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10 de abril de 2021

Perú: La economía no se reactivará mágicamente con la mano invisible del mercado

Verónika Mendoza  (Entrevista de Enrique Patriau)

Verónika Mendoza, la candidata presidencial de Juntos por el Perú, viajó al Cusco para cerrar su campaña. Conversó con La República para explicar sus principales propuestas, en diferentes materias, entre ellas salud y economía.

Antes que nada, ¿cómo llega usted al final de la campaña? ¿Qué reflexión le deja este periodo intenso?

La verdad, con sentimientos encontrados. Por un lado, como probablemente le está ocurriendo a muchos peruanos, cada vez que prendo el celular tengo una noticia nueva de algún familiar o compañero con COVID-19, que busca oxígeno o cama UCI. Eso por supuesto genera mucha angustia y dolor. Al mismo tiempo, tengo mucha esperanza porque he visto en las últimas semanas y días cómo mucha gente se ha ido sumando a la campaña, despertando su esperanza de que las cosas sí pueden cambiar. Me quiero quedar con esa clave de esperanza que voy sintiendo en las calles.

Hablemos de propuestas. Ayer -miércoles- se reportaron 314 fallecidos. Eso, en el registro oficial. La situación es dolorosa. La pregunta es concreta y le pido una respuesta concreta: ¿En cuánto tiempo un eventual gobierno suyo podría vacunar a la población peruana, al menos en su mayor parte?

En nuestro plan de gobierno se estableció que a mediados del próximo año pero, la verdad, es que a estas alturas y dado que esto depende mucho del contexto global, es aventurado plantearse una fecha específica. Lo que sí podemos asegurar es que haremos todas las gestiones, tocaremos todas las puertas de todos los países y laboratorios, sin sesgos ideológicos que sí hubo en la gestión de Vizcarra y Sagasti. Por otro lado, hay que garantizar transparencia en la negociación con esos laboratorios y en el calendario y prioridades de la vacunación. Ahora hay Vacunagate regionales y esto se resuelve con un padrón único para que haya fiscalización de toda la sociedad, para que la vacuna llegue a donde debe llegar priorizando a los más vulnerables y adultos mayores y sea universal, y gratuita.

Cuando habla de sesgos ideológicos, ¿asumo que irían por las vacunas rusas?

Cualquiera. No importa de qué país llegue, si no que se apruebe su efectividad. Eso pasa por darle más cabida a la ciencia con un equipo de asesoría que ayude a tomar decisiones. Esto también va de la mano con nuestro compromiso de constituir, en un proceso de mayor aliento, un ministerio de Innovación, Ciencia y Tecnología.

¿Aceptaría la colaboración de privados en la distribución de las vacunas?

Por supuesto que sí. Es lo más lógico y natural. Eso sí, con un mando único y un calendario transparente. Tenemos que convocar a todos los sectores. Mientras tanto, necesitamos asegurar la provisión de oxígeno. Hoy (jueves) en el pasacalle, dos familias se me acercaron con un balón de oxígeno en la mano. Por eso hemos planteado que por lo menos 1.000 centros de salud puedan proveer de oxígeno a la gente, con concentradores que no cuestan una fortuna y que pueden salvar muchas vidas si es que el primer nivel de atención se refuerza. Insisto, no dudaremos en aplicar la ley general de salud para que el Estado pueda tomar el control temporal y garantizar la producción y distribución del oxígeno medicinal y no dejar morir a la gente.

¿Integraría el sistema de salud?

Es indispensable. Va a ser un proceso de mediano plazo. Necesitamos un gran diálogo para avanzar en ese sentido. Lo hemos visto en la propia campaña de vacunación. EsSalud camina por un lado y el Minsa por otro. Es absurdo.

Vayamos a la reactivación económica: El estudio de Videnza, por el que le han preguntado ya, dice que el plan económico de JP costaría un 11,9% del PBI. Usted ha dicho que no es verdad, que no se ha aclarado la metodología empleada. En una entrevista con Juliana Oxenford dijo que el plan costaría 17 mil millones de soles, ¿correcto? ¿Qué incluye esos 17 mil millones? ¿Dos bonos universales más el plan de empleo masivo temporal?

Así es. Hemos planteado un plan integral, que incluye una primera etapa de reactivación de la economía, un segundo momento de reforma tributaria para que el Estado pueda recaudar más recursos y distribuirlos mejor y un tercer momento de revolución productiva para generar riqueza y distribuirla mejor. La primera etapa que se tiene que implementar en los primeros meses incluye el “Plan Chamba”, con las transferencias de dos bonos universales que cuestan aproximadamente 15 mil millones de soles y el plan de empleo masivo temporal que cuesta dos mil millones.

¿Y los 30.000 millones de créditos que ofrecen?

Es una garantía del Banco Central de Reserva (BCR) de 30 mil millones de soles, que no es un desembolso. Es una garantía que, en su gran mayoría, no se va a gastar, se va a recuperar. Al mismo tiempo, habrá un incremento progresivo de la inversión pública. Pero, en lo inmediato, son aproximadamente 17 mil millones. El Fondo Monetario Internacional le ha recomendado al Estado peruano que utilice sus ahorros fiscales para reactivar la economía. Es una cuestión de sentido común. Parece que muchos candidatos pierden de vista que estamos atravesando la peor crisis económica de los últimos 30 años. La economía no se va a reactivará automática y mágicamente con la mano invisible del mercado.

¿Estos créditos serían otorgados con la condición de que no se despida a los trabajadores, o se les mande a suspensión perfecta?

Así es. Hay que reconocer que para el segundo Reactiva las cosas fueron mejorando. El primero sí fue un desastre porque había empresas en paraísos fiscales, procesadas por Lava Jato, que recibieron la plata para al día siguiente despedir a sus trabajadores. Por supuesto, hay que poner candados. Además, hay que priorizar a las micro y pequeñas empresas. Son las que más empleo generan.

¿Ya sabe a qué sectores se les retiraría exoneraciones tributarias?

Tenemos que hacer una revisión y un análisis exhaustivo, no tenemos toda la información de las entidades públicas, pero nuestra voluntad es revisar las exoneraciones tributarias. Hay algunas que claramente ya no van, como a las universidades privadas con fines de lucro. Lo propio con el sistema de la agroexportación. Veinte años de exoneraciones ya estuvo bueno, ya fue suficiente para que este sector empiece a pagar.

¿El impuesto a las grandes fortunas sería permanente o eventual?

Así como lo hemos planteado, para multimillonarios con fortunas acumuladas de más de 100 millones de dólares, perfectamente podría mantenerse en el tiempo para poder recaudar un dinero adicional. Pero eso se evaluará en función de cómo se vaya moviendo la economía, de cómo se vaya fortaleciendo la capacidad recaudadora del Estado y elevando la presión tributaria. Ninguna de estas medidas será de por vida. Siempre hay cosas que se tienen que evaluar.

¿Han calculado cuánto dinero se podría recaudar? Hay multimillonarios en el Perú, claro, aunque no tanto.


Hay multi-multimillonarios como Rodríguez Pastor, que tiene 4 mil millones. Hay fortunas acumuladas que no se imagina. Ciertamente, somos conscientes de que no es un gran impuesto recaudador, sin embargo va a contribuir. El promedio de lo que recaudan algunos países de América Latina que aplican ese impuesto es el 1% del PBI, y es lo que nosotros esperamos recaudar también.

¿La clase media pagaría más impuestos en un gobierno suyo?

No. El único impuesto que vamos a crear es el impuesto a los multimillonarios. Esa campañita de que le vamos a quitar sus ahorros a las familias es falso.

Óscar Dancourt, del equipo de JP, dijo en una entrevista con Mávila Huertas que Julio Velarde ha hecho una muy buena gestión al frente del BCR. ¿Eso significa que se podría quedar en la institución?

¿Otra vez la pregunta? De lo que se trata es de…

Se la planteo porque Dancourt mismo tocó el tema.

Enrique, en una entrevista que tuve contigo reconocí que el señor Velarde había tenido una propuesta interesante e importante y que las deficiencias en la implementación (de Reactiva) responden más bien al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). A Reactiva queremos replicarla con mejoras. Además, vamos a mantener la política monetaria. Lo importante son las instituciones y las políticas.

Yo le pregunto porque Dancorut mencionó lo que le he dicho.

¡Lo hemos reconocido! Los dogmáticos no somos nosotros. Los fanáticos que dicen que la mano invisible del mercado lo va a resolver todo o que cada quien se compre su vacuna, no somos nosotros. Nosotros tratamos de actuar siempre con sentido común.

Una curiosidad. El Instituto Peruano de Economía (IPE) también presentó un estudio sobre el plan de gobierno de JP y no lo dejó bien parado en comparación con otros. Al parecer, ustedes desatan temores en algunos sectores económicos, poderosos e influyentes. ¿Eso será un problema al momento de gobernar?

