7 de julio de 2017

Perú: Qué dificil es amarte

César Hildebrandt

Los encerraban con candado y los obligaban a orinar en envases y a no defecar. Les abrían el contenedor media hora para que comieran algo que debían comprar con sus propios centavos. Su trabajo, de diez horas continuas, consistía en borrar con una lija la marca china de los fluorescentes y poner un cintillo que decía "Philips".

Es el Perú que reinventó Fujimori. Es el mundo de los emprendedores elogiados por la gran prensa. Es el país donde no hay ley que no pueda ser burlada ni canalla que no pueda encumbrarse ni autoridad que no pueda ser seducida por la corrupción ni juez que no esté bajo sospecha.

-¡Qué horror! -dicen los que fingen recién enterarse.

Como si no supieran que en el Perú el sueldo mínimo es de hambre y que en la mayoría de las empresas medianas y pequeñas ni siquiera pagan ese salario. Como si no supieran que para el grueso de los peruanos el trabajo es una maldita condena que roza la esclavitud. Como si no supieran que la informalidad abarca al 70% de nuestra PEA y que el Estado se hace el de la vista gorda reduciendo aún más sus funciones fiscalizadoras.

Dos pobres muchachos esclavizados han muerto en Las Malvinas. Qué bien que nos indignemos. Pero ¿qué hay de los peruanos que mueren por falta de medicamentos en el sistema público de salud? ¿Y del 46% de niños anémicos y, por tanto, propensos a enfermarse? ¿Y de los que venden caramelos en los semáforos y, según el INEI, ya no son ni desempleados ni pobres? ¿Y de los que siguen sin agua potable ni desagüe en sus casas? ¿Y de los 200,000 jóvenes que buscan trabajo inútilmente cada año?

Nos sentimos en la gloria imaginaria de un país "de ingresos medios camino al desarrollo" -huachafería dixit- y, de pronto, una azotea con talleres hechos de contenedores, un "sky room" donde peones de 20 soles al día hacen pasar como holandeses los tubos de neón que fabrican otros esclavos chinos, unos pisos aéreos subrepticios, de pronto, digo, se vuelven llama invecible y bomberos sin trajes adecuados y con mkangeras rotas y es allí que, entonces, otra vez, quedamos al desnudo: unntriste país que se jacta de comer rico y de haber heredado, para el turismo y los feriados, ruinas de culturas que nunca respetó.

Y despues en contralor general de la república, que inventó un puesto jugoso para su querida, el que hizo de su oficina una trastienda de churrupaquerías, sale con otro audio supuestamente comprometedor y vagamente chantajista. Y de inmediatyo Nicolás Lúcar, el que quiso embarrar por encargo de los Crousillat al presidente Valentín Paniagua, sale a defender, sintomáticamente, al contralor tiznado.

Y encima debo leer al director de "Perú21", que escribe cosas como esta: "Esperemos que las fiestas venideras llenen de patriotismo a todos los sectores políticos y nos demuestren que estamos equivocados, nos inyecten de (sic) optimismo y veamos al país avanzando en el corto plazo".

Qué difícil es ser peruano y no morir (axiológicamente) en el intento. Qué difícil es amar al Perú. Qué difícil es no despreciar su vanidad idiota, el salvajismo de sus hábitos sociales, su poco respeto por el prójimo, su carencia de ciudadanía. Qué difícil es amarte, país nuestro. Pero se te ama. Y esa es la fuente de todas las neurosis.

Tomado de “HILDEBRANDT EN SUS TRECE” N° 354 30JUN17 p. 12



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