26 de junio de 2015

La CIA en Ecuador y en América Latina

Pablo Ruiz Espinoza

En marzo pasado, el Ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador, Ricardo Patiño, presentó el libro: “La CIA contra América Latina - Capítulo especial, Ecuador”, de los autores Jaime Galarza y Francisco Herrera.

Patiño señaló en el acto que “Es necesario recordar la verdad histórica de nuestros pueblos y como constantemente se van repitiendo hechos de manipulación en su contra y en beneficio de la potencia que ha gobernado el mundo desde el siglo XIX. La democracia que hoy viven nuestros países ha sobrevivido a toda suerte de injerencia y manipulación de enemigos locales y foráneos, que no han escatimado con servir a intereses trasnacionales” (1).

La CIA o la Agencia Central de Inteligencia -recuerdan sus autores- fue fundada el 18 de septiembre de 1947 por el presidente Harry Truman. El mismo que dio la orden de atacar en 1945, con bombas atómicas, a Hiroshima y Nagasaki asesinado a más de 200 mil personas, su gran mayoría civiles inocentes.

Truman, señala el libro, “decretó la creación de la CIA, como el principal instrumento de espionaje e intervencionismo político a nivel mundial, para consolidar el rol de E EUU como gran potencia, derivado de la Segunda Guerra Mundial, y rivalizar con esa otra superpotencia surgida en las mismas circunstancias históricas: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)” (2).

Las dos primeras acciones de la Agencia fue “el derrocamiento, en 1953, del primer ministro de Irán, Mohamed Mossadeg, que había nacionalizado compañías petroleras multinacionales, y en 1954 la invasión de Guatemala por un ejército mercenario para derrocar al gobierno nacionalista del coronel Jacobo Arbenz, que había expropiado latifundios de la todopoderosa United Fruit”.

El libro en cuestión trae dos entrevistas a Philip Agee, quien fue espía del organismo entre 1963 y 1968, trabajando en Ecuador varios años.

Philip Agee, “llegó a Ecuador en 1960 y se desempeñó hasta las postrimerías de 1963 en calidad de agente del espionaje norteamericano. Entre sus hazañas se cuentan numerosos casos de penetración en los partidos de izquierda, en los órganos del Estado, en las organizaciones derechistas”.

Dos eran entonces los objetivos que busca la CIA: La ruptura de relaciones del Ecuador con Cuba y El derrocamiento del presidente ecuatoriano Carlos Arosemena, “culpable ante Washington de veleidades nacionalistas”.

Los dos objetivos fueron logrados. “En ambos casos, la CIA utilizó como centro de toda su campaña el anticomunismo, envuelto en una increíble maraña de mentiras, falsificaciones, terrorismo, hechos de sangre, compra y venta de conciencias”, dice el libro en cuestión.

En la lista de colaboradores e informantes de la CIA en Ecuador, en esos años, figuraron 200 altos funcionarios, entre ellos el senador Reinaldo Varea Donoso quien cobraba 800 dólares mensuales a la agencia.

“Debe causarnos vergüenza que hayan existido personas que vendieron su patria al imperio, mientras otros han dado la vida por su independencia”, dijo Jaime Galarza.

Patiño señaló que leer el libro “es como ver lo que hoy esta pasando en nuestros países. Todos estos intentos vulgares, groseros. Da vergüenza y repulsión leer como se contactaba a los posibles agentes internos. Como el trabajo de la CIA localiza a personajes 'vulnerables' de venderse como los resentimientos de algunos dirigentes de izquierda” (3).

Al respecto el canciller citó “como ejemplo el caso de Venezuela, donde en su opinión existe una guerra económica articulada con el terrorismo mediático, y con la casi segura participación de la CIA” (4).

En la entrevista a Philip Agee, el ex agente cuenta detalladamente sobre los métodos del trabajo de los servicios especiales de EEUU en América Latina con el fin de desestabilizar a los gobiernos de la región que representaran un peligro a los “intereses” de Washington.

Entre los métodos usados, ya muchos de ellos conocidos y habituales, esta la manipulación de la opinión pública, la infiltración de partidos políticos y organizaciones, la realización de atentados terroristas que son falsamente atribuidos a movimientos de izquierda, el soborno, el espionaje de la correspondencia, etc., todo con el fin de desestabilizar a los gobiernos y generar condiciones para justificar que los militares se pronuncien y realicen golpes de Estado.

En Chile, para citar otro ejemplo, la CIA fue fundamental para crear las condiciones y generar el golpe de Estado contra el Presidente Salvador Allende como bien lo documento Peter Kornbluh en el libro “Los EEUU y el derrocamiento de Allende. Una historia desclasificada”.

La CIA por supuesto es uno de los instrumentos para la dominación. A ello debemos sumar las más de 70 bases militares de EEUU en América Latina, sumar el entrenamiento que da EEUU. en la Escuela de las Américas (hoy conocida también como Instituto de Seguridad y Cooperación del Hemisferio Occidental), y donde asisten anualmente un promedio de mil quinientos militares de América Latina y el Caribe con excepción de Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina y Cuba.

Finalmente, la CIA sigue trabajando, financiando ONG y partidos de oposición contra los gobiernos que consideran “hostiles” a los intereses de EEUU. Siguen las “escuchas” de todas las comunicaciones telefónicas y por Internet. Sigue la manipulación de la opinión pública especialmente referente a gobiernos como Brasil, Venezuela, Argentina, Bolivia, considerados hoy molestos para el imperio.

¿Traidor?

Philip Agee, fue agente de la CIA y desempeñó misiones en Uruguay, Ecuador y México. En 1968 se retiró de la CIA "por motivos de conciencia”. Murió en enero del 2008 en la Habana, Cuba, a los 72 años.

En una de las preguntas que aparecen en el libro “La CIA contra América Latina -Capítulo especial, Ecuador”, se le consulta sobre la lealtad con EEUU. Agge responde:

“Yo no creo que sea un acto de deslealtad hacia el país. La CIA no sirve al país. La CIA sirve a intereses minoritarios en los E EUU y esos son sólo intereses de los dueños y gerentes de las compañías multinacionales, de los profesionales que los apoyan, de ciertos políticos dentro del gobierno mismo. Esta es una fracción de la población norteamericana. Nada de lo que yo hacía estaba destinado a servir a los negros, a los indígenas de E EUU, a los portorriqueños, a los chicanos, al mayor porcentaje de la clase media, a la mayoría de la población de Estados Unidos. Lo que yo hacía era directamente apoyar a esas compañías y a los políticos que querían mantenerse en sus puestos”.

Notas:





Otro libro relacionado:


*  Pablo Ruiz es del Observatorio para el Cierre de la Escuela de las Américas, SOA Watch.

Se publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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