Juan Manuel Robles
"¿Por qué le dice camarada, señor candidato?, le pregunta la aterrada conductora"
Son tiempos de polarizaciones y extremismos, y no se puede descartar que un loco —un loquito— llegue a la segunda vuelta con su boca grande, sus ideas tremebundas, su lengua “sin filtro”, su bien ganado título de radical. Ya va siendo claro que en estas elecciones el mal menor consistirá en elegir al loco no tan dañino, el que destruya menos, el que no hiera tanto, el que no dé demasiada vergüenza, solo la justa, solo la que nos merecemos. Hay que mirar con detenimiento a esos orates. Hay que mirarlos bien porque es posible que haya que votar por alguno cuando toque definirse. Entonces debemos hacer como Gareca, tocarnos las sienes con los deditos índices y pensar. Son días de polarización y desmesura, y es probable que un extremista llegue lejos usando la estrategia de jugar a provocador, a bocazas, prometiendo disparates que desafían toda lógica, poniendo a chambear como hormigas alborotadas a los verificadores de datos (pobres chancones que se han convertido en coristas, mera música de fondo, porque ya a nadie le importa la verdad). Con casi cuarenta candidatos a la presidencia, solo podrán despegar los altisonantes y mandados. De ahí saldrá la nueva fijación del pueblo (no digo esperanza porque eso ya fue). No creo que a estas alturas alguno de los tibios llegue muy lejos. Las elecciones son, desde hace tiempo —y lo serán más que nunca—, un coliseo romano para las masas, la única oportunidad para castigar y joder, el verdadero circo que compensa la falta del pan.
Ese candidato, ese loco, pasará probablemente a la segunda vuelta con Keiko Fujimori, que por esas cosas de la vida es hoy la “moderada”, fascista pero trasnochada, la hija de un dictador del siglo pasado, que le encarga la lucha contra el crimen a un viejito del GEIN. Keiko se ha convertido, como jugando, en la política tradicional. Esa es su debilidad y su fortaleza. Entonces el asunto del loco se vuelve algo más serio. Pues si pasa Keiko y también uno de esos locos, yo votaré por el loco.
Ustedes también. Y ese loco ganará.
¿Es muy temprano para buscar ese loco no tan dañino? No, el tiempo corre. Por supuesto, hay locos y locos. Yo siempre preferiré al loco que esté a la izquierda. No me malinterpreten. No es que a estas alturas piense que loco rojo es moralmente superior. Es un simple análisis costo beneficio. No existe tal cosa como los “dos extremos”. El loco de derecha, de ganar, tiene luna de miel con la prensa, crédito de los empresarios, luces verdes para gastar e invertir, con comisiones y sobrecostos, impunidad para reprimir y matar. El loco de izquierda, el supuesto radical, solo puede hacer un décimo de las cosas que promete. Primero los periodicazos lo aturden. Luego la Confiep lo neutraliza. El Tribunal Constitucional le agua la fiesta. Los militares le juran lealtad pero por lo bajo conspiran.
Expulsado de la contienda Antauro Humala —el gran loco calato que ponía a temblar al establishment—, quien se va perfilando como loquillo rojo es Ronald Atencio, un político hasta ahora desconocido. Su candidatura se dio de manera imprevista, cuando Guillermo Bermejo resultó condenado por “terrorismo” sin ser terrorista, en una sentencia que a todas luces buscaba sacarlo de carrera (había sido absuelto dos veces desestimándose los cargos, unánimemente). Atencio ha empezado con la pata en alto (y en esto le ganó el vivo a todos): prometió indulto a Pedro Castillo, a Betssy Chávez, a Aníbal Torres y al propio Bermejo. Los llama “presos políticos”. Es lo que son.
Candidato por accidente, Atencio no tiene nada que perder. No teme ir a los sets de televisión de la ultraderecha —y a esas cocinas de fake news—. Cuando le preguntan por Bermejo, se refiere a él como “mi camarada Bermejo”, con toda la intención del mundo. ¿Por qué le dice camarada, señor candidato?, le pregunta la aterrada conductora. Vamos al diccionario, propone Atencio. Camarada: Persona que anda en compañía con otras, tratándose con amistad y confianza. Correligionario. Compañero. ¿Pero en el Perú a qué suena eso, señor Atencio?
—Los candidatos también tenemos que educar al pueblo.
Sobre Nicolás Maduro, ha dicho lo inesperado: Venezuela, para él, es una democracia, pero el tema no es importante porque no quiere copiar al modelo venezolano. Esto seguramente le va a restar votos pero le evitará malabares y contorsionismos. El tema de Venezuela parece estar en otros ámbitos: ya no es la red que puede extenderse en el continente, la Patria Grande con petrodólares. Ahora mismo es un asunto de aviones de guerra, barcos, drones y ultimátums.
Sobre la inseguridad ciudadana, Atencio se ha mandado con una propuesta inesperada: un escuadrón de aniquilamiento. Tranquilos, nos dice. No es el Grupo Colina, sino una división con poderes especiales y facultades de investigar y aniquilar al crimen organizado. Su propuesta es desprolija y temperamental. Pero hay algo interesante: ¿cuándo fue la última vez que un candidato de izquierda propuso la ley y el orden contra el crimen? Lo de Atencio prometiendo “aniquilar” está más cerca del pelotón de fusilamiento de Antauro Humala que de la reinserción social y la readaptación con que se caricaturiza a la izquierda.
¿Será Atencio el loco rojo que alza vuelo? Yo lo he visto en las entrevistas, primero me he reído por su falta de filtro —casi un suicidio—, y luego he pensado lo mismo que Michael Corleone en aquel viaje a La Habana: “puede ganar”. Después me he rectificado diciéndome a mí mismo que no hay forma, que Perú no volverá a elegir a un izquierdista en por lo menos veinte años. Pero acabo de ver al derechista Juan Carlos Tafur gritando, desesperado, en Tiktok: “Atencio tiene posibilidades, es una amenaza latente”. Y me convencí de que lo es.
Yo sé que mis lectores, personas cultas y sensibles, están pensando en otros —Nieto, Pérez Tello, Lescano— y hasta les puede parecer ofensivo que me ponga tan siquiera a mencionar a un loquillo marxista. Pero hay que cerrar los ojos y ver los escenarios. Keiko en segunda vuelta con López Aliaga (u otro radical delirante de derecha). O Keiko en segunda vuelta con un loco rojo (Atencio u otro que aparezca). De manera que más vale ir mirando. Finalmente, yo sé que no soy analista político y que puedo estar diciendo disparates. Si no les gusta, siempre pueden leer a Alfredo Torres.
11-12-2025
Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 762 año 16, del 12/12/2025
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