6 de agosto de 2024

Perú: La dependencia no se celebra

Pedro Francke

¿En qué medida hace doscientos años realmente dejamos de ser dependientes de decisiones tomadas en el exterior? Pensando en la economía peruana de hoy, ¿cuánta soberanía tenemos y cuántas decisiones se toman en otras partes del planeta? La celebración de la independencia el 28 de julio me trae a la mente esta discusión. En este tiempo puede parecer fuera de coyuntura: en el caso de Dina su principal relación con el mundo son los Rolex mientras sueña con tomarse lindas fotos en la futura cumbre de APEC, al mismo tiempo que su canciller dormilón agravia a Francia diciendo sandeces sobre su historia. El proyecto de producción más defendido en el discurso presidencial, Tía María, es de una empresa trasnacional famosa por ser contaminadora no sólo en Perú sino también en su propio país de origen, México. En el congreso, la coalición derechista (con Cerrón de cómplice) elige como presidente al defensor del oro ilegal. Pero este régimen neooligárquico caerá y, ese día, será crucial tener un pensamiento estratégico sobre nuestra patria.

Debemos de tener claro de entrada que estamos en un mundo crecientemente interconectado. El comercio con el exterior es importante, necesitamos importar equipos y tecnología, medicinas, diversos insumos y materiales para producir, y para tener eso necesitamos exportar. Pensar que debiéramos ser un país autárquico es absurdo. El problema es que no debemos ser simplemente un barco a vela ajeno a las decisiones que tomen empresas transnacionales y gobiernos extranjeros. Debemos tener rumbo propio. Pero si otros controlan las velas y no tenemos motores propios, ¿cómo haríamos?

EL PESO DEL CAPITAL EXTRANJERO

Un primer análisis es ver la importancia económica de las grandes transnacionales y empresas extranjeras dentro del Perú. Las cifras oficiales del BCR indican que el año 2023 estas empresas tuvieron utilidades por 13 mil 834 millones de dólares. Para que se den una mejor idea de lo que eso significa, una comparación indica que eso es más de lo que ganaron 3 millones y medio de trabajadores peruanos recibiendo el sueldo mínimo todo ese año (incluyendo sus gratificaciones de fiestas patrias y navidad).

Lo que obtiene en total el capital extranjero es aún mayor que esa cantidad, porque debemos sumar lo que cobran de intereses por los diversos financiamientos a bancos, empresas y entidades peruanas, que vienen del exterior. Eso llegó el año pasado a 18 mil millones de dólares adicionales. Sumando todo, el total que se llevó el capital extranjero el 2023 fue mayor a todo lo que ha invertido el gobierno ese mismo año, incluyendo todas las pistas, hospitales, colegios, comisarías, equipos de salud, ambulancias y patrulleros. En una década, han sido 115 mil millones de dólares lo que ha sacado el capital extranjero por sus operaciones en el Perú.

Estas cifras son indicadores económicos que tienen efecto e interpretación económica, pero revelan también un poder. Si alguien puede obtener grandes ganancias y quedarse con ellas, es porque tiene poder. Reflejan el control que tienen sobre parte de nuestra producción, comercio y finanzas. Parte de ese poder tiene una base legal, parte viene de presiones de gobiernos extranjeros, parte se expresa en aportes a campañas de candidatos amarrados y en corrupción como en el caso de Odebrecht.

LAS TRANSNACIONALES MÁS FUERTES

Una aproximación más detallada a ese poder aparece en un estudio de Francisco ‘Paco’ Durand, el mayor estudioso de los grupos de poder económico en el Perú, amigo lamentablemente fallecido hace un par de años. Según su último estudio sobre el tema, aún sin publicar, de los 25 grupos económicos de mayor tamaño en la economía peruana, 18 son extranjeros. Entre las principales transnacionales en el Perú destaca Glencore, empresa suiza dueña de las minas Antamina, Antapaccay y Perubar. Una financiera argentina le compró recientemente la empresa Volcan, propietaria de la mina de Cerro de Pasco y varias otras en la sierra central. En el sector minero le siguen Southern (mexicana dueña de las minas Toquepala y Cuajone y del proyecto Tía María) y Freeport (estadounidense dueña de Cerro Verde). Hay varias empresas mineras estatales chinas, dueñas de Las Bambas (en Apurímac, con muchos conflictos con comunidades cercanas), Toromocho (en Junín) y Marcona (en Nasca). Hay varias mineras más, como Newmont (de los EE.UU.) en Yanacocha. De esta manera, gran parte de la renta minera producto de nuestra riqueza natural se va al exterior. La presencia de empresas de varios países tras el cobre, en especial los chinos, también busca asegurar el abastecimiento de su propia industria al mismo tiempo que en nuestro país no se hace absolutamente nada para que nuestros minerales apoyen a la industrialización nacional.

Hay varios rubros estratégicos para la defensa nacional en manos de empresas extranjeras. El grupo español Repsol, por ejemplo, es dueño de la refinería La Pampilla. Si esa refinería se cerrara, en menos de tres semanas Lima y todo el centro del país quedarían prácticamente paralizados por falta de gasolina y diésel. Empresas chinas hoy son dueñas de toda la distribución de energía eléctrica en Lima, dándoles igualmente un enorme poder. Poniendo en un solo paquete eso con el puerto de Chancay y las minas chinas, los Estados Unidos han formalmente comunicado al gobierno del Perú su preocupación por el poder estratégico de China en el Perú. No olvidamos que tales afirmaciones vienen de quien durante décadas consideró a Latinoamérica su “patio trasero”, defendió el robo del petróleo de Talara durante setenta años hasta que Velasco lo recuperó, promovió activamente el golpe de Pinochet en Chile y aún tiene su “Comando Sur” y sus bases militares en la región para defender su poder.  Tampoco creemos que el tira y jale en torno al puerto de Chancay de hace unos meses haya sido solamente un enredo burocrático, sino expresión de dos superpotencias peleándose tras bambalinas (ganó China). Pero es bueno que a los neoliberales defensores del “consenso de Washington”, quienes han insistido tantas veces que las empresas estratégicas “no existen” y la mejor política es privatizar todo a la transnacional que sea, se les recuerde algunas verdades desde el propio Washington DC.

Otra empresa transnacional, la AB-InBev, es dueña del monopolio de la cerveza. En las telecomunicaciones no hay tampoco peruanos. Tenemos a los españoles de Telefónica, a los mexicanos de Claro, a los chilenos de Entel y a los vietnamitas de Bitel. En los bancos grandes, BBVA es español, Scotiabank canadiense y la AFP Habitat es chileno-estadounidense. En las tiendas por departamentos, Ripley y Falabella son chilenas. Aunque pequeño, también hay mercado por explotar en el Perú.

Para quien piense que no hay alternativa si queremos dinero para invertir, recordemos que el 40 por ciento de lo que los trabajadores tenemos en las AFP se va al exterior y que eso son 50 mil millones de soles. Nadie sabe adónde ni a cuánto ascienden las comisiones que nos cobran por manejarlo. El Perú es de los países latinoamericanos donde las transnacionales tienen mayor dominio económico. Es por el neoliberalismo extremo que llevamos viviendo treinta años. La Constitución de 1993, en uno de los artículos que este congreso derechista no ha querido tocar, establece que los inversionistas extranjeros tienen los mismos derechos que los peruanos. Ninguna otra constitución en toda América o Europa dice algo así. Menos en China, Japón o Corea, todos países que promueven a sus empresas nacionales.

Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 697 año 14, del 02/08/2024

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