10 de septiembre de 2020

La tenaza de Washington

 

Humberto Campodónico


En febrero del 2018 el gobierno de EEUU lanzó América Crece. Los primeros en firmar el Memorándum de Entendimiento (MdE) fueron Jamaica, Chile, Argentina y Panamá. Después vinieron Colombia, Ecuador, Brasil, El Salvador, Honduras y, hace 15 días, Bolivia.

EEUU dice que América Crece (AC) “es una iniciativa de crecimiento económico, en la cual se tratará de involucrar al sector privado, tanto de EEUU como de la subregión, en la cual incluirán garantías de préstamos, asistencia técnica y otras ayudas”. Se trata de canalizar la experiencia del gobierno de EEUU para atraer inversiones privadas en infraestructura de telecomunicaciones, transporte y energía en toda la región.

¿Es solo una iniciativa económica o hay una agenda desconocida? Veamos.

Es comprensible que EEUU quiera relanzar la inversión en la región, sobre todo si esta, a fines del 2019, solo ascendió a US$ 155,000 millones, sin considerar a México ni los paraísos fiscales (1). Para Perú, las inversiones directas de EEUU, al 2019, son de US$ 7,470 millones (excluyendo la inversión en Bolsa y en bonos), tan solo el 6.5% del total de inversión extranjera de US$ 115,330 millones, BCR dixit.

Pero sí es complicado que venga de la mano de un proyecto político. En diciembre pasado, Francis Fannon, del Departamento de Estado, dijo: “Si las asociaciones energéticas no se construyen de manera efectiva, un país puede ser susceptible a la coerción externa o vulnerable a la corrupción interna. Algunas empresas estatales pueden venir de lugares lejanos, en Asia Oriental o Eurasia, y ganar ventaja a través de préstamos predatorios”. Ya.

Mike Pompeo, secretario de Estado, fue más lejos: “buena parte de los minerales proviene de un pequeño número de países vulnerables a la inestabilidad política, que tienen desafíos de gobernanza e influencia maligna de los actores extranjeros. Queremos asegurarnos de que estos importantes recursos permanezcan libres de coerción y control internacional” (2).

Influencia maligna, entonces. Dijo Cecilia Galarreta, directora de América del Norte del Ministerio de RREE, con ocasión del TLC: “Está el interés del presidente Trump de balancear un poco esta influencia china en la región” (EEUU cerca de firmar acuerdo América Crece con Perú, Gestión, 5/12/19).

Pero una cosa es AC y otra los intereses empresariales. En abril, Sempra, de EEUU, vendió el 83.6% de sus acciones en Luz del Sur a Yangtze Power, filial de la estatal Tres Gargantas, por US$ 3,590 millones en efectivo. Así, las inversiones chinas en Las Bambas, Toromocho, Shougang, Chaglla y CNPC -Lote X y Lote 58-, entre otras, superan ampliamente a EEUU. Dime, Sempra, ¿y Trump? Bien, gracias.

Ahora Michael Kozak, impulsor de AC, como subsecretario del Departamento de Estado, apoya a Mauricio Claver-Carone para la presidencia del BID. “Mauricio representa una nueva generación de pensadores en la región que creen que el BID puede reenfocar sus esfuerzos en su mandato central de estimular el desarrollo económico” (Voz de América, 2/9/2020). Está claro. América Crece y el BID son la tenaza para alcanzar el objetivo.

EEUU ha adoptado una línea dura contra China en la lucha por la hegemonía global en el siglo XXI. La cuestión, para América Latina y el Perú, no es apoyar a EEUU, China o la Unión Europea. Se trata de definir y defender nuestros intereses y objetivos de crecimiento y desarrollo económico y social. A veces tocará apoyar a alguno, otras no. Podríamos decir que es un no alineamiento activo y soberano y sin sumisión a otros intereses de Trump en la Región.

Hace tiempo que otros piensan y actúan por nosotros. Terminemos con eso. Un buen punto de partida es que Perú vote por la postergación de la elección en el BID.

1 Survey of current business, https://apps.bea.gov/scb/2020/08-august/0820-direct-investment.htm

2 Ver https://www.State.Gov/secretarymichael-r-pompeo-at-the-departmentof-states-energy-resources-governanceinitiative-event/

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