6 de julio de 2009

Mario no se mete en Honduras

César Lévano

En Honduras se ha producido un golpe militar al estilo de los años veinte del siglo pasado. Al presidente constitucional Manuel Zelaya amenazan matarlo y lo deportan en piyama, sin miramientos. Al pueblo que protesta lo disuelven a balazos y a los periodistas los encarcelan y torturan. Oficiales jóvenes del ejército hondureño se rebelan contra los jefes gorilas.

El libertario Mario Vargas Llosa no se da por enterado.

El mundo entero, incluyendo a gobiernos derechistas, condena y aísla a los golpistas.

Vargas Llosa no se conmueve.

Crecen en las calles de Honduras las manifestaciones de protesta. “La calle es nuestra”, proclama Zelaya, en conferencia de prensa en Panamá, ayer.

El demócrata Vargas Llosa no se percata.

Asaltan en Honduras radios y televisión, cierran programas y cortan los que llegan del exterior con noticias sobre Zelaya. Hay periodistas desaparecidos.

El libertario Vargas Llosa nada tiene que decir.

Los golpistas arman una farsa en contubernio con el Congreso y el Poder Judicial, como ocurrió para el golpe de Pinochet en Chile, en 1973, y acusan de un crimen atroz al mandatario depuesto: quería incluir en el voto de las elecciones próximas una consulta, no para su reelección, que Zelaya ha dicho cien veces que no pretende, porque, además, sería inconstitucional y porque las elecciones de noviembre se realizarán cuando él todavía estará ejerciendo el cargo.

Nada de esto altera al liberal Vargas Llosa.

El narrador nació, como se sabe, con una carga de odio y desdén contra los militares. Se puede ver en Conversación en la Catedral y Pantaleón y las visitadoras. En la interesante tesis de Roy Beland Mario Vargas Llosa. Oedipus and the papa state, se recuerda esta declaración del novelista:

“El militarismo nos ha hecho un daño terrible a lo largo de toda la historia peruana. Pero, claro, el fenómeno del militarismo… abarca un fenómeno más vasto: la injusticia social en que se funda la historia peruana”.

Pero ahora, que Honduras se enfrenta a un golpe militar instigado por la oligarquía y que busca, precisamente, consolidar el orden de la injusticia, el escritor no la ve.

Porque el delito de Zelaya era añadir al voto electoral unas preguntas para averiguar qué es lo que piensa y quiere el pueblo hondureño respecto a su país.

Zelaya, conservador moderado, se acercó, a golpes de realidad, a la verdad de su patria y nuestra América, y por eso se fue aproximando a regímenes que luchan por el cambio social y contra el dominio imperialista.

Hasta el momento en que escribo, Vargas Llosa guarda silencio sobre Honduras. Su antimilitarismo se había eclipsado ya cuando aplaudió la invasión de Irak aceptando una mentira; que allí había armas de destrucción masiva. Ahora, respecto a Honduras, ha sepultado su amor por la libertad.

Asaltan en Honduras radio y televisión… el demócrata Vargas Llosa no se percata.

FUENTE:
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columnistas/mario-no-se-mete-en-honduras_41499.html

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