Emir Sader
Cuando se agotaba el ciclo largo expansivo del capitalismo, se impuso el
debate sobre las razones de ese agotamiento y las formas de retomada
del desarrollo económico. Triunfó la renacida versión del liberalismo,
vocalizada en particular por Ronald, quien dijo que habría que suspender
los límites a la libre circulación del capital, habría que
desreglamentar. El capital volvería a circular, habría inversiones, las
economías volverían a crecer y todos ganarían.
Se promovió la libre circulación del capital en escala global, mediante
la apertura de los mercados nacionales, la privatización de patrimonios
públicos, la mercantilización de lo que antes eran derechos, la
precarización de las relaciones de trabajo, la retracción del Estado y
la centralidad del mercado. Pero lo que pasó fue distinto de lo
previsto.
Es que, como recordaba siempre Marx, el capital no está hecho para
producir, sino para acumular. Liberado de las trabas del período
anterior, el capital se dirigió, masivamente, hacia la esfera
financiera, donde gana más, tiene liquidez total y ejerce fuerte presión
sobre los gobiernos. (Una agencia de apoyo a los especuladores, una vez
concluyó sus sugerencias, diciendo, literalmente: Aprovechen la fiesta,
pero quédense cerca de la puerta.) En escala mundial se dio una
gigantesca trasferencia de recursos del sector productivo al
especulativo, con el capital financiero asumiendo el rol de sector
hegemónico en la era neoliberal del capitalismo.
El bajo crecimiento o el estancamiento o incluso la retracción de las
economías se debe justamente al hecho de que el sector hegemónico en la
economía es un sector parasitario, que no produce bienes, ni empleos.
Es el capital financiero bajo su forma especulativa, que no financia el
consumo, ni la investigación, ni tampoco la producción. Vive de la
compra y venta de papeles.
Los fondos buitre son el ejemplo más radical de ese carácter parasitario
del capital especulativo, típico de la era neoliberal. En ese caso, se
han valido de la crisis de la deuda de los países latinoamericanos para
imponer normas draconianas a gobiernos subalternos, parte fundamental
de la herencia maldita recibida por los gobiernos antineoliberales.
Préstamos a intereses brutales a cambio de renunciar a la soberanía
nacional.
Así, aun los gobiernos que han reaccionado en contra del neoliberalismo,
empezando a construir alternativas a ese modelo agotado, tienen que
enfrentar todavía esa herencia. Para la derecha seria señal de fracaso
de los gobiernos progresistas, cuando en realidad son todavía rezagos de
los gobiernos de la misma derecha.
Los Brics han empezado a apuntar hacia la alternativa: un Banco de
Desarrollo para el Sur del Mundo, un fondo de apoyo frente a problemas
que puedan enfrentar los países del Sur del mundo. El conflicto actual
con Argentina representa los estertores del modelo contra el cual fueron
elegidos los gobiernos progresistas y frente al cual construyen un
modelo posneoliberal.
* Emir Sader. Sociólogo y cientista político brasileño, es coordinador del
Laboratório de Políticas Públicas de la Universidade Estadual do Rio de
Janeiro (Uerj).
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