A ver, Enrique. Varias cosas ahí. Soy consciente de que hay toda una contracampaña brutal en estos últimos días, que anuncia que vamos a quebrar la economía, destruir a las familias y convertir al Perú en Venezuela y otras barbaridades que no me atrevo a mencionar. Dicho sea de paso, sería importante que los organismos del sistema electoral, en algún momento, verifiquen cómo se usa la pauta publicitaria en redes sociales, en Facebook por ejemplo, en donde hay una contracampaña muy agresiva y mentirosa. Esa es una cosa.

¿Y la otra?

Por otro lado, me preguntaría quienes son los que realmente le tienen miedo al plan de gobierno de JP. ¿Los señores del IPE? Pedro Francke les ha planteado un debate económico y no hemos recibido respuestas. Yo me he reunido con Conveagro, con los micros y pequeños empresarios, con los confeccionistas de Gamarra. También con ADEX y la Sociedad Nacional de Industrias. Ha habido coincidencias y matices. ¿Quiénes son los que tienen miedo? ¿No serán acaso los corruptos, los lobbystas, los que se han acostumbrado a tener leyes a su medida y obras a dedo y que saben que con nosotros se les acabó el festín?

¿Han dejado en segundo plano lo de la nueva Constitución? Ya no hablan tanto del tema.

No. Cuando hemos presentado nuestro plan de gobierno no hemos dejado dos hojitas como el señor De Soto, ni hemos hecho copia y pega como el señor Lescano. Lo hemos discutido y debatido y responde a un análisis y a un proyecto. No estamos soltando propuestas según el público o la coyuntura…

No he dicho que hayan dejado el tema por completo.

Sí, sí, se lo aclaro. Lo que quiero decir es que queremos guardar coherencia entre lo que dice el plan de gobierno y lo que se propone en una tribuna o en otra. Nosotros nos mantenemos en que se necesita una nueva Constitución, lo acabo de decir acá en Cusco. Que el pueblo soberano lo decida.

Le han preguntado mucho últimamente por el respeto a la libertad de prensa. Si gana las elecciones, es casi seguro que recibirá una crítica permanente, desde el inicio. ¿Está dispuesta a tolerarla sin ninguna reserva?

Enrique, la hemos tolerado, como dice usted, a lo largo de todos estos años. Nos han dicho de todo, desde terrucos para arriba. Muchas veces, faltando a la verdad o estando en el límite de lo que es verdadero y lo que linda con la difamación. Y siempre hemos sido respetuosos y aclarado nuestra posición. Vamos a respetar la libertad de expresión y exigir que se aplique la ley vigente de radio y televisión que pone ciertos límites a la prensa en función de los propios códigos de ética que los medios de comunicación aprueban.

¿Se ha corrido hacia la centro izquierda en esta última etapa de la campaña? ¿Ha tratado de mostrar una imagen más moderada para intentar captar a indecisos?

¿Lo dice porque estoy de blanco? ¿Por qué?

Se lo pregunto.

A lo largo de nuestra campaña hemos mantenido consistencia en nuestras propuestas. Ciertamente, puede haber un momento en el que hayamos puesto más énfasis en las vacunas o en el oxígeno porque la situación lo amerita, porque la gestión del señor Sagasti no está siendo la más eficiente. Pero nos mantenemos en las cosas que hemos planteado porque estamos convencidos de que corresponden a lo que necesita el país. Usted ha hablado de la nueva Constitución y nos ratificamos en ella. Al inicio de la campaña anunciamos que era importante una segunda reforma agraria para dar un salto productivo y me ratifico plenamente en eso. Nos mantenemos en la misma línea. Quizás lo que ha pasado es que hemos tenido oportunidad de explicar un poquito más nuestras propuestas, y bueno, espero que generen expectativa e interés.

¿Pedro Castillo es para usted una preocupación? Le disputa un electorado que -de no participar él- posiblemente la apoyaría, al menos parte.

Seamos muy honestos. En estos momentos todo el electorado está en disputa. Hay todavía mucha indecisión, desconfianza, lo que es comprensible por la crisis sanitaria y política, con una bronca constante entre el Parlamento y el Ejecutivo. Lo que nos toca es redoblar esfuerzos hasta el minuto final para desmontar esas campañas de miedo y difamación. Lo que siento es que hay una voluntad de cambio y esperanza en la gente. Confío en que la esperanza va a vencer.

¿Pedro Castillo es una izquierda conservadora? ¿Cómo lo ve?

Bueno, hay cosas en las que hemos discrepado claramente. Recientemente ha anunciado que no estaría de acuerdo con un impuesto a las grandes fortunas. Nosotros sí estamos a favor de una educación con enfoque de género, para la igualdad. Como mujer, además, veo y sufro el machismo y toda la violencia que genera en el país. En plena pandemia, en el momento en que las mujeres supuestamente estábamos en nuestro lugar más seguro, la casa, las cifras de violencia recrudecieron. Hoy más que nunca necesitamos una educación con enfoque de género. Sé que es una palabrita que han demonizado y que asusta a mucha gente, sin embargo no es otra cosa que educación para la igualdad y el respeto. Nosotros sí vamos a defender ese tipo de educación.

Imaginemos que gana y se hace presidenta. ¿Qué país quisiera dejar el 2026?

Un país en donde todos los ciudadanos sin ninguna discriminación puedan acceder a salud y educación de calidad, puedan tener derecho a una vivienda digna, donde nadie se queda sin estudiar por no tener acceso a Internet, donde aprovechemos soberanamente nuestras riquezas. El Perú es un país rico. Lo tenemos todo. Lo que no hemos tenido es soberanía sobre esos recursos y por eso ratifico nuestra propuesta de nacionalizar el gas. Aspiro a un país en donde, todas y todos, seamos iguales y podamos ser felices. Eso es lo que yo quiero para mi país y no creo que a nadie le dé miedo eso.

6 de abril de 2021

Perú: Despejando Temores

 

Pedro Francke


Estas semanas han arreciado las campañas de la derecha y la Confiep en contra de Verónika Mendoza y Juntos por el Perú, y el área económica es una de ellas. Despejamos temores acá, para no dejar espacio a las fake news y los inventos descarados que sueltan por ahí.

Un primer ataque dice que no existen los 70 mil millones de ahorros fiscales que sustentarían nuestro Plan Chamba, un programa de emergencia que incluye 200 mil empleos temporales para pequeñas obras y trabajos de mantenimiento, 15 mil millones en ayuda alimentaria y dos bonos rápidos, y aumentar la inversión pública en 2 puntos adicionales del PBI. Keiko dijo en el primer debate que dudaba que existieran, pero le sacamos el dato exacto publicado por el BCR. Luego han insistido en que ese dinero no estaba disponible, lo cual desmentí en detalle en mi blog pedrofrancke.com: el propio BCR ha estimado que de esos 70 mil millones solo se usarían 950 hasta fin de año. La comprobación más clara que una política de ese tipo no solo es posible sino también conveniente ha venido del Fondo Monetario Internacional, quien ha dicho que “usando el amplio espacio fiscal disponible, la política fiscal debiera atender la nueva emergencia sanitaria y seguir sosteniendo los ingresos de los hogares para reducir la pobreza y asegurar contra nuevos riesgos de un menor crecimiento”. El FMI ha propuesto entregar bonos por 17,500 millones y ha señalado que en ese caso “quedaría suficiente espacio fiscal para una política fiscal anticíclica en caso los riesgos de un menor crecimiento se materialicen”, así que cualquier temor al respecto queda totalmente aclarado. Algunos se asombran que la posición de Vero Mendoza se vea respaldada por el FMI. Es que nuestro programa no pasa de ser macroeconomía estándar: cuando la economía está deprimida, hay que promover la demanda. Pueden verlo en cualquier libro de Macro. Negarlo es como negar las vacunas.

Con el afán de atacarnos, han dicho que el FMI dice eso porque busca prestarnos. Ignorancia completa. El FMI ha escrito eso en su llamado “Reporte del artículo iv” que hace todos los años y no está relacionado a sus créditos. Hoy el FMI tiene una enorme cola de países pidiéndole plata, lo menos que quiere es agradar los pedidos. Además, el FMI por su función no apoya al fisco, sólo hace préstamos de apoyo al BCR. En resumen: nuestra derecha, anti-estatal e inhumana hasta por gusto, ha quedado fuera de juego por el informe del FMI. Entregar más ´Bonos’ es, en este caso, aplicación de economía básica. Por eso lo hizo Donald Trump y lo hacen Joe Biden, Boris Johnson, Angela Merkel, Sebastián Piñeira e Iván Duque.

Pero nuestros confiepistas son una cosa ideologizada al extremo, así que ni con el FMI dándoles línea, se detienen. Nos quieren seguir vendiendo el discurso de que no ayudemos a la gente que se enferma, muere y está empobrecida. Así que mediante su diario El Comercio desplegaron páginas completas a un informe hecho por Luis Miguel Castilla diciendo que el plan de Juntos por el Perú es mucho gasto. ¿Sabemos cómo se ha hecho el cálculo? No, así que nadie puede contrastar la veracidad de las cifras. Ni siquiera se sabe a qué periodo se refiere.

