13 de febrero de 2016

Votar en blanco

César Hildebrandt

Mi escepticismo se refuerza. El nihilismo me hace guiños. La incredulidad se acuesta a mi lado. De todo eso es responsable el elenco esperpéntico que postula a la presidencia de la república de mi país. 

Al final, quizá no vaya a votar. Y si voto, lo haré en blanco. ¿Para qué votar por alguien si el partido está arreglado y los de siempre ganarán por goleada?

¿Y las novedades? ¡No me hagan reír! En el Perú hasta las novedades son viejas.¿Guzmán es novedad? Guzmán tiene pasado reciente humalista, pasado mediato de indiferente y pasado remoto de nadie haciendo la tarea de ninguno. Su retórica es vieja, sus mentiras se entroncan casi con las tradiciones peruanas, sus contradicciones provienen de la criollada marquetera y su pro sionismo explícito viene con espónsores platudos. Es decir, tiene futuro. En mi país basta ser un pendejo para que te quieran. Y Guzmán es alguien que quiere que todo siga igual diciendo, como los demás, que quiere hacer los cambios que la gente exige. La novedad que aporta consiste en haber copiado el deep purple del hispánico Podemos.

Hay quienes dicen que votar en blanco es desperdiciar  el voto. No es así. Desperdiciar el voto es prestarse a la farsa repetida de unas elecciones que están hechas para garantizar el inmovilismo. Votar en blanco es una opción moral y aun estética. Es la indignación que va a las urnas. Es el plebiscito del rechazo. Es el vocerío de quienes no quieren otro ultraje. Es el referéndum del asco. Es la asamblea del ¡no! Es democracia químicamente pura. Es el parlamentarismo de la calle, el retorno a las fuentes.

¿Se imaginan un voto blanco masivo que obligase a realizar nuevas elecciones con rostros distintos e ideas de verdad modernas? ¿Se imaginan un país lavado por el repudio comicial de la mayor parte de sus habitantes? ¿Se imaginan una huelga general de ovejas?

Yo sí me lo imagino. Sueño con una crisis que nos saque de esta rutina legañosa donde, como en el poema de Neruda, pasan iguales los meses persiguiéndose. Sueño con que el pueblo se harte de ser la comparsa de este circo. Sueño con que tengamos, a nuestro modo, la revolución francesa que jamás tuvimos y que decapitemos al monstruo baboso que nos ha secuestrado. De esa reunión de voluntades asqueadas quizá salgan nuestros Desmoulins y nuestros Danton. Porque si todo esto sigue igual, lo que algún día nos espera será, otra vez, algún Robespierre de Uchuraccay. 

Votaré en blanco, sí. Y lo haré con convicción y orgullo. 

http://www.hildebrandtensustrece.com/         Publicada en la revista Hildebrandt en sus Trece del 5 de Febrero del 2016

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