”, “La Pampa” y “Huacamayo”, las áreas donde se focalizaron las operaciones de represión, las maquinarias que escaparon al bombardeo están reapareciendo y la corrupción está haciendo su agosto con el alza de los cupos que se cobran para la venta de gasolina y otros insumos.
Pero la mayor prueba de que el gobierno de Humala está dejando hacer y pasar las cosas para que llegado el momento declarar una guerra de tierra arrasada contra la pequeña y mediana minería y dejar el terreno libre para las multinacionales sería el incumplimiento del Decreto Supremo 033 para la puesta en marcha del proyecto especial de reconversión productiva y formalización de la minería informal con la participación de 8 ministerios. Hasta la fecha el proyecto ni siquiera se ha instalado.
La minería aurífera en Madre de Dios y demás actividades extractivas en el resto de la Amazonía -petróleo, gas, instalación de megalatifundios para la producción de biocombustibles, entre otras-han provocado una emergencia ambiental en todo el territorio amazónico.
Solo hay que imaginar lo que puede ocurrir en el próximo futuro si, tal como se especula, el oro aluvial que ahora se extrae de Madre de Dios arrasando los suelos, los bosques y envenenando las aguas es solo una pequeña parte de las reservas. Los grandes depósitos de oro acumulados al final de la edad de hielo hace diez mil años están a 40 y 50 metros de profundidad.
Los gurúes de la economía mundial -Nouriel Roubini, Joseph Stiglitz y Paul Krugman- están anunciando que la desaceleración de la economía tanto de Estados Unidos, Europa y China se puede agravar y profundizar aún más. En este escenario, los precios del oro como garantía de la crisis y de la incertidumbre pueden remontar a niveles nunca vistos, más de 2 mil dólares la onza troy de 34 gramos.
En este fin de época y crisis civilizatoria el oro puede ser la maldición no solo de Madre de Dios sino de toda la Amazonía.
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