11 de diciembre de 2017

Allanamientos, los de papi

Maritza Espinoza

A propósito del reciente allanamiento de dos locales de Fuerza Popular, medida por la que los áulicos de Keiko Fujimori se han rasgado las vestiduras, llorado sangre y babeado insultos a diestra y siniestra, viene a cuento recordar el allanamiento más siniestro que ha tenido lugar en la historia de este desventurado país: el que realizó, en persona, el mismísimo Alberto Fujimori a la casa de Trinidad Becerra, la esposa de Vladimiro Montesinos.

¿Juat? ¿Qué? ¿Cómo? Tal vez los lectores más pulpines no recuerden el episodio, pero los demás tenemos clarito ese día en que, dos meses después de la difusión del video de Alberto Kouri recibiendo fajos de dólares en la salita del SIN, y a menos de un mes de la huida del otrora todopoderoso asesor en el velero Karisma, un agitado Alberto Fujimori se presentó en la casa ubicada en la avenida Javier Prado, asegurando que venía a capturar a Vladimir Montesinoso -a quien, dicho sea de paso, ya había gratificado con quince milloncitos de dólares que sacó del erario nacional-, como si la tarea de un presidente fuera perseguir delincuentes como un efectivo de la Dirincri cualquiera.

Para que la pantomima fuera más convincente, Alberto Kenya se llevó consigo al comandante Manuel Ubillús Tolentino, uno de los oficiales del cuerpo jurídico de la Fuerza Aérea, y lo obligó a hacerse pasar por fiscal, mientras el allanamiento era perpetrado por sus propios edecanes, lo que da una idea de la desesperación que lo llevaba a cometer tamaño delito, uno de los pocos que no tuvo más remedio que reconocer y por el que también purga prisión en la Diroes.

El hecho es que los edecanes, a quienes la justicia exculpó, porque no podían oponerse a una orden del mismísimo presidente de la República, entraron a la casa y cargaron con todo. Se dice que fueron cuarenta cajas y setenta maletas que fueron llevadas al Grupo Aéreo Número 8, donde se entregaron al propio Fujimori y a su cuñado, Víctor Aritomi, quien ahí mismo puso pies en polvorosa llevándose -qué duda cabe- los videos comprometedores que tanto buscaba el dictadorzuelo.

Por eso, las protestas de los líderes de FP, que se enteraron del allanamiento de sus dos locales partidarios cuando estaban en pleno atutumeme el jueves, suenan risibles, sobre todo cuando la califican como una revancha del fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, por la absurda denuncia constitucional a la cual lo han sometido, demostrando su absoluta ignorancia en materia judicial, pues la medida fue ordenada por el hoy celebérrimo juez Richard Concepción Carhuancho, quien no depende en absoluto del Ministerio Público.

Lo que no se atreven a decir los quejosos del fujimorismo es que el allanamiento obedece al hecho de que se han encontrado indicios de doble contabilidad en la documentación que Fuerza Popular entregó a la ONPE sustentando sus gastos de campaña, así como aportantes fantasmas y desbalances en los pagos por publicidad política. Es decir, habría motivos más que suficientes para pensar que sus coctelitos y rifas podrían no haber sido tan fructíferos como nos han querido hacer creer y que, más bien, habría corrido otro tipo de dinero. ¿Alguien dijo Odebrecht?

En una muestra de la doble moral a la que ya nos han acostumbrado, pasaron de elogiar un día al juez Concepción Carhuancho por haber ordenado la captura de los directivos de las empresas consorciadas con Odebretch, a insultarlo, al otro, de todas las formas -a él, y al fiscal que, por sus órdenes, realizó el allanamiento-, declarándose víctimas de una conspiración antidemocrática.

Claro, es natural que los fujimoristas no entiendan bien lo que es la independencia de poderes, porque, durante los años noventa, estuvieron acostumbrados a que las sentencias judiciales se redactaran en el SIN, hasta donde llegaban -con las rodilleras puestas-, los más altos magistrados de la Nación a recibir órdenes del hombre que trabajaba mañana, tarde y noche por la re re relección de Fujimori.

Pero, finalmente, ¿se habrá encontrado información de valor en ese allanamiento en el que, como se ve en las fotos, se hurgó hasta debajo de las teteras? Aún no lo sabemos. Lo único cierto es que el temblor que recorrió el sistema nervioso de los voceros del fujimorismo se sintió hasta en la Diroes, donde alguien debe estar recordando con añoranza aquellos tiempos en que podía allanar la casa de cualquier vecino, sin orden judicial y metiendo cualquier cuento, y salirse con la suya.

No hay comentarios: