21 de junio de 2025

Perú: Chanchos voladores, drones bomba

Juan Manuel Robles

"El último chiste de Porky a mí me parece particularmente miserable"

No hay síntoma más cabal de los tiempos que corren, de nuestra crisis sin rumbo, que Rafael López Aliaga. El alcalde de Lima no solo representa el fracaso final del modelo de empresario “exitoso” que pasa a la arena pública; resume como nadie estos tiempos en que las palabras no valen nada, la vergüenza no es un asunto serio y la relación con los votantes y ciudadanos es una broma infinita. López Aliaga se mata de la risa de los limeños en vivo y en directo, y de formas cada vez más crueles.

El alcalde no es solo un mal chiste permanente. Es un estado de ánimo que se le impone a Lima.

Autoritarismo no es solo que las fuerzas del orden repriman o maten, y que un Congreso lleno de corruptos haga leyes y cambios en la Constitución para copar las instituciones y neutralizar a los opositores. Autoritarismo es también que el alcalde pueda decir las estupideces que dice —faltando el respeto a la inteligencia de los limeños— y la prensa les haga creer a los ciudadanos que aquellas son ideas razonables que hay que analizar en un panel. Lanzar un disparate en un tema sensible de la administración pública es una negligencia que debería encender todas las alarmas. Pero los medios nos han acostumbrado a tolerar a López Aliaga, a propagar sus sandeces como si fueran extensión de su carácter excéntrico. “Es que él es así”, parece ser la excusa implícita.

El último chiste de Porky a mí me parece particularmente miserable. El alcalde ha señalado públicamente que, para resolver el problema de la inseguridad ciudadana, Lima usará drones patrulleros con capacidad letal. «El dron es como un cóndor; está dando vueltas y baja cuando detecta un acto delictivo», ha dicho. No solo eso. El dron, según el burgomaestre, descenderá a la escena del crimen y, si el malhechor se resiste a la autoridad, explotará.

O sea, alguien te asalta y el dron cóndor baja en círculos y se pone al lado del infeliz que te tiene del cogote. Lanza la advertencia final y, como el sujeto no obedece, se acerca aún más y hace explosión, acabando con el problema; daño colateral: el dron y tú. En ese orden.

No quiero ni imaginar al dron interviniendo en un bus asaltado. O en un chifa.

El alcalde pone tono serio, niega que lo que dice sea un chiste. Se adelanta a responder a los incrédulos. ¿Oiga, no saben que ya existen drones haciendo ese trabajo? Los críticos seguramente son zurdos que no entienden de tecnología, él acaba de estar en Arabia, de donde sacó la idea, y, si no creen que un dron puede detectar desde el cielo una acción delictiva, es porque no están al tanto de las maravillas de la inteligencia artificial.

La inteligencia artificial —Grok— le responde al alcalde:

«No hay evidencia creíble que confirme que en países árabes se usen drones para combatir la delincuencia que exploten si no se acatan advertencias, como afirmó Rafael López Aliaga. Los drones en países como Emiratos Árabes Unidos se usan principalmente para vigilancia policial, no para acciones letales. No se encontraron fuentes que respalden el uso de drones explosivos en contextos de aplicación de la ley. Además, los drones avanzados con IA son costosos, contradiciendo la afirmación de que son “baratos”.»

Puede parecer gracioso, una estampa de nuestro folclor, un video viral que podría dar la vuelta al mundo para que todos vean, una vez más, que en el Perú nunca te aburres. “Imagínate vivir en Suiza y no ver al alcalde diciendo que hará estallar drones contra los delincuentes”. Pero la inseguridad tiene hoy mismo heridos y deudos, familias rotas. La inseguridad altera la perspectiva de miles de peruanos, enrarece su idea de futuro. No estamos para gracias.

Y sí, a estas alturas ya sabemos que López Aliaga es un incontinente. No para de alucinar y suelta todo lo que se le ocurre. Días antes había propuesto la construcción de una versión peruana del CECOT, la megacárcel de Bukele (una semana atrás, había propuesto, más bien, mandar a los delincuentes peruanos a El Salvador). Para elegirse de alcalde, prometió resolver el problema de la inseguridad consiguiendo diez mil motos patrulleras. Consiguió solo cuatro mil, con denuncias de sobrecostos y sin que su utilidad esté clara. Y su gran obra tecnológica para Lima es un tren chatarra de cuarenta años de antigüedad, una “donación” cuyo traslado y acondicionamiento costará 24 millones de dólares, vagones como elefantes blancos pintarrajados de grafitis que California desechó porque contaminaban el medio ambiente.

Pero el alcalde sigue, sigue lanzando sus ideas, que bajan del cielo y nos explotan en la cara.

El asunto no es solo él, son los controles que deberían existir para detenerlo, dada su pública falta de seriedad (y que no existen). Minutos después de su último disparate, América Noticias titulaba:

DRONES CON IA PARA PATRULLAR LIMA

“El alcalde anunció que implementará estos dispositivos que operarían con la ayuda de inteligencia artificial. Detalló que estarán conectados a la central municipal de control”.

Y aunque algunas presentadoras alcen la ceja con sorna, no se compara con el ceño fruncido lleno de clara indignación que lanzaban cuando Pedro Castillo decía algo, digamos, poco técnico. Oh, había que ver eso, ese festín piraña. Cada idea fuera de foco de Castillo era contestada con un periodicazo del grupo; y hasta el reportero practicante tenía licencia para hacerse el gracioso frente a cámaras.

Hay distintos puntos de vista sobre lo mucho o poco que la prensa puede exigirle a una autoridad que tiene un mandato autónomo. Para mí está claro que sí se le puede exigir, siempre, tomarse la cosa pública en serio. Y quien no lo haga debe sentir la presión para responder. O tal vez me quedé en el pasado, ya no entiendo nada, y hoy está bien ser un alcalde meme, un provocador de cantina, un cínico, un mitómano. O tal vez es más simple: ese alcalde que se burla de Lima es parte de la coalición de derecha. No es un rojo, ni siquiera un caviar. No amenaza al sistema y por tanto tiene salvoconducto. De hecho, para los poderes fácticos es un presidenciable deseable. Así que limeño, a comprenderlo, nomás. Qué nos cuesta reír un rato.

Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 738 año 16, del 20/06/2025

https://www.hildebrandtensustrece.com/

No hay comentarios: