8 de febrero de 2016

Otra sorpresa

Antonio Zapata

El ascenso de Julio Guzmán en las encuestas venía siendo trabajado en las redes desde hace meses. En esta campaña, es el primero que salta del mundo virtual a la ciudadanía real. A la vez, como fue resaltado por Juan de la Puente, el crecimiento de Guzmán se produce entre los hasta ayer indecisos.

¿Habrá espacio para alguien más? Pienso que hay algunas probabilidades, puesto que recién comienza febrero y solo después de carnavales se define esta carrera. Pero por ahora conviene precisar a Guzmán y preguntarse por sus posibilidades de seguir subiendo.

En principio, es parte de una de las variantes de la derecha peruana. Junto a PPK, encarna el modelo burocrático de derecha tecnocrática. Este paradigma es distinto al clientelismo de derecha, representado por Fujimori y Acuña, tampoco proviene de las canteras ideológicas de los partidos tradicionales: APRA o PPC. Por el contrario, este liberalismo tecnocrático predica el libre mercado y un Estado menos corrupto y más ordenado. 

Guzmán comparte el nicho de PPK y la primera pregunta es cómo otro representante del mismo tipo, con menores recursos y limitadas opciones al comienzo de la carrera, logra sobrepasar al consagrado. Pareciera que PPK ha cometido serios errores. En principio, ha elegido competir sin alianzas, cuando unos refuerzos interesantes le habrían dado más punche a una candidatura, que carece de esa indispensable cualidad. 

Por otro lado, dada su evidente pertenencia a la globalizada elite limeña, PPK estaba obligado a balancear su plancha para conectarse con el Perú profundo. Pero Mercedes Aráoz reitera el perfil del candidato y no lo complementa. La lista de PPK al Congreso termina de “pituquear” su candidatura, porque no coloca por delante a sus pesos pesados: Rospigliosi, Sheput, Techito, sino a sus pares sociales, como la misma Aráoz y Cayetana Aljovín. Ellas ocupan los primeros puestos y no prenden. 

Debido al declive de PPK, aparece otro personaje de perfil semejante, que reitera el paradigma, pero que es joven y tiene a su favor el aroma de nuevo, que atrae a buena parte del electorado, como bien constata la encuesta de GfK. Eso significa que la gente ve con malos ojos a la clase política, porque es percibida como mentirosa y corrupta.

Otro dato relevante del ascenso de Guzmán es que se sostiene en el sector “C”, donde se concentra el estrato superior de las clases populares. En ellas predomina la ideología del “emprendurismo”, que lleva treinta años de exitosa prédica, desde el descubrimiento de los informales por Hernando de Soto. 

El sector “C” piensa que el progreso es individual y fruto del esfuerzo personal. En su manera de ver al país, no hay espacio para las solidaridades orgánicas ni preocupación por las instituciones. Entre estos emprendedores se hallan dos opciones, los unos son hijos de la informalidad y apuestan por Acuña, o por el clientelismo en general; los otros son tecnocráticos, creen que ese ascenso individual debe complementarse con un Estado en manos de técnicos. Ellos están ahora con Guzmán y en realidad eran el electorado potencial de PPK, pero no los convocó.

El dato menos visible, pero quizá tan relevante como los anteriores, es la indirecta vinculación de Guzmán al grupo Macroconsult. No a todo el grupo, pero a parte del núcleo principal. Esa vinculación proviene de Drago Kisic, quien tenía antes el registro electoral que está siendo utilizado por Guzmán. Al igual que el IPE, Macroconsult es un think tank de derecha, cuya función hasta ahora venía siendo la consultoría empresarial y la colaboración con el diseño de políticas públicas al servicio del sistema y no de un partido en particular. De esa manera, los think tanks servían a la estabilidad general y no se jugaban por una carta, como Macroconsult está haciendo ahora. 

¿Estaremos cerca de un gobierno de derecha tecnocrática? Aún es temprano para saber, pero el crecimiento de Guzmán significa que ese grupo de opinión está terminando de entender que tiene una nueva chance. 

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