Como no hay forma de contrastar el cálculo de los números, reté a debate al autor el lunes pasado. Mientras tanto, sin posibilidad de una discusión económica detallada, sólo podemos referirnos al autor. Recordemos que Luis M. Castilla, ministro de Ollanta y la Confiep, maniobró a favor de Odebrecht y “el club de la construcción”, asunto por el que ha sido acusado por la fiscalía. Es también quien mantuvo las ventajas y exoneraciones tributarias a mineras, bancos y AFPs. ¿Se puede creer que es alguien preocupado por una sana política fiscal? Ni hablar.

EL CUENTO DEL CHAVISMO ECONÓMICO

El otro cuento es que repetiremos la política de Chávez en Venezuela. Pero ¿planteamos expropiar empresas? No. ¿Crear empresas púbicas? No. ¿Controlar los precios de los alimentos? Tampoco. ¿Establecer un control de cambios con un “dólar negro”? Otra vez no. Hace 5 años, asesoramos a Vero Mendoza con este mismo equipo económico, ahora ampliado, y nuestra propuesta fue similar: apoyar a las pymes con crédito, reducir costos de energía, mejorar carreteras y comunicaciones y diversificar la producción. Nunca hemos propuesto una economía estatizada. Varios miembros del equipo económico, como José de Echave, Oscar Dancourt, Humberto Campodónico, yo mismo y varios otros, tenemos publicados en los últimos 20 años decenas de artículos periodísticos, artículos académicos y libros que suman decenas de miles de páginas, y en ninguna de ellas podrán encontrar esas propuestas. Estoy seguro que ya alguien pagado por la cúpula oligárquica ha estado escudriñando palabra por palabra, pero no han podido encontrar nada.

¿Hiperinflación? Oscar Dancourt ya fue director y presidente del BCR y mantuvo la inflación en 2 por ciento anual. El actual esquema de política monetaria del BCR, con metas de inflación y “flotación sucia” del tipo de cambio para evitar disparadas, que se estableció durante su gestión, es el que sigue vigente hasta hoy y nuestra propuesta, escrita en el plan de gobierno, es mantenerla, al igual que a autonomía del BCR.

Acusan a Juntos por el Perú de ser anti-empresas privada y anti-mercado, pero es al revés: daremos 30,000 millones de crédito barato, que serán un apoyo efectivo a las empresas, en especial a las pymes y al agro, para que puedan subsistir, crecer e invertir. Añadiremos competencia en el sector financiero. Por otro lado, el apoyo a las familias mediante empleo temporal y bonos, será dinero que regresará al mercado, permitiendo que las empresas vendan más y así sus negocios crezcan. Es el negar una respuesta de emergencia a esta crisis, con ajuste fiscal y crédito escaso, lo que provocarían mayor quiebra de las empresas y depresión.

Hay quienes nos acusan de estatistas por querer mantener a Sedapal y las empresas públicas de agua en manos del estado, como ha hecho Pedro Cateriano. Es verdad que no privatizaremos el agua; la consideramos un derecho. En Tumbes se privatizó el agua y fue un fracaso. Debemos mantener las empresas de agua en manos del estado, como sucede en la mayor parte del mundo. ¡Hasta en el Berlín de la Merkel el agua es pública!

MÁS EMPRESA CON MEJOR ESTADO

Afirmamos la necesidad de transformar esta economía que niega el derecho a la salud y educación, posterga la ciencia y la tecnología, y frena la diversificación productiva y la industrialización. La minería, debe hacerse respetando el medio ambiente y la voluntad democrática de los pueblos, dejando al país las regalías y tributos justos.

El problema principal es que se ha desprotegido a la industria nacional y al agro y dado la espalda a las enormes potencialidades de nuestra diversidad natural y cultural. Se da facilidades a que entren ropa y zapatos a precio de dumping arruinando a los productores locales y matando empleos. Se prefiere traer papa importada que comprar papa nacional, y las compras estatales no dan preferencia a lo nuestro. Se reverencia el artículo 63 de la constitución que dice que un extranjero tiene iguales derechos como un peruano, algo que no se encuentra en ninguna otra constitución en todo el continente americano.

Es necesario un cambio. Apoyar para su despegue emprendimientos en múltiples productos y servicios, como cacao y chocolates, cafés especiales, frutas, plantas medicinales, productos nutricionales y de cuidado personal, acuicultura, turismo en nuevos destinos, software, industrias culturales; y la lista sigue.

No es el “libre mercado” y el cerrar los ojos a evasores como el señor López-Aliaga y los 27 millones que debe a la SUNAT como nuestra patria progresará económica y socialmente. No es dejando a las pymes, a los agricultores y a los emprendedores abandonados a su suerte en una maraña burocrática cuyo mayor sentido es la corrupción, sino dialogado con ellos para facilitar su innovación y su inversión. Es recuperando la soberanía sobre nuestros recursos naturales, cobrando los impuestos justos y cancelando los paraísos fiscales, para dar la salud y la educación que resguarde y potencie nuestro capital humano. Eso no es ser estatista, es apenas una verdadera economía social de mercado.

El asunto de fondo es éste: no es achicando el estado al mínimo como se potencia mejor la empresa y el mercado; es con un buen diálogo, coordinación y trabajo conjunto entre el estado y la empresa privada como se crea riqueza económica y progreso social. Pero eso debe tener un sentido nacional y social, combatiendo la discriminación racial y de género de los poderosos, enfrentando el cerrado club oligárquico de los ultramillonarios, superando su desprecio por la vida de nuestra gente. Solo así podremos superar esta emergencia e iniciar un desarrollo económico sostenible.

4 de abril de 2021

Vergüenzas

César Hildebrandt

Vergüenza. Pero no la ajena, esa que no nos toca ni lesiona. En este caso es vergüenza paisana, nacional, nostrísima.

Vergüenza de llegar a los 200 años de república con candidatos como Rafael Santos, sicario apenas oral de Rafael López-Aliaga. ¿De dónde sale un tipo así? ¿Cómo se fabrica ese aspecto de ruin­dad? Como diría un huachafo: Santos sale de las entrañas mismas del Perú. Son los buscones que hemos creado malbarateando la política y vendiéndosela a los pobres diablos por un plato de lentejas. Somos un país equi­vocado.

Vergüenza por López-Aliaga, que de célibe empeñoso pasó a ser virgen cerebral, que de millonario en concesiones pasó a ser indigente de ideas. ¿Qué periodista de Willax le escribió, con letra enredada, lo que casi no podía leer este infeliz? ¿A quién creyó que podía engañar recitando fichas ajenas? La derecha peruana de talante religioso y ultracatólico alguna vez tuvo a José de la Riva Agüero y Osma como representante. Ahora debe contentarse con López-Aliaga. Es como pasar de un Mercedes a un triciclo cargado de chatarra.

Vergüenza por Hernando de Soto, que conmovió con su trémula vejez y sus delirios de protagonista retroactivo. Es una buena persona, un ensayista reconocido, un intér­prete novedoso de cierto aspecto de la rea­lidad peruana, pero el tiempo ha hecho su malévolo trabajo y el resultado es este mo­nólogo refundador que no se sabe qué quiere decir, a dónde se dirige, qué metas persigue. Un gobierno de De Soto sería como el que en Alemania presidió, anciano y enfermo, Paul von Hindenburg y que terminó, como ya sabemos, con Hitler en el poder. La llama­da república de Weimar duró quince años en Alemania. La nuestra, tan frágil como aquella, lleva 199 años de existencia.

Vergüenza por César Acuña, que demostró por qué tiene que plagiar tesis y libros. El milagro económico del Perú no es el PBI mentiroso ni la reducción, oficial y deleznable, de la pobreza. El verdadero milagro es que un semianalfabeto pue­da fundar universidades que lo hacen millonario y poderoso.

Vergüenza por Ciro Gálvez y Pedro Castillo, re­presentantes del folklorismo de izquierda que la derecha necesita. Una izquierda así de aldeana, así de ensimismada, así de telúrica, es la que puede arrancar algunos aplausos condescendientes en el periodismo tradicional. Ni Gálvez ni Castillo aspiran a la presidencia. Lo que quieren es una mención en cursiva al pie de alguna página. Estoy convencido de que ni siquiera eso lograrán.

Vergüenza por Alberto Beingolea, que dijo como metralleta todo lo que la derecha bruta y achorada dice despacito para que la entiendan bien. O sea: el-Estado-es-malo, lo privado-es-buenísimo, la-Constitución-fujimorista-no-se-toca. (Chancón de a 20, Beingolea tiene la inteligencia de los siervos obedientes y recita de paporreta lo que Luis Bedoya Reyes improvisaba como el Pinglo del argumentario conservador que era. Cree  Beingolea que estamos en el siglo pasado y que la derecha debe seguir con su mensaje inmovilista y terco. Ignora este señor que la casa matriz del partido que él representa, es decir, Alemania, ha empujado a la Unión Demócrata Cristiana hacia el centro y que ese viraje es el que ha permitido a la señora Merkel gobernar desde el año 2005. Beingolea cree que Pedro Beltrán está vivo y que si repite teatralmente la lección en público será entrevistado por la revista “7 Días”. Si supiera escribir, seguro que Beingolea le mandaría textos a Arturo Salazar Larraín, a quien también debe creer vivo y coleando.      

