14 de septiembre de 2025

El emperador Trump

Pedro Francke

"En el propio Estados Unidos, la democracia está claramente en cuestión"

Escribo nuevamente sobre Estados Unidos y Donald Trump, cuyas políticas son altamente disruptivas a nivel internacional. Estamos tan agobiados por lo que pasa en nuestra patria que a veces no alcanzamos a levantar la vista y mirar un horizonte amplio, pero ninguna propuesta seria para nuestro presente y futuro puede pasar por alto esta nueva realidad mundial.

Desde hace setenta años Estados Unidos ha tenido la hegemonía internacional y América Latina ha sido su zona de mayor influencia. Su política económica para el mundo, la hiperglobalización neoliberal impuesta desde 1990 tras la caída del muro de Berlín, ha sido reemplazada por aranceles y sanciones por doquier. La proclama estadounidense en favor de la democracia y los derechos humanos ha sido abandonada sin ninguna propuesta de orden alternativo para la humanidad, más allá de que nos sometamos a los designios que cualquier día se le puedan ocurrir al emperador Trump. Estamos en medio de la gran redefinición de la década, aunque los arrebatos e inconsistencias trumpistas hagan muy difícil prever el rumbo definitivo.

Esto ha significado grandes cambios en la política gringa hacia Latinoamérica. Los Tratados de Libre Comercio firmados han sido rotos por los Estados Unidos sin ninguna negociación, coordinación o siquiera comunicación formal. El Perú tiene un TLC firmado que en un pacto recíproco establece que la enorme mayoría de nuestros productos puede ingresar sin pagar aranceles a EE.UU., pero ahora nos cobran 10 por ciento. Trump ha roto el tratado que él mismo firmó con México y quiere dominar el canal de Panamá. En este escenario, el puerto de Chancay bajo control chino les preocupa. Lo han dicho varias veces ya, la última fue la semana pasada y se hizo a través de un profesor de la Escuela de Guerra del Ejército de los Estados Unidos, quien de paso criticó el tren de Brasil a Chancay como un riesgo a su seguridad. Hay nubes en el horizonte. Además, los peruanos que luchando por su sobrevivencia migraron a Estados Unidos sin documentos pueden verse separados de sus hijos y familiares sufriendo una deportación inmediata y brutal. Frente a estos primeros abusos imperialistas el cogobierno Keiko-Dina mantiene un silencio estruendoso, revelador de su total subordinación. El Estado peruano ha sido puesto de rodillas por estos usurpadores.

En décadas anteriores los Estados Unidos pretendieron ser los paladines de la democracia y los derechos humanos. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada en 1948, tuvo a Eleanor Roosevelt como su gran impulsora. Su práctica nunca fue consecuente con esos principios, como lo atestigua el apoyo norteamericano a numerosos golpes de Estado y dictaduras asesinas en la región. A pesar de todo, cuando no afectaba sus intereses, podía tomar algunas iniciativas derecho-humanistas y abrir espacios de diálogo por la democracia. Hoy eso se acabó. En el propio Estados Unidos, la democracia está claramente en cuestión. Trump ha emitido numerosas “órdenes ejecutivas” arrogándose poderes especiales en temas que constitucionalmente le corresponden a su Congreso, como por ejemplo en el aumento de aranceles que ya ha sido cuestionado hasta en segunda instancia judicial (aunque esta controversia la resolverá finalmente la Corte Suprema bajo mayoría trumpista). Han detenido a centenas y los han mandado a cárceles en El Salvador sin permitirles una mínima defensa. Ha ido contra sus leyes de presupuesto cortando fondos a universidades que permiten la crítica y mediante su pacto con oligarcas como Jeff Bezos ha sometido a periódicos importantes como el “Washington Post”.

En la región, Trump ha tenido la desfachatez de castigar a Brasil con aranceles del 50 por ciento porque el golpista Bolsonaro está siendo enjuiciado por su Poder Judicial que, como corresponde al principio democrático de separación de poderes, es constitucionalmente independiente. Trump incluso ha sancionado a un juez de la corte suprema brasileña porque no le gustan sus fallos. Por otro lado, apoya y es cercano a Bukele, quien ya es claramente un dictador que persigue a cualquiera que se le oponga y se va por la reelección inconstitucional al estilo Fujimori. A nivel internacional, Trump ha emitido sanciones contra los jueces de la Corte Penal Internacional por haber sentenciado algo que está a la vista de todo el mundo: hay un genocidio en Gaza y Netanyahu es responsable. Está clarísimo que al actual gobierno de los Estados Unidos la democracia y los derechos humanos le importan un pepino.

En dos asuntos de coyuntura hay que tener esto muy en cuenta. Uno: las acciones de Estados Unidos contra Venezuela no tienen nada que ver con la democracia, sólo con afirmar su poder imperial y quedarse con el petróleo. Dos: esta es una razón de fondo por la cual la alianza Dina-Fujimorismo se atreve a insistir en el retiro de la Convención Americana de los Derechos Humanos. Porque si los Estados Unidos salieran en defensa de este tratado, como algunas veces han hecho en el pasado, Keiko no se atrevería a enfrentarlos. Los derechos humanos y la democracia siguen siendo valores de enorme fuerza moral, pero lamentablemente en la actualidad la correlación de fuerzas está en su contra. Hasta la mayoría de países europeos los ha abandonado frente al genocidio de Gaza, con una estrechez de miras muy reveladora. No debemos amilanarnos por eso pero sí defenderlos de acuerdo a la coyuntura.

Con los Estados Unidos convertido en una fuerza hiperreaccionaria, vivimos tiempos recios. Como sucede con todos los momentos críticos de cambio, no sabemos qué crisis vendrán y cómo terminará de definirse el porvenir. El trumpismo podría caer antes de lo que pensamos, miren nomás cómo en menos de dos años Milei ya está siendo rechazado por la ciudadanía en Argentina. Nada está escrito y la humanidad traza su propio destino. Nunca hay que olvidarlo.

Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 749 año 16, del 12/09/2025

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