24 de enero de 2020

La lucha continúa

Sinesio López

La lucha por la reforma política no terminó con la disolución constitucional del Congreso anterior. Ni culmina con la elección de uno nuevo. Ella concluye con éxito si el fuji-aprismo y sus aliados son derrotados y son elegidos los representantes de las fuerzas políticas que impulsan el cambio del sistema político (el sistema electoral, el sistema de partidos y la forma de gobierno). El éxito sería rotundo si triunfaran las fuerzas políticas que quieren también el cambio del régimen político (una nueva constitución y una nueva relación entre el Estado y la sociedad) y del Estado. Esto último es difícil, pero no imposible.

Pese a que la lucha fue intensa en el congreso y en la calle y se lograron algunos avances, estos fueron debilitándose hasta quedar en nada. La reforma parece haber ido de más a menos. En un primer momento, ella se planteó como un cambio en el sistema político, dejando de lado el cambio del régimen político y el del Estado. En un segundo momento, se redujo a algunos cambios en el sistema electoral y en el sistema de partidos, excluyendo el cambio de la forma de gobierno. Luego, la mayoría fuji-aprista y sus aliados en el congreso limaron el filo más reformista de la propuesta. Finalmente, Vizcarra convocó a elecciones del nuevo congreso (luego de la disolución constitucional del anterior) sin atreverse a defender los pequeños avances que se habían logrado.

Con esa convocatoria sin reformas, volvieron el mismo JNE, las viejas reglas de juego electoral, los mismos partidos. Al no aplicar la valla electoral, el JNE mantiene la misma fragmentación partidaria para las elecciones del 2021. La primera reacción de la ciudadanía ha sido de rechazo y de protesta: más del 50% de los ciudadanos se negaban a votar o querían votar blanco y viciado. Este es el escenario ideal del fuji-aprismo y de sus aliados. Como los votos blancos y viciados no cuentan, obtienen una sobre-representación política en la que el 8% o el 10% de sus votos se transforman en 30 o 40 representantes.

Las últimas encuestas muestran un lento desplazamiento del voto blanco y viciado hacia una opción electoral por las fuerzas que impulsan la reforma política. Si este desplazamiento se acelera puede producir algunas sorpresas electorales. Se podrá apreciar también si la vasta gama de izquierdas es capaz de unir lo que algunos dirigentes irresponsables han dividido votando por cualquiera de sus listas.


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