Vergüenza por Keiko Fujimori, la cabal demostración de que mi país tiene vocación de podre. Escucharla hablar de sus propuestas para combatir la corrupción es como escuchar a Mesalina hablar de la castidad, como escuchar a La Rayo hablar de la honradez, como escuchar a Magaly Medina dar una cátedra sobre el derecho a la privacidad. Que esta expresión del herpes fujimorista intente por tercera vez apoderarse del Perú para hacer con él lo mismo que hizo su padre delincuente, dice mu­cho y mal de nosotros. Dice lo peor de todos nosotros. Dice, en suma, que la ignorancia tiene un lado políticamente repugnante.

Vergüenza por Ollanta Humala, que habló como si nadie recordara lo de Odebrecht y nadie supiera que su gobierno -el suyo o el de Nadine Heredia, no importa- fue uno más de los tantos regímenes avalados por la Confiep y los empresarios voraces que allí se parapetan. El señor Humala recibió el elogio de “El Comercio”, que así premió su “sensatez y moderación”. Lo que ensalzaba, en realidad, era la castración política que los nacionalistas padecieron desde que firmaron el compromi­so aquel de ceñirse a los marcos constitucio­nales de 1993. Mario Vargas Llosa contribuyó a emascular a Humala. Quien realmente nos gobernó entre el 2011 y el 2016 fue Pichula Cuéllar.

En fin, vergüenza por Alcántara, que ratifi­có su inexistencia, y por Forsyth, que confir­mó que los únicos palos que domina son los que al parecer le han dado para ser la pantalla de un nuevo seudónimo de la vieja derecha. Y mucha vergüenza por el fugitivo Vega, que leyó con voz de susto su adiós irrelevante. No hay nada peor que te vayas de donde no te han echado y que, encima, nadie te eche de menos. ¡Y pensar que alguna vez, en 1994, cuando vivía en Madrid, fui mensajero de Pé­rez de Cuéllar en Lima para alistar su candi­datura por la UPP!

Y mucha, pero mucha vergüenza por los periodistas que hicieron de moderadores y que se hicieron cómplices públicos del señor Santos en su exhibición de matón del barrio.

Los demás se portaron como candidatos y cada quien juzgará sus propuestas, la viabili­dad de sus promesas, la consistencia de sus planes.

Lo único que puedo añadir es que esta elección terminaría de ser una pesadilla si en este momento, al escribir estas líneas, la segunda vuelta fuera un coto exclusivo de la derecha y la centroderecha. Debemos agradecer que haya una opción de izquierda para la hora de las definicio­nes. No importa lo que diga la caverna de siempre ni cuánto quieran manipular las encuestadoras. No hay que tenerle miedo a quienes nos impusie­ron, con tanques en la calle, el neoliberalismo sin hospitales ni oxígeno ni ucis. No habrá segunda vuelta de verdad ni debate serio al que asistir si la izquierda no tiene una representación. Piénsenlo bien. He llegado a este convencimiento después de una profunda reflexión y tras leer la columna que Pedro Francke publica en esta edición. Ese texto supone un compromiso público de no repe­tir en el Perú experiencias desdichadas como la del chavismo ni ensayar entre nosotros la ingenie­ría social, siempre opresiva, del socialismo de raíz marxista.

Fuente: HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 533, 02/04/2021 p12

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3 de abril de 2021

¿Tendrá el Perú su primera presidenta progresista o volverá atrás?


Gabriela Wiener

El penúltimo debate presidencial en Perú, el domingo pasado, lo ganó la candidata de la izquierda, Verónika Mendoza, solo por ser una persona normal. No es broma. Entre sus rivales, hay un señor que afirma que la covid se cura con cañazo y sal, otro que no cree en el uso de las mascarillas y un exfutbolista que asegura que sobran vacunas en el mundo. También aspira a la presidencia la hija del dictador Alberto Fujimori, Keiko, imputada por corrupción y deseosa de indultarlo.

En el debate de ayer, que volvió a ganar según varias encuestas, vimos lo mismo: la sensatez y el sentido común son ahora mismo bienes escasos en la campaña electoral peruana. El 11 de abril, cuando serán los comicios por la presidencia, los peruanos tendremos demasiadas alternativas. Y creo que solo una, la que de manera más clara ha logrado trasmitir su plan de gobierno, es la opción para no retroceder: Mendoza. Su propuesta se resume en poner por delante la vida y la salud de la gente; defender que la educación, la sanidad y la vivienda son derechos y no negocios, y reconocer a todos los peruanos como iguales.

En los debates hemos visto una parte de la retórica que están usando los candidatos para desacreditarla: buscan retratarla como una mujer radical y chavista, los demonios de una izquierda anacrónica que ella no representa. El problema es que semejante estrategia del miedo puede que sirva para ganar votos pero no para mantener la gobernabilidad del país. El Perú vive una crisis política eterna. Y tras décadas de gobiernos neoliberales esa crisis es imposible de ocultar.

La elección de candidatos de derecha no ha servido para evitar la plaga de la corrupción o salvarnos de una pandemia global. Ante este escenario catastrófico, tenemos solo dos vías: optar por la corriente continuista y conservadora en políticas económicas y sociales o dar un salto de fe y elegir, por primera vez en décadas, una opción progresista.

Así que el 11 de abril, los peruanos tendremos la opción de optar por esa posibilidad inédita en nuestra historia reciente: salir de las opciones de derecha. Y sería también histórico tener a una mujer al mando en un país en el que ninguna mujer ha llegado a la presidencia por elección popular.

Hemos probado en el Perú décadas de populismo, de proyectos empresariales, de planes de centro que se quedan en el discurso, de derecha y más derecha económica. Aún quedan por probar el progresismo real, la democracia participativa, el feminismo, los derechos sociales. Quizá se avance poco a poco pero solo algo está claro: Verónika Mendoza es la única opción para no retroceder.

El escenario del desencanto

Todo empieza con la Constitución de Fujimori de 1993 que precariza el sistema público, entrega el Estado a los grandes poderes económicos y lo hace con suficiente margen para la proliferación de la corrupción. La sensación es de estar viviendo la democracia como farsa. Los mandatarios de los últimos años —salvo uno que se suicidó para evadir la justicia— están procesados, vacados o presos. Y solo en el último año (¡en el trascurso de una semana!) el Perú tuvo tres presidentes.

En este escenario de desencanto, más de un tercio de los peruanos sigue indeciso y el voto se reparte lenta y tímidamente con una media bajísima por candidato, incluso para quien encabeza los escrutinios: Yonhy Lescano, el candidato del cañazo y la sal, congresista eterno, líder de uno de los partidos golpistas que hace pocos meses vacaron al expresidente Martín Vizcarra en plena crisis pandémica. Como se sabe, dicha maniobra ilegítima fue rechazada por la población y las manifestaciones fueron objeto de una feroz represión. Dos jóvenes fueron asesinados y Lescano sigue lavándose las manos de lo ocurrido.

El segundo lugar lo disputan cuatro aspirantes a los que distancia muy poco margen: el exfutbolista George Forsyth, hombre de derecha liberal con una docena de fujimoristas en su lista parlamentaria; la propia Keiko Fujimori, quien no necesita mayor presentación: requiere de una orden judicial para moverse por el territorio; el ultraderechista Rafael López Aliaga, empresario millonario moroso, alguien que se flagela todos los días por Cristo. Y, finalmente, Verónika Mendoza, la única candidata de izquierda y cuyo lema personalista y rítmico es: “Con Vero, el cambio verdadero”. Una idea que, sin embargo, parece empezar a calar en la población a menos de dos semanas de las elecciones.

“Puedo comprender que en este doloroso contexto haya temor al cambio”. Hay más de 50.000 muertos—aunque se sospecha que la cifra real podría ser mucho mayor— por la pandemia en Perú y “hay quienes lo aprovechan para atizar el odio, pero también hay más claridad en que las cosas no pueden seguir como hasta ahora”, me dijo Mendoza desde su pequeño departamento en el clasemediero distrito de Jesús María en Lima por Zoom.

La candidata de Juntos por el Perú me cuenta que prepara un “juguito de mango” en su primera mañana libre después de tiempo. Todos duermen en casa mientras conversamos pero en breve, dice, los despertará.

¿La primera presidenta peruana?

Sería histórico tener por primera vez a una mujer como presidenta del Perú, más aún si es una mujer que no nació en Lima, la capital, sino en Cusco. Es hablante fluida del francés y el quechua. Hija de una profesora francesa que vino del mayo de 68 siguiendo la ruta del Che y de un profesor de filosofía cusqueño, “Vero”, como la llaman, también es nieta de la partera y curandera del pueblo de Andahuaylillas. Estudió psicología y antropología en Francia y se metió muy joven a hacer política, fue congresista y postuló hace cinco años por primera vez a la presidencia.

