Maritza Espinoza
"Como ven, mis condiciones son modestitas. Ya veremos en diciembre, cuando se sepa exactamente a quiénes y a cuántos tendremos en carrera, si alguno cumple con por lo menos la mitad. Entretanto, crucemos los dedos y aguantemos los meses que faltan"
Sé que, a estas alturas, usted debe estar pensando en cosas muy trascendentes, como el escupitajo del “llamacongresista” a un periodista en Puno, los papelones de la presidenta en cada foro internacional que pisa o los desamores de Maju Mantilla, pero vengo aquí a recordarle que, dentro de apenas seis meses, tendremos unas elecciones generales en las que deberemos decidir quién dirigirá los destinos del Perú.
Las encuestas, todas prematuras en un país donde las cosas pasan en un segundo, coinciden en que, hasta este momento, las candidaturas que encabezan las preferencias del electorado - quitando al envidiado candidato Blanco/Viciado/Ninguno/No precisa, que se sitúa entre el 49% según Ipsos y el 62.7% según IEP- son tres: Keiko Fujimori, Rafael López Aliaga y uno de los Vizcarra (el orden es alfabético), seguidos de una miríada de aspirantes que por ahora no pinchan ni cortan.
Para entrar en detalle, los tres favoritos-no-tan-favoritos muestran cifras tan bajas que nada garantiza que pasen a segunda vuelta, salvo algún fraude en toda regla. Según Ipsos, el orden es: Rafael López Aliaga con 10% y Keiko Fujimori o Mario Vizcarra (el hermano del que todos sabemos), empatados con 7%. De otro lado, según IEP, el orden es: Martín Vizcarra, con 9.2%; Rafael López Aliaga, con 8.5%; y Keiko Fujimori, con 5.9%.
Pero más allá de lo que puedan decir las encuestas, es fundamental que, desde ya, los peruanos vayamos estableciendo los criterios que usaremos para elegir a nuestro gobernante por los siguientes cinco años si la voluntad popular así lo quiere y, lo más importante, si un congreso propicio se lo permite y no lo vaca antes.
Personalmente, tengo bien clarito el filtro que voy a aplicar para elegir a mi candidato. Mi lista de requisitos es bien modesta y consta de diez puntos. Antes, debo decir que, como la Magdalena no está para tafetanes, no estoy buscando a un estadista a la europea ni a un inmaculado arcángel del Señor. No. Voy a elegir entre lo que haya. Y voy a rebuscar hasta el fondo del cajón, porque la fruta que se pone encima está demasiado manoseada.
Aquí les va mi decálogo para elegir
1. El candidato que yo elija debe tener un lenguaje que convoque y no divida. Nada de discursos de odio. Ya estamos demasiado enfrentados como para sumar más violencia a la campaña. Y lo mismo digo de sus seguidores: si insultan sistemáticamente a los contrarios y su candidato es incapaz de deslindar de ellos (por ejemplo, si no es capaz de repudiar los actos de La Pestilencia), descartado de plano.
2. Debe tener un equipo y una lista congresal de gente con talante democrático. No adoradores incondicionales que creen que la lealtad es apañar corruptelas, sino personas que lo siguen porque hay coincidencias programáticas, aunque puedan discrepar en algún momento.
3. Debe tener claro que dictadura es dictadura, sea el gobierno de Alberto Fujimori o el de Nicolás Maduro. Y que facho es facho, sea Jair Bolsonaro o Vladimir Putin. Más aún: debe tener las agallas para advertir cuándo un gobernante elegido democráticamente coquetea con el autoritarismo, se llame Donald Trump o Nayib Bukele.
4. Sus futuros congresistas, todos, deben tener alguna preparación y conocimiento de la Constitución. Que se le cuelen uno o dos impresentables, vaya y pase, pero que no sea la norma, como ha pasado con este congreso, donde la decencia es la excepción absoluta.
5. No debe apostar al miedo. ¡Uy, el terrorismo! ¡Mamita, los venezolanos! No. Somos un país con demasiados traumas para meternos más terror.
6. Debe trasmitir un mensaje positivo. Esos candidatos que sólo ofrecen endurecer castigos, echar extranjeros, ajusticiar corruptos y aplicar pena de muerte hasta a los feos siempre me dan mala vibra. Además, la experiencia ha demostrado que la inteligencia policial junto a una justicia independiente funciona mejor que las penas extremas.
7. Debe tener un plan de gobierno decente. Así de poquito pido: un plan de gobierno que no sea una burla a la inteligencia ajena.
8. Sus candidatos a congresistas deben demostrar que conocen ese plan de gobierno y que trabajarán para que se plasme. Ídem para el candidato.
9. Que no salga con que temas como el calentamiento global, los derechos de las minorías o la diversidad cultural “no son temas urgentes”. Y que aborde esos temas sin que por delante estén sus odios o sus prejuicios. Si es casado, soltero, gay, monógamo, católico, budista, ateo, me es irrelevante. Eso sí, que no pretenda contrabandear eso como plataforma de gobierno.
10. Por último, debe garantizar que respetará el recambio democrático. Es decir, que no se quedará ni un minuto más que sus cinco años en el poder. Esto es innegociable, porque a menudo vemos a prospectos de dictador que, por hacer una cosa bien (que es su chamba) y tener apoyo popular, se creen indispensables y aprovechan la racha de popularidad para violar, alterar o soslayar mandatos constitucionales.
Como ven, mis condiciones son modestitas. Ya veremos en diciembre, cuando se sepa exactamente a quiénes y a cuántos tendremos en carrera, si alguno cumple con por lo menos la mitad. Entretanto, crucemos los dedos y aguantemos los meses que faltan.
Fuente: https://larepublica.pe/opinion/2025/10/02/mi-decalogo-para-elegir-por-maritza-espinoza-hnews-52234
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