7 de diciembre de 2015

Los cinco increíbles

César Lévano

La Conferencia Anual de Empresarios (CADE) tuvo el viernes los discursos que se merecía: un torbellino de palabras y promesas, con una sola dirección: halagar a los dueños del Perú, en particular a los mineros. Alan García sobresalió por su furia contra el régimen de Venezuela, y Alejandro Toledo causó risa con sus promesas que nadie cree (olvidó prometer que bajo su gobierno los pescados saldrán del mar con limón, cebolla y ají).

No se debe olvidar que en una CADE la abrumadora mayoría de empresarios asistentes aplaudió el autogolpe de Alberto Fujimori, denunciando así su poco respeto por la democracia. A otra CADE llegó Alan García en el avión de Dionisio Romero, el banquero, quien después lo atacó por el conato de estatización de los bancos. Recuerdo que en el programa Pulso de Canal 5, el financista admitió, frente a una pregunta mía, que había apoyado con dinero a los candidatos del Apra, del Partido Popular Cristiano y de Acción Popular.

Encuesta realizada por El Comercio y publicada ayer en ese diario indica que candidato con fuerte aprobación entre los asistentes fue PPK, con 70 por ciento, sin duda porque pidió la reducción de las 242 normas que se aplican a los proyectos mineros. Señal de los intereses y la visión del empresariado más poderoso del Perú.

Keiko Fujimori no dijo nada nuevo e interesante: por eso obtuvo un 90 por ciento en el aplausómetro del decano.

García se ganó un subido 85 por ciento, debido a su frenético ataque al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, al que llamó la peor dictadura que haya sufrido ese país. No conoce la satrapía del general Juan Vicente (Bisonte) Gómez. No ha leído, por lo visto, la Breve Historia de América de Luis Alberto Sánchez: Ahí, en la página 433, se lee que, bajo la dictadura de Gómez “el año 28 se produjeron en Caracas varios motines, sobre todo uno de los estudiantes, que fue ahogado en sangre”. Contra ese tirano insurgió la generación juvenil, coetánea de Haya de la Torre, cuyas cabezas fueron Rómulo Betancourt y Rómulo Gallegos. Dictador sanguinario y antipopular fue Carlos Andrés Pérez, compadre espiritual de García.

García se lanzó en la CADE contra los derechos laborales, particularmente contra la estabilidad en el empleo.

El jefe aprista se sabe perdido de antemano. Su aprobación en la CADE expresa hasta qué punto esa conferencia choca con la opinión pública. No es casual que García, igual que Toledo, se negara a asistir a una conferencia de prensa después de su perorata. Temió sin duda que le preguntaran sobre corrupción y narcoindultos.

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