Hoy vuelve a intentarlo a sus 40 años y, según algunas encuestas, se disputa el segundo lugar de la intención de voto y su pase a la segunda vuelta. De llegar al poder encarnaría por fin el esperado relevo generacional en la política peruana. “Nosotras estamos aquí para hacer que caigan las caretas”, anuncia Mendoza, aludiendo al puntero de las encuestas, Lescano, quien promete cambios, se autoproclama como alguien de centro, pero cuyo partido ha participado en la última marcha “provida”.

Mendoza no despertó de la noche a la mañana convertida en el proyecto de líder de la izquierda peruana que es hoy. Forma parte de esa ola de renovación de la izquierda global liderada por mujeres. La suya es una izquierda moderna y progresista, muy distinta de la izquierda populista que ha recorrido América Latina en los últimos años.

Su visión de país está en sintonía con las gestiones de otras líderes políticas en el mundo, como la ministra de Trabajo española y viceministra, Yolanda Díaz, impulsora de la reforma laboral más importante en la historia reciente de ese país. Le dijeron que el comunismo es una antigualla. “No, antigualla es que haya pobres”, contestó Díaz mientras la Vanity Fair le hace un perfil en el que habla de su origen obrero y lo bien que le queda el color rojo. O la senadora demócrata estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez, quien ha abanderado un proyecto político de izquierda impulsando banderas como la salud pública universal y el Green New Deal, uno de los proyectos medioambientales más ambiciosos del mundo; o Jacinta Arden, la primera ministra de Nueva Zelanda, abiertamente feminista y con una agenda progresista desde la centroizquierda.

La candidatura de Mendoza se inserta en esa línea de políticas que han pujado por crear transformaciones que socialicen beneficios para los más vulnerables al tiempo que plantea una fuerte agenda de inclusividad y una plataforma medioambiental en contra de proyectos extractivistas. “No se trata de fortalecer este Estado decrépito sino de construir uno nuevo”, dijo. Y añadió: “La pandemia ha roto el mito de la empresa privada eficiente y sacrosanta que hoy sabemos puede llegar a cobrar 2000 dólares por un balón de oxígeno y 60.000 por una cama UCI. No tienen reparos en dejar morir a las personas”.

Frente al sálvese quien pueda de las élites, Mendoza destaca la solidaridad entre mujeres, también entre las que sostienen las ollas comunes para paliar el hambre pandémico. De ahí su propuesta de un Plan Nacional de Cuidados para sostener ese trabajo común.

El cambio en el Perú

El “cambio verdadero” consiste en empezar a transformar el Perú el año de su bicentenario hacia una verdadera independencia, porque hace 200 años la ejecutaron las élites sin escuchar a las mayorías. Por eso, en el corazón de su apuesta política están los derechos, la justicia social, fiscal y económica. Para no retroceder, Mendoza propone una minería responsable con reglas claras, reducir la deforestación al 50 por ciento y diversificación productiva; reconocimiento también de la pluralidad de pueblos indígenas y afroperuanos; y ha prometido introducir leyes como la despenalización del aborto, la del matrimonio igualitario y el reconocimiento de la identidad de género.

Es la única candidata con posibilidades que ha ofrecido vacunación universal, gratuita y ordenada, así como incrementar el presupuesto para garantizar salud de calidad para todos. Concibe la educación, las pensiones y la vivienda como derechos borrados por la Constitución del 93. Y dice que buscará que internet sea un derecho universal. Pondrá en marcha, además, un impuesto a las grandes fortunas y una reforma tributaria. A mediano y largo plazo, Mendoza ha lanzado la idea de iniciar un proceso constituyente y una asamblea para sustituir la carta magna de la dictadura de Fujimori por una plurinacional (sería la primera vez que los pueblos indígenas sean incluidos en este proceso) y paritaria.

¿Nos atreveremos?

Sospecho que solo hay dos razones por las que muchos peruanos aún no se deciden a votar por la única candidata que es una persona normal.

Una es el cordón sanitario que ha rodeado durante tantos años a la izquierda peruana. Para alejarla del poder, los sectores de derecha no han dejado de alimentar el imaginario colectivo de su peligrosidad ideológica y no han dudado en usar para ello sistemáticamente el fantasma de Sendero Luminoso, el grupo terrorista, y el de Venezuela. Si a eso le sumas la segunda razón, que Verónika es una mujer que —a diferencia de Keiko, la única otra candidata de los veinte—, sí está posicionada por los derechos de las mujeres, podemos hacernos una idea de por qué Mendoza no está a la cabeza de las encuestas. En el Perú el machismo es transversal y hay muchos conservadores moderados capaces de optar por un candidato progre como “mal menor” pero a los que pedirles votar por una candidata progresista y feminista podría ser demasiado.

¿Se atreverán los que votan a partidos de derecha liberal a apoyar un voto útil por Verónika como votó la izquierda por la derecha en las elecciones pasadas para bloquear al fujimorismo? También está la duda de por quién votarán los miles de jóvenes que salieron hace un año a defender la democracia y tumbaron al gobierno usurpador del partido de Manuel Merino y Lescano.

Aunque los poderes fácticos intentan mantener el statu quo a toda costa, la situación es tan grave a un año del inicio de la pandemia que ya no se puede disimular el desgaste del modelo socioeconómico y la crisis de nuestro sistema político. Por eso voy a votar por Verónika Mendoza, porque siento que representa ese impulso honesto y solidario por lograr ponernos en el camino del cambio estructural que necesita el Perú. Es un momento para ser valientes, para no retroceder, para tomar decisiones históricas.

Gabriela Wiener. Escritora, periodista y colaboradora regular de The New York Times. Es autora de los libros Sexografías, Nueve lunas, Llamada perdida y Dicen de mí.

28 de marzo de 2021

Manuel Dammert (1949-2021)

César Hildebrandt

Se ha ido Manuel Dammert y a mí se me ocurre que algo de simbóli­ca tiene esta muerte. A la izquierda le ha aparecido otro muñón, otra nostalgia, otro vacío.

Dammert no aparecía en los eslóganes de las elecciones ni en los tabladillos de las ambiciones quinquenales. No era el tipo que se ponía el polo cada vez que había que votar. Su voz era crónica, su mensaje no daba tregua.

Dammert repetía a Mariátegui y demandaba un “Perú peruanizado”. Es de­cir, un país donde la soberanía fuese un ejercicio de cierto or­gullo y no el concep­to desarmado que sugiere la Constitución. Por eso se in­dignaba tanto cada vez que las empresas extractivas, seduci­das originalmente por el entreguismo extranjero de Fujimori, trataban al Perú con la punta del zapato y se refugiaban en sus con­tratos blindados, sus privilegios de acero, sus cortesías tributarias. Sí, Dammert fue el nacionalista que Húmala fingió ser. Y si la edad y las ganas se lo hubiesen permitido, se habría ido a Bolivia cuando Evo Morales logró que su país dejase de ser el viejo Potosí de las mamachas.

Pero la edad pesa y las cicatrices también. Dammert las tenía de todo tamaño y de varias procedencias.

Había surgido del Partido Comunista Revolucionario (PCR), que era una secta de estirpe guerrillera dedicada a predicar las glorias de la pólvora en las cafeterías univer­sitarias. Y luego había estado en Izquierda Unida, aquel frente amplio que Alfonso Ba­rrantes pretendió dirigir como el estalinista privado que era. Porque Barrantes se hacía el cajamarquino de sonrisa fácil pero albergaba, en el fondo, a un georgiano como aquel Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, alias Stalin.

Dammert vivió y protagonizó el canibalismo de la izquierda. Y eso lo desgastó, lo amar­gó.

Al final, con los años, lo que quedó en pie fue su defensa siempre indesmayable de lo que consideraba “las rentas irrenunciables” sobre nuestros recursos naturales. Hablaba en la tele, predicaba en la radio, escribía enredo­sos artículos en la prensa que lo acogía y el resultado era el mismo: nadie le hacía caso, que es el destino de los que suelen tener la razón.

Dammert fue una víctima más de la moledora de carne de la derecha. Cuando podían -y vaya que podían- los voceros del zombismo derechista le decían anacrónico, estatista irresponsable, rojete de marras. Si hubieran sido sinceros, le habrían dicho: “¡muérete!”. Si hubiesen tenido a Videla de socio, lo habrían matado. Porque Dammert era el enemigo de la inversión foránea, de la plata que se lleva los cerros en camiones del mismo modo que los gringos míticos se llevaron el mar del patriar­ca en la novela de García Márquez.

Ser de izquierda en el Perú es como vivir en la buhardilla de una casa hostil. Es como ser el sobrino de un tío que nos odia y que nos presta, de mala gana, el cuarto que frecuentaba como propio aquel pastor alemán muerto hace unos años. Ser de izquierda en el Perú es ser un apestado. Es ser un imán para cuchillos y chavetas.

