6 de septiembre de 2024

Perú: Se quedaron los peores

Ronald Gamarra

El reciente cambio de ministros del gobierno de Dina Boluarte es tan irrelevante e intrascendente que casi ni vale la pena comentar quiénes entran, pues está claro que se trata de ilustres desconocidos, grisuras de la burocracia a la caza de un alto puesto, a quienes les tiene sin cuidado servir en una administración corrupta y despreciada por el 90% de la ciudadanía donde abundan los ministros sobones y los involucrados en escándalos e indagaciones penales, todo ello encabezado por una presidenta que debe responder ante la justicia por la vida de medio centenar de peruanos y por casos de grave corrupción personal.

Lo que sí resalta es, en cambio, el grupete de ministros que se queda en el poder con el respaldo redoblado y agradecido de Dina. Y se quedan los peores, los más tóxicos, los más dispuestos a todo tipo de trampas para conseguir sus objetivos. Por ejemplo:

- Ángel Manero, el inefable ministro de Agricultura que, aparte de ser una completa nulidad en el cargo, niega torpemente el crecimiento del hambre entre la población peruana, sosteniendo que en el país todos “comen contundente”, que solo los ociosos sufren penuria, que el hambre es buena para despertar la iniciativa de la gente o que él, como no cena, estaría en inseguridad alimentaria, frases con las cuales uno ya no sabe si está ante un cínico o un simple tonto de capirote.

- César Vásquez Sánchez, ministro de Salud, un verdadero destructor sistemático de lo poco que queda de la salud pública y abierto promotor de la incorporación masiva de auténticos matasanos a la atención de los pacientes, que son los más pobres del país. Se ha traído abajo, sin ningún fundamento, el Examen Nacional de Medicina, que determina si el médico que aspira a incorporarse al servicio público tiene la preparación mínima necesaria, y lo ha hecho pasando por encima de la protesta del Colegio Médico, de las facultades de medicina y de la opinión pública, solo por favorecer a los egresados de las universidades basura, entre las cuales destaca la de su patrón político: César Acuña. Este señor tiene ya 14 meses como ministro, todo un récord en el gabinete de Dina, es inamovible porque es de la cuota del conocido “plata como cancha”.

- Juan Santiváñez, ministro del Interior, protagonista de audios de corrupción escandalosa, que asumió el cargo de ministro atacando con todo a la DIVIAC y lidera la ofensiva del gobierno y la fujiderecha contra el EFICOOP y el Ministerio Público, que lo investiga por abuso de autoridad a raíz de sus acciones para acallar a Marco Sifuentes, el huevón de La Encerrona, y por formar parte de una red montada para defender los intereses de Dina y el hermanísimo Nicanor. Asimismo, tuvo una actitud muy sospechosa en el secuestro de un testigo protegido por parte de un grupo de policías, alegando sin prueba alguna, el mismo día del plagio, que este no tenía nada que ver con su condición procesal sino con manejos de la minería ilegal. Autor de la frase “para subir todo vale”, epítome del arribismo y la falta de escrúpulos con que actúan los que, como él, detentan hoy el poder.

EL BURÓ POLÍTICO DE DINA

Precisamente dos de este trío de ministros tóxicos están en el grupo más conspicuo, con el cual Dina coordina sus medidas. Este “buró político” en el gabinete está integrado por Eduardo Arana, ministro de Justicia, a quien se sindica como el factótum y estratega de la presidenta; Juan Santiváñez, ministro del Interior; y César Vásquez, ministro de Salud. Los peores están en el núcleo duro del gobierno, por algo será. Con este trío, Dina Boluarte se reunió varias veces en la víspera del nombramiento de los cuatro nuevos ministros.

En cambio, no consta que Dina se haya juntado con el presidente del consejo de ministros, Gustavo Adrianzén, quien estaría en desgracia, relegado a una posición secundaria, por lo cual se ha llegado a especular sobre la posibilidad de su reemplazo. Dina también se reunió un par de veces con el ministro de Defensa Walter Astudillo, evidentemente para informar a las fuerzas armadas de sus movidas políticas.

SOBONES Y MALAGUAS

Como suele ocurrir, algunos sobones de Dina, ya muy quemados por la torpeza de sus intervenciones públicas, fueron desembarcados sin mayor consideración ni gratitud, sin importar su cerrada y obsecuente defensa de la presidenta. Ha sido el caso, por ejemplo, de Hania Pérez de Cuéllar, desalojada del ministerio de Vivienda; Javier González Olaechea, desbancado del ministerio de Relaciones Exteriores; y Leslie Urteaga, desaforada del ministerio de Cultura. Ya les darán, más adelante, algo con qué consolarse. Sobones hay de sobra y surgirán nuevos y muy solícitos. Allí están, por el momento, para cumplir esta función con servil entusiasmo, Morgan Quero, ministro de Educación; Daniel Maurate, ministro de Trabajo; Julio Demartini, ministro del MIDIS.

El ministro de Economía, José Arista, es la malagua por excelencia. Ha llevado el nivel del MEF a lo más profundo y denigrante de la humillación ante los desatinos y caprichos de la facción parlamentaria fujiderechista, cediendo a todas sus imposiciones y quemando la credibilidad política y técnica de la cual gozaba la institución. La política económica sencillamente está desapareciendo y dando paso a la demagogia más absoluta e irresponsable de los congresistas.

LOS “NUEVOS”

Como dije, poco se puede decir sobre ellos por el momento. Salvo que Durich Whittembury, nuevo ministro de Vivienda, tiene un antiguo cuestionamiento al haberse desempeñado como secretario general del mismo ministerio en la gestión del hoy prófugo Geiner Alvarado, en el gobierno de Pedro Castillo, durante el período en que se elaboraron normas corruptas que son motivo de investigación penal. Registra dos casos abiertos en fiscalía por lavado de activos, cohecho y tráfico de influencias. Mala carta de presentación, por lo demás nada nuevo en los gabinetes de hoy en día. Parece que hay que tener anticuchos y antecedentes para ser “ministeriable”.

Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 699 año 14, del 06/09/2024

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