18 de febrero de 2025

Perú: Mi experiencia con USAID

Pedro Francke

El ataque frontal contra USAID por Elon Musk y Donald Trump genera debate. Me llama la atención que esta arremetida de un gobierno de ultraderecha cuyas pretensiones imperialistas son las más desenfrenadas que hemos visto en décadas sea compartida en nuestro país por sectores que aparentan ser radicales de izquierda y de orientación antiimperialista. Vladimir Cerrón coincide con Rafael López-Aliaga y con Trump y Musk. Es evidente que hay acá algo que merece mayor análisis.

Empiezo por mi experiencia con USAID. El 2004 fui elegido por más de ochocientos participantes en la II Conferencia Nacional de Salud como coordinador nacional de Forosalud. El lema de esta organización era luchar por los derechos en salud. Forosalud juntaba activistas, intelectuales y ONG, algunas de ellas financiadas por USAID. Casi al poco de iniciar funciones, activistas de la ONG Acción Internacional por la Salud nos alertaron de que en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC) los Estados Unidos empujaban varias cláusulas que bajo varias argucias reforzarían el monopolio de las transnacionales farmacéuticas y elevarían el precio de las medicinas. En el comité directivo de Forosalud de entonces había directivos de varias ONG financiadas por USAID, incluyendo Manuela Ramos. Decidimos en forma unánime que, consecuentes con la defensa del derecho a la salud, debíamos oponernos a esas cláusulas del TLC. Sacamos un pronunciamiento público en ese sentido. Pocos días después los representantes de USAID dieron la orden de que ninguna actividad de Forosalud podría ser apoyada con sus fondos. Era un golpe económico para nosotros, pero seguimos en la lucha sin retroceder un centímetro. Un proyecto con financiamiento inglés de una ONG nos apoyó para sacar un folleto explicativo en un diario nacional, resaltando que se ponía en riesgo el derecho a la salud al encarecer las medicinas. Otra ONG financiada por USAID buscó un subterfugio para apoyar nuestro trabajo, replanteándolo como apoyo a los foros regionales de salud, los que operaban coordinadamente dentro de nuestro plan nacional. Promovimos movilizaciones por las calles. Entramos al debate público y aunque los gobiernos de Toledo y Alan García no tomaron en cuenta el derecho a la salud de los peruanos, logramos que se retiraran algunas de las cláusulas del TLC más nocivas.

En resumen: no necesito que me cuenten que USAID puede actuar como un brazo del gobierno norteamericano defendiendo grandes transnacionales e intereses imperiales. Lo he enfrentado directamente. Sé también que proyectos financiados por USAID han promovido salud pública, equidad de género y democracia. Es además falso que su dinero doblegue todas las voluntades. Aunque los intereses económicos tienen mano larga, las organizaciones ciudadanas pueden mantenerse firmes. Aunque hoy sea poco común, hay peruanos y peruanas que defienden con convicción sus valores fundamentales y resisten las presiones.

​ESTADOS UNIDOS: UN ANIMAL COMPLEJO

Circula la narrativa de que USAID no es más que un brazo de la CIA y que la política norteamericana ha sido y siempre será la de un imperialismo desembozado. Pero en esta historia hay una pregunta clave: si el gobierno actual de los Estados Unidos es tan imperialista como siempre lo ha sido, ¿por qué antes mantenían USAID y ahora Trump quiere desactivarla? Una mirada de un antiimperialismo simplón no alcanza una respuesta.

Combatir el imperialismo exige esforzarse en entender a los Estados Unidos, que es una sociedad compleja y contradictoria. El gobierno de Trump no es igual al de Obama. Eso es distinto a creerse el cuento de que Obama era pura bondad: firmó el Acuerdo de París contra el cambio climático, pero invadió Libia. Mirando un poco más de historia, Jimmy Carter entregó el canal de Panamá como no lo hubiera hecho su sucesor Ronald Reagan. Estados Unidos mantiene bases propias en un centenar de lugares en el mundo y derrocó a Salvador Allende, pero antes dio independencia a las Filipinas. Con Eleanor Roosevelt como su representante, los Estados Unidos impulsaron la Convención Universal de los Derechos Humanos. Durante siete décadas, los Estados Unidos buscaron dos objetivos contradictorios: promover derechos humanos y algunos bienes comunes mundiales, y dominar a otros países usando la violencia de manera abierta y encubierta. Ahora Trump da un giro marcado hacia una política más agresiva y desembozadamente imperialista, reniega de los derechos humanos, el cambio climático y la salud pública y no le interesa la democracia. Eso es muy malo. La desactivación de USAID es parte de ese cambio y por eso la izquierda norteamericana de Bernie Sanders y Alexandra Ocasio-Cortez se oponen. El que en vez de “cooperación” (resaltando el entrecomillado) nos amenacen con sanciones económicas y agresiones militares, no hace más nítidas las contradicciones y sí nos lleva a un mundo más violento. La desactivación de USAID, el respaldo al genocidio de Gaza con la propuesta de sacar a todos los palestinos de ahí y la amenaza de tomar el canal de Panamá son parte de una misma política más brutalmente imperialista.

En el Perú la ultraderecha apoya la desactivación de USAID porque todo lo relacionado a derechos humanos y equidad de género les apesta. Quieren regresarnos al siglo 19. Ellos venden el humo de que USAID es parte de una gran conspiración mundial “woke” mientras Cerrón dice que se trata sólo de un brazo imperialista. Pero una ONG recibiendo financiamiento de USAID no es esclava de nadie, como un trabajador que recibe su salario mensual no es siervo de la empresa. Aunque el dinero ejerce mucho poder, hay mujeres y hombres que se mantienen firmes en su dignidad. Debemos ser duros críticos de quienes venden sus almas al diablo por unos dólares, sin dejar de respaldar a quienes defienden el desarrollo sostenible, la salud pública y los derechos humanos. Para ellos mi aplauso ciudadano.

Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 720 año 15, del 14/02/2025

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