Dammert creía que el Estado debía ser un árbitro parcial y que debía pitar siempre por la justicia y la igualdad. Lo más probable es que su concepto del paraíso fuese una demasía niveladora y lo casi seguro es que la aplicación de sus ideas nos hubiese llevado aún a más pobrezas. Pero, en todo caso, allí esta­ba su voz abierta al debate y a la con­frontación. Todas las veces que lo entrevisté me encon­tré siempre con el mismo Dammert: el denunciante de arreglos turbios, el cazador afor­tunado de concesiones apestosas a grandes empresas, el defensor de un país que no dejaba de maltratarlo y ningunearlo. Podía repetirse este Dammert, pero no claudicar. Se creía la mesa de partes de la indignación nacionalista. Fue el Luis XIV peruviano: el Estado era él. El otro había pasado por el excusado de los Fujimori y los Boloña.

Pues bien. Resulta que una reciente encuesta de Dátum demuestra que el 64 % de los peruanos “prefiere una mayor participación del Estado en la economía”.

Yo quiero tener la sospecha de que Dammert leyó esto y se murió en paz. Su largo peregrinaje de profeta abucheado tuvo, al fin, sentido. Por la pandemia supimos que carecer de Estado y venderle el alma al mer­cado de los Althaus y los Comercios produce masacres. Por la pandemia nos enteramos de cuántas mentiras se nutría el orgullo de nuestro PBI y la virtual “abolición” de la pobreza, según versión aprofujimorista. Esta­mos de regreso del cuento procaz del neoliberalismo. El secuestro del Perú en manos de sus rentistas, ujieres de las letras y “doctores de la economía”, puede terminar. Se ve en el horizonte.

Fuente: HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 532 del 26/03/2021 p10

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15 de marzo de 2021

Perú: Recuperar la patria hermosa

Manuel Dammert Ego Aguirre

En la actual crisis mundial, las grandes corporaciones transnacionales y el imperio USA se proponen aumentar su poder económico y político, redefinen el escenario mundial y profundizan la intromisión política, en particular en Latinoamérica, para el saqueo, en medio de la pandemia y el dolor humano.

En nuestro país, se alistan a hacer lo mismo, el gran capital financiero (los 4 bancos del oligopolio), la Sociedad Nacional de Minería, la Sociedad Nacional de Hidrocarburos, la Confiep, los poderes fácticos (del narcotráfico, de la concentración mediática, de USAID, de las iglesias ultraconservadoras y otros) y se aferran a defender a un Estado lobbysta y el entreguismo que les permitió adueñarse de los recursos naturales que no les pertenece y que la Constitución fujimorista les “regaló”.

La Sociedad Peruana de Hidrocarburos, con reducidas inversiones y muchas ganancias lobbystas, en petróleo, e integradas con la minería (del litio, oro y cobre), busca capturar hidrocarburos y minerales del Perú, con medidas extraordinarias antinacionales.

Además, quieren apropiarse de los yacimientos mineros y destruir nuestra agricultura nacional en costa, sierra y amazonia, imponiendo carreteras y vías para exportar minerales, liquidando el agro, los recursos naturales y las poblaciones que los habitan en costa, sierra y amazonia, para exportar especialmente oro, cobre y litio. Insisten en privatizar Petroperú y hacen campañas para maquillar a Frontera Energy (nueva IPC), empresa que fue expulsada de Colombia por sus prácticas mafiosas.

Es posible potenciar Petroperú, con su integración vertical, recuperando los lotes petroleros cuyos contratos están por vencer, con la moderna Refinería de Talara que empieza sus operaciones en noviembre del presente año; es posible recuperar nuestro gas natural y hacer realidad el Gasoducto del Sur, para la diversificación productiva, con la petroquímica y plantas de fertilizantes (úrea y otros), masificación del gas natural domiciliario a todo el sur y después a todo el país.

El Plan de Gobierno de Juntos por el Perú, contempla y afirma estas propuestas de desarrollo sostenible; fundamenta la necesidad de un cambio constitucional para recuperar la soberanía sobre nuestro gas, el petróleo, el oro, cobre y litio; la defensa del Mar de Grau para la pesca y de nuestra Amazonía. Es imperativo convocar a un referendo para una Asamblea Constituyente el mismo 28 de julio del Bicentenario.

Defendamos la producción nacional, agrícola, industrial, de hidrocarburos, y la adecuada integración productiva y vial del territorio nacional en costa, sierra y amazonia. ¡Defendamos al Perú y sus pueblos! ¡Afirmemos la Patria Ciudadana, derrotemos el saqueo lobbysta neoliberal!

26 de febrero de 2021

“Me ‘terruquean’ para asustarnos, dividirnos y para tratar de silenciar a los que queremos un cambio”

Verónika Mendoza   (Entrevista de Óscar Torres)

Según una última encuesta de Ipsos está empatando el tercer lugar con Keiko Fujimori, muy cerca de Yohny Lescano y George Forsyth. Psicóloga y antropóloga, fue también congresista de la República. Cusqueña. 40 años de edad. Va por su segundo intento para llegar a Palacio. Candidata de izquierda por el partido Juntos Por El Perú. Verónika Mendoza conversó con TROME luego del terremoto de las ‘Vacunas VIP’.

Verónika, la semana pasada Keiko me dijo que eres como la ‘Caperucita’, te haces la suavecita, pero eres roja y peligrosa. ¿Qué tienes que decir?

Prefiero ser la ‘Caperucita Roja’ que el ‘lobby feroz’. Además, la Caperucita al final vence al lobo y salva a su abuelita.

¿Qué les dirías a tus críticos que dicen que tus ideas son trasnochadas y populistas?

Que lo que nosotros queremos es construir un Estado que proteja a la gente. Que no se ponga de costado y la deje morir por falta de oxígeno o atención oportuna.

En los últimos 30 años hubo crecimiento económico y se redujo la pobreza. ¿Por qué quieres cambiar el modelo?
Porque ese crecimiento económico quedó en el bolsillo de unos pocos. Dejó a la mayoría en el abandono. Dejó al Estado sin la capacidad de garantizarnos salud, educación, vivienda. Queremos que la riqueza sea para todos.

Pero el crecimiento económico es innegable, ha sido del 5 % al 6 % en promedio y se redujo la pobreza del 50 % al 20 %. ¿Qué tienes que decir?
Pero hemos visto claramente cómo estamos ahora en una situación de abandono y de precariedad…

Claro, pero es por un tema de pandemia, ¿no?
No solamente por la pandemia, sino la debilidad del Estado que no ha sido capaz de protegernos en este contexto de pandemia, por eso ahora la prioridad para nosotros tiene que ser: oxígeno, vacuna y ‘chamba’ que es lo que necesita la gente. Para eso el Estado tiene que involucrarse activamente. Tiene que hacer su ‘chamba’ también para mover la economía y garantizar salud para la gente.

Concretamente, ¿qué harías para combatir la pandemia y reactivar la economía?
La prioridad es el oxígeno. El Estado tiene que tomar el control de toda la producción y distribución de oxígeno para salvar vidas. No se puede pedir ‘por favorcito’ a quienes producen oxígeno. Vacuna universal gratuita no solamente para el que tiene billete, esas son las propuestas de Juntos Por el Perú.

‘HAY QUE SALVAR VIDAS’

¿Por qué estás en contra de que los privados vendan la vacuna?
Porque hay escasez de vacunas. Si la empiezan a adquirir quienes solo tienen billete muchos que la necesitan de verdad, personal de salud, nuestros abuelos se van a quedar sin vacuna y se van a morir. Ahorita hay que salvar vidas. Que nos ayuden los privados para distribuir la vacuna, pero dentro de un plan nacional ordenado y cuando ya no haya escasez de vacunas, perfecto, que los privados empiecen a comercializar, pero ahorita no.

Entre tus planteamientos está crear un impuesto a las grandes fortunas. ¿Eso no te asemeja a lo que hizo la dictadura militar de Velasco Alvarado?
Jamás. Lo que estamos planteando es que los multimillonarios del país, aquellos a los que le sobra la plata y ni saben en qué gastarla pongan el hombro en esta crisis y paguen un poquito más de impuestos para ayudarnos.

¿Estatizarías los bancos como lo hizo Alan García?
No, no hemos planteado la estatización de la banca. Eso sí, promover más competencia porque hoy hay cuatro grandes bancos que concentran casi todo el mercado y ponen las comisiones y los intereses que les da la gana. Eso tiene que cambiar.

¿En un eventual gobierno de Juntos Por el Perú no habría AFP y todo el Sistema de Pensiones lo manejaría el Estado?
Sí, necesitamos un Sistema Público Universal de pensiones para que todos los peruanos tengan acceso a una pensión digna.

Mucha gente te califica de extrema izquierda. ¿Eso qué significa? ¿Cómo te defines políticamente?
De izquierda porque el corazón ¿de qué lado late? A la izquierda. Nosotros estamos del lado del corazón y de la gente. Vamos a defender a la gente.

¿Este gobierno de Sagasti es débil y sin liderazgo, como dicen algunos analistas?
Totalmente porque en lugar de garantizar oxígeno para la gente le está pidiendo ‘por favorcito’ a los productores, cuando deberían salvar vidas porque en lugar de primero dar bono, apoyo económico a las familias, las mandan a que se encierren y lo único que les ofrecen como alternativa es palos si es que salen a chambear, entonces están haciendo las cosas al revés.

