Las primeras elecciones en tiempos de IA nos colocan la valla más alta
Vaya que vivimos en tiempos de inteligencia artificial. Desde que se lanzó ChatGPT en noviembre de 2022 hasta hoy, el avance de la tecnología ha sido vertiginoso: lo usan los escolares para hacer sus tareas, los marketeros para sus campañas, los periodistas para sus notas, los bancos para detectar fraudes, los médicos para afinar sus diagnósticos… y la lista sigue. Según diversos estudios hechos en nuestro país, el 57 % de los trabajadores peruanos ya utiliza la IA en sus labores diarias, y el 99 % de quienes la usan opina que les facilita el trabajo. El mundo ha cambiado, y llegará el momento en que ni siquiera podremos recordar cómo vivíamos antes de esta herramienta. Mientras tanto, estamos en un periodo de adaptación y reconocimiento que no es siempre fácil. Por ejemplo, uno de los grandes retos que nos impone el avance diario de la IA es saber cuán confiable es lo que tenemos frente a nuestros ojos.
Hace como un mes, por ejemplo, se viralizó un video en el que una mujer discutía con el personal de una aerolínea porque no la dejaban embarcar con un canguro. En el video, que me llegó varias veces por distintos medios, la mujer argumentaba que debían dejarla subir porque el canguro era su animal de apoyo emocional. La situación era bizarra, pero el realismo del video hacía pensar que se trataba de un hecho verídico y debo confesar que por un momento casi me lo creí. Pero cuando investigué un poquito, caí en cuenta de que había sido creado con inteligencia artificial. Lo que más me sorprendió, sin embargo, fue la cantidad de personas a las que escuché narrar la anécdota como si fuera real. No se habían enterado de que se trataba de un video falso, hecho en broma por alguien con ganas de tomarle el pulso a la credulidad ajena.
¿Es grave no poder detectar si lo que vemos realmente ocurrió o existe, o si fue creado por una máquina? Depende. Si se trata de una anécdota graciosa que involucra gatitos, canguros o libélulas, pues, salvo quedar como unos pánfilos por habernos dejado engañar, no pasa nada. Pero ¿qué consecuencias puede traer que creamos imágenes o videos que afecten la honra o la reputación de otras personas? ¿Cómo se va a regular el uso de imágenes falsas diseñadas con el ánimo de dañar o difamar?
En 2026 tendremos una campaña electoral que se anuncia caótica. Lo más probable es que tengamos compitiendo a más de treinta candidatos a la presidencia, cada uno de los cuales arrastrará a 130 candidatos a diputados y 60 a senadores. Serán, además, las primeras elecciones atravesadas de lleno por la inteligencia artificial. En una contienda donde habrá más de cinco mil candidatos buscando un puesto, ¿quién controlará que los videos o fotos que nos lleguen como parte de la campaña sean reales? ¿Cómo sabremos si el candidato de turno realmente no quiso comerse un chicharrón o si se trata de un video trucado? ¿Quién nos advertirá que la escena en la que una candidata presidencial se mete un chape con su archienemigo es falsa? Es cierto que siempre ha existido la posibilidad de alterar imágenes, pero nunca antes había sido tan fácil, tan eficaz, ni tan accesible. Hoy, cualquiera puede hacerlo, y por más que salgan comunicados o el Jurado Nacional de Elecciones imponga sanciones, ya sabemos que desmentir una imagen viral es una tarea titánica.
En tiempos de inteligencia artificial, el verdadero poder no estará solo en quién diga la verdad, sino en quién logre convencer a más gente de que su mentira es cierta.
https://jugo.pe/canguros-y-candidatos/
https://www.leerydifundir.com/2025/07/peru-canguros-candidatos/
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