6 de julio de 2025

El hambre como arma

Daniel Espinosa

"La estrategia israelí consiste precisamente en usar el alimento como señuelo"

Cuando la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra Benjamín Netanyahu en noviembre de 2024, acusándolo, entre otros crímenes, de usar el hambre como arma de guerra, los capítulos más terribles de esta cruel instrumentalización de la escasez aún no habían sido escritos. Ahora sabemos a ciencia cierta que el ejército israelí ha ordenado a sus soldados disparar a mansalva contra gazatíes desesperados por llevarse algo a la boca.

La semana pasada, varios soldados del genocidio le dijeron a “Haaretz” –el diario liberal más importante de Israel– que recibieron órdenes de disparar contra gazatíes desarmados, “incluso cuando no había amenazas presentes”, una admisión reveladora.

Desde fines del pasado mayo, más de medio millar de palestinos han sido asesinados por Israel mientras esperaban alimentos que, en muchos casos, ni siquiera pueden cocinar, pues no tienen agua o los implementos para hacerlo. Varios miles han resultado heridos. Los receptores de esta “ayuda” tienen que caminar varios kilómetros entre disparos y ataques indiscriminados, pues la estrategia israelí consiste precisamente en usar el alimento como señuelo para concentrarlos en el sur de la Franja.

Quienes se acercan por comida, dijeron los soldados israelíes a “Haaretz”, “…son tratados como una fuerza hostil”. No se pone en práctica ningún método para el control de multitudes digno de ese nombre, simplemente “se les dispara con cualquier cosa imaginable: ametralladoras, lanzagranadas, morteros… nuestra forma de comunicación es disparar”, confesaron.

Esto ocurre incluso cuando los mismos soldados aseguran, como cita “Haaretz”, que no han escuchado de un solo caso en el que alguien les haya devuelto los disparos: “No hay enemigo, no tienen armas”. Según otro entrevistado, Gaza “se ha convertido en un lugar con sus propias reglas. La pérdida de vidas humanas no significa nada… ni siquiera un ‘incidente desafortunado’”.

Otros reportes confirman lo de “Haaretz”. El medio digital “Zeteo” (11/06/25) pudo entrevistar a uno de los mercenarios estadounidenses contratados por la “Gaza Humanitarian Foundation” (GHF), la organización de pantalla usada por el régimen Netanyahu y la Casa Blanca para instrumentalizar la ayuda humanitaria, convirtiendo una escasez provocada en otra justificación para el genocidio. El mercenario le dijo a “Zeteo” lo siguiente:

“La idea de que el ejército de Israel no está involucrado es pura basura… sus francotiradores y tanques están a algunos cientos de metros de distancia. Puedes escucharlos disparar todo el día”.

Las organizaciones que crearon la GHF están asociadas al cristianismo evangélico estadounidense y a contratistas militares vinculados a la CIA. En los cuatro centros de reparto de alimento implementados en el sur de Gaza por estos dudosos actores, el ultraconservadurismo cristiano ha encontrado su contraparte en el extremismo musulmán: Israel ha armado a bandas criminales gazatíes asociadas al Estado Islámico (EI) y las ha puesto a custodiar el perímetro externo de los centros de reparto.

Ateniéndonos a la terminología con la que se suele describir a Irán y a sus aliados en Medio Oriente, este grupo gazatí vinculado al Estado Islámico sería un “proxy” de Israel, es decir, un grupo armado externo que opera a su servicio. Durante años –y particularmente en Siria– Israel y EE. UU. armaron y prestaron toda clase de asistencia a organizaciones terroristas que se desprendieron de Al Qaeda. Estos sanguinarios yihadistas fungen de aliados o enemigos de Occidente, según resulte oportuno.

A pesar de que estos son hechos perfectamente comprobados, nunca se describe a estos grupos terroristas como “proxies” de Israel y Estados Unidos en la región, otro logro de la propaganda occidental y sus colaboradores en la gran prensa.

Con buena parte de la gran prensa en el bolsillo, Netanyahu y su camarilla han tenido el descaro de desestimar las revelaciones de “Haaretz” y otros medios periodísticos como “libelos de sangre”, término que hace referencia a alegatos antisemitas que, durante el medioevo, acusaban a los judíos de secuestrar y matar cristianos para usar su sangre en misteriosos rituales.  

Israel también ha difundido la idea de que Hamás estaría robando las provisiones destinadas a los civiles gazatíes, por lo que había que diseñar un sistema de reparto que impidiera estos hurtos. Así se justificó la creación de la Gaza Humanitarian Foundation, que Naciones Unidas ha tachado de “abominación”.

La misma prensa israelí ha desmentido el bulo. Según un artículo publicado en la página web del Canal 12 de la señal abierta israelí (27/05/25), de 110 casos de vandalismo ocurridos en contra de convoyes humanitarios, “ninguno fue llevado a cabo por terroristas de Hamás”. Jonathan Whittall, cabeza de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, lo confirmó, añadiendo:

“El robo de ayuda, desde el comienzo, ha sido llevado a cabo por bandas criminales bajo la vigilancia de las fuerzas israelíes… (bandas que) fueron permitidas de operar en las inmediaciones del cruce de Kerem Shalom hacia Gaza” (“The Guardian”, 10/06/25).  

Debido a declaraciones como esta –así como a las que condenan el criminal sistema de reparto de alimentos israelí por ser una “abominación” y una “trampa mortal”–, el régimen Netanyahu dice que Naciones Unidas se ha “alineado a sí misma con Hamás” (cuánto se parecen este tipo de declaraciones a los discursos con los que los conservadores exigen sacar a sus países de cuanto organismo internacional existe).

Irónicamente, el derecho internacional está siendo desmantelado por un régimen que suele justificar un genocidio, junto con un sinfín de crímenes de guerra –como usar el hambre como arma–, en las atrocidades que los judíos sufrieron a manos de los nazis durante el Holocausto.

Cuando acabó la Segunda Guerra Mundial, Alemania fue desnazificada. Desgraciadamente, nunca se desnazificó a las élites occidentales que hoy arman, financian o encubren a Benjamín Netanyahu, quien se pasea por Europa y Norteamérica como si estuviera en su casa.

Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 740 año 16, del 04/07/2025

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