¿Un gobierno tuyo sería cómo el de Hugo Chávez, Nicolás Maduro o Evo Morales?
Ninguno. Un gobierno nuestro será 100 % marca Perú.

LAS AGENDAS DE NADINE

militaste en Gana Perú de Ollanta Humala y se te relaciona con las agendas de Nadine. ¿Es verdad que ahí se consignaban los aportes que llegaban desde Venezuela?
No, todo eso son ‘refritos’. Tú recordarás, además, que yo fui la primera en renunciar antes del primer año al gobierno nacionalista.

¿Sigues siendo amiga de Nadine?
Nooo, para nada.

¿Nunca lo fuiste?
No, yo fui militante del Partido Nacionalista porque creí en la necesidad de una gran transformación que no se hizo, pero que ahora nosotros vamos a hacer.

¿Qué sensación te dio ver presos a Ollanta y a Nadine por recibir millones de dólares de Odebrecht?
Gran decepción. Que personas que en su momento canalizaron la expectativa de cambio de la gente terminen así igual que los corruptos.

También tuviste vínculos con Susana Villarán, quien igualmente pagó cárcel por coimas de los brasileños. ¿Qué reflexión?
Que lamentablemente la corrupción está generalizada. Hemos tocado fondo. Hemos visto con el caso del ‘vacunagate’, por ejemplo, cómo políticos, empresarios, grandes académicos, todos fueron capaces de saltarse la cola para vacunarse primero. Por eso necesitamos un cambio de raíz, una nueva Constitución para erradicar completamente la corrupción.

Yonhy Lescano en referencia a ti dijo que no era marxista, leninista ni maoísta. ¿Crees que te está quitando votos sobre todo en el sur del país?
A mí me parece muy desleal de parte de Lescano porque con él compartí en el Congreso, juntos nos enfrentamos a los corruptos y mafiosos que nos ‘terruqueaban’ y ahora él me ‘terruquea’ a mí. Realmente me decepciona muchísimo.

¿Cómo reaccionas cuando te ‘terruquean’, te dicen que eres ‘proterruca’?
Lo primero es que duele, duele que algunos apelen a algo que fue tan doloroso para el país, para tratar de silenciar a los que queremos un cambio, pero también creo que ahora ya no funciona. La gente se ha dado cuenta de que el ‘terruqueo’ es para asustarnos y dividirnos, y que ya no hay por qué asustarse con ello.

‘GUZMÁN ES UNA VERGÜENZA’

Julio Guzmán sostiene que tus ideas no funcionan y pertenecen al pasado. ¿Qué opinas del ‘moradito’?

Si tiene ideas tan brillantes que las aplique ahora a través del gobierno del señor Sagasti, igual que el señor Lescano, tienen entre los dos una mayoría parlamentaria con la cual podrían aprobar leyes para que la gente tenga oxígeno, para que la vacuna sea gratuita, para generar empleo, pero ahí están tranquilos y bien sentados.

A propósito de Guzmán, ¿Qué te pareció que corriera de un departamento que se estaba incendiando y dejara sola a una mujer?
Una vergüenza.

Durante la campaña surgió el tema de la marihuana. ¿Alguna vez has consumido drogas?
No. Mi droga es el café y el chocolate, eso sí lo debo confesar, (sonríe).

Forsyth lleva buen tiempo liderando las encuestas, ¿te parece que está preparado para ser presidente?
No, mira, en general todos los candidatos lo que plantean es llevársela fácil. Seguir en piloto automático. Lo que se necesita en el país es hacer cambios, cambios de fondo, reformas profundas que nosotros, en Juntos Por el Perú, sí estamos dispuestos a hacer.

Después de todo lo que se ha conocido de Martín Vizcarra, ¿te arrepientes de haberlo apoyado en las marchas?
Lo que pasa es que nunca apoyamos a Martín Vizcarra, lo que nosotros hicimos fue exigir combate frontal contra la corrupción. Botar a los corruptos y mafiosos, y así fue nuestro motivo.

Las encuestas reflejan un descontento hacia la clase política en general. ¿Te ves en segunda vuelta?
Vamos a trabajar muy duro para estar en la segunda vuelta. Y ser un gobierno del pueblo y para el pueblo.

¿Estás de acuerdo con el matrimonio homosexual?
Sí. Yo creo en la igualdad plena, sin ninguna discriminación.

¿Cuáles son las primeras tres grandes acciones que tomarías de llegar a Palacio?
Primero, tomar control de la producción y distribución de oxígeno para salvar vidas, garantizar que la vacuna sea universal y gratuita, no solo para el que tiene billete, y tercero plan ‘chamba’ con acceso a créditos, bonos y aumento de la inversión pública para recuperar todo lo que hemos perdido por la pandemia.

Gracias Verónika. Como a todos, te deseo una buena campaña…
Muchas gracias Oscar, tupananchiskama (hasta la próxima…).

15 de febrero de 2021

Verónika Mendoza: “Una no se puede poner de costado”

Fernando Vivas

Me ahorra decidir si la trataré de tu o de usted, porque responde el teléfono usando el vocativo distante. Con los años y las postulaciones, Verónika Mendoza se ha vuelto más institucional y discursiva. Trataré de que sus respuestas salgan debajo de esos dos ponchos defensivos que se coloca en la campaña. Cuando quedó fuera de la segunda vuelta en el 2016, ¿allí le surgió la convicción de que tenía que volver a intentarlo?

“Sí, en aquella oportunidad, el amplio respaldo del pueblo peruano y su demanda de cambio, nos confirmó que teníamos que seguir consolidando una alternativa política”. Verónika nada como pez en el agua no gubernamental, fluye en el lenguaje de tribu política, hasta que concluye, firme e impersonal: “Ya cerca del actual periodo electoral, colectivamente se dio la decisión de que yo fuera la candidata. Pero la decisión se dio en ese orden, el proyecto político por delante”.

El proceso y tú

En julio del 2015 la visité en su despacho de congresista, porque iba a escribir un perfil sobre ella. Llevaba unas temporadas de haber roto con el humalismo y con sus fundadores Ollanta Humala y Nadine Heredia; y se la voceaba como posible candidata de un frente de izquierda; pero era reticente a confirmar su intención de aceptar el reto. Se lo pregunté varias veces y me decía que eso era un ‘proceso colectivo’ y no dependía de ella. Cada que volvía a la carga, se amparaba en que todo era un ‘proceso’. Hasta que le pregunté qué haría si el proceso mandaba que la compañera Verónika fuera la candidata. Por una sola vez, la vi escapar con una risa.

La campaña, la pandemia y el teléfono, hacen perder a los candidatos esa frescura. Aquella vez hablamos buen rato de su vida, del matrimonio de la francesa Gabrielle Frisch, que llegó de mochilera al Cusco y se enamoró del campesino y profesor Marcelino Mendoza, de Andahuaylillas (sí, sus papás), de sus estudios en Francia, de su quiebre con el humalismo las agendas de Nadine), de muchas otras cosas y hasta bromeamos con ese lenguaje que la llevaba a abusar del ‘proceso’.

Por eso, cuando dice que ‘el proyecto político está  delante’, confirma un rasgo definitorio de su personalidad de izquierda: esa convicción –mística comunista, si prefieren- de que cada paso trascendente que uno da se inserta en una voluntad colectiva. La candidata continúa argumentando sobre su decisión de postular al 2021: “Para mi era importante que esta decisión sea colectiva, sobre la base de una articulación de diversas organizaciones sociales, políticas, sindicales”.

Insisto, para salir del colectivo, en el componente personal de su decisión y responde: “Lo que me decidió en esta oportunidad fue lo dura y dolorosa que es la pandemia. Viendo cómo miles de peruanos y peruanas se mueren por falta de oxígeno, por falta de atención oportuna, se quedan sin estudiar por falta de internet, se quedan sin trabajo; una no se puede poner de costado”.

Verónika se adelantó a mi pregunta sobre si la pandemia desalentaba el afán de candidatear, afirmando todo lo contrario: que, más bien, la anima. “Además, el Perú y la gente demandan cambios de fondo, reformas estructurales que nadie se atreve a hacer. La clase política prefiere seguir con el piloto automático que nos ha llevado a la actual situación, con un estado que deja en el abandono a sus ciudadanos, una economía precaria que deja al 70% en la informalidad. Necesitamos cambios de fondo y estamos dispuestos a hacerlos, con valentía y de la mano de la gente”.

