11 de febrero de 2025

Perú: Riesgos de este año

Pedro Francke

Tenemos nuevo ministro de economía. ¿A qué se enfrenta este 2025? A mi juicio, hay dos grandes retos económicos del momento. El primero y más importante es recuperar los niveles de empleo e ingresos familiares que teníamos antes del covid-19. Han pasado tres años desde que logramos una vacunación masiva para acabar con esta pandemia y todavía hay tres millones más de pobres que el 2019 y hemos llegado a casi 10 millones de peruanos en pobreza. El 2024 la industria y la construcción produjeron 4 por ciento menos que el 2022, es decir estos sectores todavía han estado recesados y, obviamente, a menos producción, menos empleos. Las condiciones para las micro y pequeñas empresas de las ciudades y para la pequeña agricultura familiar no han mejorado, con una mayoría de gente sobreviviendo en la informalidad ante la ausencia de oportunidades mejores. Es ahí donde trabaja la mayor parte de peruanos y por eso son esos sectores los que deben ser priorizados por la política económica.

El otro gran reto es recuperar la presión tributaria y reducir el déficit fiscal. En el 2023, el primer año del cogobierno Boluarte-Congreso, los ingresos del Estado cayeron 2,3% del PBI y volvieron a caer otro 0,4% el 2024, producto de las exoneraciones tributarias, perdones de deudas y escasos cobros a los perromuerteros. Esos dos años suman 5 mil millones de soles perdidos. Esa es la causa principal de que hayamos cerrado el 2024 con un déficit público de 3,6 % del PBI, muy por encima de la meta que el propio gobierno se puso a sí mismo a mediados de año. No es que hayan aumentado los gastos corrientes del Estado, que incluyen las remuneraciones y servicios: el 2024 estos han sido 1% del PBI menos que el 2022. Tampoco se debe a las empresas públicas, que según las estadísticas publicadas por el BCR han cerrado el 2024 en azul, no en rojo. Las cifras no respaldan la campaña del grupo “El Comercio” y la derecha mediática en estos dos temas. Lo que dicen muy claramente los datos es que el problema del mayor déficit se debe a que la recaudación de impuestos, que ya en el 2021 era bajísima estando 10 puntos por debajo del promedio latinoamericano, se ha desplomado, mientras los presupuestos reales en sectores claves como salud y educación siguen bajísimos. No hay democracia viable en estas condiciones.

Una buena política económica, sin embargo, no puede considerarse de manera aislada. Por ejemplo, en el 2020-2021 el gran reto era acabar con la pandemia y ayudar a las familias a sobrevivir esa crisis. Lo más importante eran la salud pública y la protección social, y la política económica debía orientarse a apoyar esos objetivos. Hoy el mayor problema del Perú es la inseguridad ciudadana y el deterioro de la democracia, lo que debe tenerse claro para una buena definición de la política económica. No corren por cuerdas separadas la economía, la inseguridad y la democracia: están relacionadas. Las condiciones de desesperanza y de inequidad empujan a miles a la ilegalidad y generan rechazo al sistema de gobierno. Son grandes factores sociales que operan de manera invisible pero potente, como una lluvia que debilita una ladera hasta provocar un huaico. Por eso, la política económica debe apoyar a la solución de estos dos grandes problemas promoviendo con fuerza el progreso social y la reducción de la desigualdad, garantizando salud y educación de calidad. El otro es el presupuesto público necesario para modernizar nuestro sistema de seguridad y justicia. Claro que, en ambos frentes, lo más importante es una buena estrategia y una buena gestión. Que el sector economía brinde el apoyo necesario solo funciona en esas condiciones (con este ministro del interior, toda la plata del mundo no nos lleva ni a la esquina).

Para completar el panorama hay que tener claro, además, que el 2025 enfrentaremos un escenario más complicado para la economía nacional. Veo dos grandes riesgos. El primero es Trump: nada está descartado con ese matón impulsivo de presidente de los Estados Unidos, y puede –es una posibilidad– golpearnos duro. Para él somos nada y no tendrá ninguna consideración. Hará simplemente lo que se le ocurra. Que tengamos un TLC firmado no es garantía de nada, si aplicó un 25% de aranceles, una tasa fuerte, a México y Canadá con quienes el propio Trump firmó un acuerdo renegociado hace cinco años, y amenazó a Colombia con medidas hasta más duras, teniendo ese país un TLC casi idéntico y suscrito en el mismo tiempo que el Perú. Ya sus voceros han realizado fuertes amenazas en relación al puesto de Chancay. Aun cuando no tome medidas específicas contra nuestro país, el comercio mundial se está viendo golpeado y hay mucha más incertidumbre en la economía global, afectando al Perú en consecuencia.

El segundo es el congreso, los partidos que lo dominan y los grandes intereses y lobbies que ahí se mueven, como los de las grandes agroexportadoras y la minería, formal e informal. Recordemos que es un año preelectoral, para los congresistas este año es casi el fin de fiesta: ahora o nunca. Aumenta por eso la posibilidad de medidas populistas y regalazos a quienes pueden darles millones para sus campañas. Ya hemos visto cómo este congreso ha aprobado millonarias exoneraciones tributarias sin mayor resistencia de Dina Boluarte, y sabemos que hay varias más en trámite en las distintas comisiones. No será un año fácil ni tranquilo.

Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 719 año 15, del 07/02/2025

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