César Hildebrandt
"Los que creen que restaurando la mafia del fujimorismo aseguran su futuro, vuelven a equivocarse"
Qué cómoda se le vio a Martha Chávez en RPP. Y qué contundente estuvo Fernando Rospigliosi en esos mismos estudios defendiendo su ley de amnistía, a pesar del decente esfuerzo de Fernando Carvallo.
Era como si hubiésemos regresado a los 90, cuando el dueño de RPP era consejero de Vladimiro Montesinos y la emisora respaldaba al régimen del orden y el tractor.
¡Estamos en los 90!
Regresó Patricia Benavides por todo lo alto y ahora quizá vuelva a ver el caso de su hermana Enma, también reivindicada. La señora que va a Palacio promulgó la ley de amnistía y el presidente del Congreso quedó librado de toda sospecha por el caso de violación que estaba siendo tibiamente investigado.
Todo marcha sobre ruedas y un nuevo reino de oscuridad se levanta en estas tierras.
Pero eso sucede en las esferas del poder. Abajo, los pobres claman y el resentimiento cunde.
Y se van a llevar otra sorpresa los que creen que todo será tan fácil como en la reelección fraudulenta del 2000.
La rabia siempre encuentra su cauce y la indignación –que la prensa no registra– se habrá de expresar.
Los que creen que restaurando la mafia del fujimorismo aseguran su futuro, vuelven a equivocarse. Entre los menos iguales se esparce un sentimiento legítimo de rechazo al sistema que ha permitido este retorno al predominio del abuso.
Yo sigo soñando con un gobierno levemente socialdemócrata y poblado por gente decente que se atreva a cambiar este país a la deriva.
Si un gobierno como ese llegara al Palacio que hoy tantos manchan, lo primero que haría sería derogar toda esta basura legislativa concebida por organizaciones criminales y secuaces de victimarios con uniforme.
Y después tendrían que venir los castigos: los judiciales y los sociales, las cortes y el desdén, los jueces y el desprecio. Esto no puede quedar así.
Ese gobierno hipotético y tan poco probable tendría que modernizarnos. Somos un país anacrónico, viejo y roñoso, lleno de prejuicios de procesión católica y odios nacidos del conservadorismo menos letrado y más racista.
Modernizarnos significa que volvamos a entender la cosa pública como asunto de todos, el Estado como decisivo para algunos temas, la igualdad de oportunidades como un derecho, la dignidad como un reconocimiento elemental.
Cambiar el país supone amar el orden y no hay orden sin justicia. El orden no es lo que las viejas pellejas conciben como legado de las haciendas con cárceles propias, sino el que exige una república: la esforzada conciliación de intereses diversos y el arbitraje final de las instituciones encargadas de administrar justicia.
Pero ese país imaginario que insisto en soñar requiere de un pueblo lo suficientemente asustado como para producir un líder proporcional al desafío.
Y deberíamos estar asustados: el Perú es rehén de una banda que intenta recrear los métodos de los años 90, está sometido al chantaje de la delincuencia y tiene índices de pobreza que nada tienen que ver con las cifras azules de las exportaciones y los números celestiales de nuestras reservas internacionales. Pocas veces hemos sido un país tan descaradamente dual y pocas veces hemos sido tan inconscientes del peligro que nos amenaza como Estado.
¿Habrá un liderazgo digno de las circunstancias, un partido que pueda convocar a un nuevo contrato social, un grupo de notables que dé el grito y agite el campanario?
Quiero creer que sí, aunque el elenco actual intente persuadirme de que soy un pobre soñador, un esperanzado que se lleva el viento.
Llevo tantos años peleando contra la inercia de los inmóviles y la dureza de los crueles que quizás lo más sano debiera ser admitir la derrota, huir del fango y dedicarme a leer y a escribir. Pero hay una obstinación que me persigue, un amor lleno de furia por este país que pudo –y puede– ser tantas otras cosas. Renunciar al sueño sería morir en vida y aún no estoy preparado para una hazaña tan forense.
Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 745 año 16, del 15/08/2025
https://www.hildebrandtensustrece.com/
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