El tono es adusto; la propuesta quiere sonar radical y lo es; pero vean cómo las ‘keywords’, las palabras claves, son más coloquiales. La ‘revolución’ se ha convertido en ‘cambio’ y el ‘pueblo’ se convirtió en ‘la gente’. En la candidata de Juntos Por el Perú (JPP), se nota ese esfuerzo por simplificar el lenguaje de izquierda, pero cuando le pregunto si en su propósito de candidatear la desanimó el no poder hacerlo con su propio partido Nuevo Perú (NP) (no llegó a inscribirlo al JNE y tuvo que aliarse a JPP fundado por Yehude Simon), responde con el viejo idioma: “Hemos seguido un esfuerzo por consolidar, institucionalizar una organización política”. En efecto, hace unas semanas presentó su expediente al JNE, para inscribir a NP con los nuevos requisitos, que ya no demandan cientos de miles de firmas, sino algo más de 20 mil fichas de afiliados.

Tras bambalinas

Quiero ir más lejos en la biografía de su ambición. ¿Cuándo le pasó por primera vez por la cabeza la idea de lanzarse? “Fue en el 2015, parte de una decisión colectiva y como parte de una reflexión y maduración política. Decidimos pasar de la política del barrio, de la comunidad, de la política de los esfuerzos aislados a construir una alternativa nacional; pasar de la resistencia, de la crítica, de la oposición, a la voluntad de gobierno”.

Sigo hacia atrás. ¿Cuándo postuló al Congreso en el 2011, le pasó por la cabeza que ese camino podía llevar a la candidatura presidencial?. “No, para ser muy honesta, no. Yo me siento más cómoda en los espacios de organización, digamos tras bambalinas, apoyando más bien a otros para que ejerzan el trabajo de representación. Pero, bueno, la vida y las circunstancias te plantean desafíos en determinados contextos y toca prepararse para asumirlos”.

Esto no es un pequeño detalle, es un rasgo esencial de la candidata: Verónika revela que lo suyo es más la organización que la representación. Siguiendo esta tesis sobre sí misma, pararse ante el grupo y ante la masa para liderarla; solo podría validarse porque lo pide el aparato, porque lo exige la organización. O sea, la candidatura de Mendoza sería el atrevimiento de una activista alentada por sus compañeros a pararse en el centro de la escena.

Sigamos el viaje hacia atrás, ahora con el propósito adicional de saber si ya antes en su vida se le presentó ese dilema de organizar o representar. En la escuela primaria en Andahuaylillas, luego en el Cusco, ¿fue la primera del salón, la delegada de la clase? “No fue particularmente mi interés, no me proyecté en ese sentido. Mi mayor aspiración era poder contribuir, particularmente desde la educación, a construir un país que reconozca todas las voces, todas las luchas”. Y repite su tesis personal: “Mi perfil, mi interés, no era el de representar precisamente, no era de ejercer una vocería o liderazgo; sino ser parte de un proceso colectivo. Participar, sí; pero desde un rol más constructivo, organizativo”.

Volvamos al presente y a su lanzamiento en pandemia. “Honestamente, yo más bien pensaba retomar con más intensidad mi trabajo profesional y la dedicación a la familia; pero las circunstancias que hemos atravesado me desafiaron y me desafían a asumir este rol. No puedo ponerme de costado cuando veo que quienes pretenden conducir el país no están dispuestos a hacer cambios de fondo. A diferencia de ellos que nos ven con cierto desdén, que suelen decir que el Perú es un país pobre, que no estamos capacitados; yo amo a este país”.

Si esa vez fue la pandemia, le pregunto qué hecho fue detonante de su afán de pasar al liderazgo en el 2016. “Una cosa que me marcó fuertemente fue cuando estuve en el Congreso y estalló el conflicto de Espinar [protestas por contaminación del agua por la actividad minera en la zona], ahí comprendí que lo que me tocaba era estar del lado de la gente”. Mendoza no pierde ocasión de afirmar esa parte esencial de su radicalismo que la lleva a plantear una zonificación territorial que desterraría a la minería de varias regiones del país.

Cuando le pregunto por los referentes de su liderazgo, piensa primero en mujeres: “Lo que me da fuerza para seguir este camino a veces difícil de la política, son aquellas mujeres cuyas voces no suelen ser escuchadas, que son estigmatizadas o ninguneadas, y a pesar de eso logran sacar coraje de sus tripas. Pienso en la pequeñita y a la vez grande Máxima Acuña [dueña de un terreno vecino al yacimiento aurífero de Conga, que se negó por todos los medios a venderlo a la minera Yanacocha]. Pienso también en mi abuela [Beatriz Sánchez], una quechua hablante, partera de su pueblo, que no tuvo la oportunidad de estudiar, de aprender a leer y a escribir; y sin embargo, sacó adelante a una familia de 7 hijos y logró educarlos, vendiendo maíz y chicha. Pienso en ellas, ellas son las que me dan fuerza”.

Máxima Acuña, perdonen la ironía, tiene un terreno que vale oro; pero doña Beatriz, ya difunta, debe significar mucho para la candidata que propone grandes cambios pues, en esta historia, ya entraña un gran cambio. Ni siquiera tuvo acceso a la educación básica y su nieta estudió psicología, hizo un máster en ciencias sociales en París, quedó tercera en el 2016 y ahora vuelve a estar entre las de mayor intención de voto y las de más intenso anti voto. Son los contrastes, radicalidades y diversas realidades del Perú.

Una coda íntima. La candidata cambia, ahora sí, de tono, cuándo le pregunto si le consultó a su familia antes de lanzarse al ruedo: “Por supuesto, sí, con mi padre, mis hermanas, porque esta es una decisión que también impacta en sus vidas. Y, sobre todo, con mi familia, con mi pareja [el músico Jorge Millones] y con mi hija, mi pequeñita Micaela que, aunque tiene 9 años, pregunta y desafía. Por supuesto, lo he conversado con ellos, y sin su respaldo no tendría la fortaleza que tengo ahora”.

2 de febrero de 2021

Perú: Escribir juntos nuestro futuro

Verónika Mendoza

Durante años hemos oído repetir que todo iba de maravilla, que la nuestra era una democracia casi perfecta con una economía boyante, que bastaba con seguir en “piloto automático”. Pero la realidad fue develando con cada vez mayor crudeza que esa era una farsa. Una farsa de democracia en la que nuestros gobernantes y congresistas no nos representan, nos dan la espalda mientras priorizan sus negociazos y corruptelas, y pactan entre ellos impunidades. Una economía con un crecimiento que terminó en los bolsillos de unos pocos a costa de la explotación de las mayorías, de dejar en la informalidad y la precariedad a más del 70% de la población, a costa de mercantilizar la salud, la educación, las pensiones, a costa de dejar morir a miles de peruanas y peruanos por falta de oxígeno y atención oportuna en la pandemia.

¿Cómo pretender ante esta realidad que todo siga igual? El cambio es ineludible y debe ser estructural. Ya hemos intentado en los últimos años diversas reformas puntuales, pero lejos de mejorar la situación se degrada cada vez más. Es tiempo de redefinir las reglas de juego que rigen nuestro país, de identificar los valores que nos puedan guiar para salir de esta crisis, es decir, de establecer un nuevo pacto social: una nueva Constitución.

Quienes se oponen señalan que abrir un proceso constituyente significaría una imposición o un “salto al vacío”. Todo lo contrario, se trata más bien de reivindicar la esencia de la democracia: el diálogo para la construcción de consensos, y de devolverle el poder al soberano: el pueblo. Se trata de abrir un gran diálogo nacional en el que todas las voces sean escuchadas, en el que reflexionemos sobre las causas de las crisis múltiples que atravesamos, que recojamos lecciones y encontremos juntos el mejor camino para salir adelante. Se trata de una gran oportunidad para escribir juntas y juntos el futuro. Este diálogo empieza a abrirse ya en las calles, las casas, los barrios y comunidades, cada vez más peruanas y peruanos se plantean la necesidad de cambios de fondo, ¿por qué no darle un curso institucional a ese diálogo? Que lo decida la ciudadanía a través de un referéndum constituyente, que decida si quiere una nueva Constitución y, de ser el caso, que decida los plazos y procedimientos para escribirla.

En Juntos por el Perú respetaremos esa voluntad ciudadana y propondremos en el diálogo que la nueva Constitución reivindique claramente el poder del pueblo soberano por encima del poder del dinero, que ponga por delante la vida y el bien común, antes que el lucro; que garantice verdaderamente la salud y la educación como derechos y no las considere solo negocios que el sector privado debe proveer; que reconozca el derecho a la vivienda que Fujimori simplemente eliminó en la Constitución del 93; que le dé la capacidad al Estado de promover activamente sectores estratégicos de la economía como la agricultura, por ejemplo; que reivindique la soberanía sobre nuestros recursos porque hoy solo somos dueños de éstos mientras están en el subsuelo, luego, son las grandes empresas concesionarias las que deciden dónde llevarlos; que reconozca el acceso a internet como un derecho; que reconozca también a nuestros pueblos indígenas, sus derechos colectivos, su derecho al territorio integral, que garantice políticas frente al calentamiento global.

Los peruanos y peruanas hemos demostrado durante estos difíciles tiempos nuestra valentía, nuestra capacidad de asumir cambios, de llegar a acuerdos, de tejer redes de solidaridad, de encontrar el camino para salir adelante en unidad. Es tiempo de darnos la oportunidad de escribir juntas y juntos nuestro futuro.