23 de octubre de 2025

Perú: Jerí: ¿Dina 2.0?

Maritza Espinoza

“El pacto mafioso solo se ha deshecho de un alfil y puesto otro: Dina no gobernó sola, sino como la cara visible de un monstruo de varias cabezas.”

Hace unas semanas, el politólogo Alberto Vergara proponía, en una de sus columnas, algo que podría sonar a broma, pero que, explicado por el lúcido analista, resultaba totalmente plausible: que los congresistas sean elegidos por sorteo entre todos los ciudadanos mayores de edad y sin ningún requisito adicional. Es decir, una especie de lotería cívica. ¿La lógica implícita? Que nada puede ser peor que esto que tenemos como “representación” parlamentaria.

Estoy segura de que, si el presidente que debía suceder a Dina Boluarte hubiera salido con los números ganadores de la lotería de Lima y Callao o de la Tinka (permítanme la ucronía), habríamos tenido una mejor carta que el impresentable personaje que hoy ostenta el máximo cargo de la nación y cuyo mayor sacrifico por la patria, en sus 38 años de vida, ha sido deshacerse de sus cientos de cuentas porno.

Haberlo puesto en la presidencia de la República porque Dina Boluarte ya resultaba un lastre inconveniente para los intereses de los partidos que le sostenían y, sobre todo, de sus candidatos presidenciales con miras a las elecciones (Keiko Fujimori, Rafael López Aliaga y César Acuña, hay que recordarlo siempre), sólo demuestra dos cosas: uno, que el “fujiporkyacuñismo” no pudo encontrar en el Congreso nada más decente y, dos, que parecen no ser conscientes de que el sujeto de marras tiene vocación de yunque y que pronto habrá que deshacerse también de ese lastre.

“No, lo que planean es vacarlo pronto para que Fernando Rospigliosi sea el presidente”, especulan algunos ingenuos por ahí. ¡Naaa! Esa es una posibilidad tan inexistente como la humildad de Donald Trump. Rospigliosi sólo está allí, en la presidencia interina del Congreso, como señal de quién manda realmente en el triunvirato “fujiporkyacuñista” y lo más seguro es que, cuando llegue la hora de deshacerse del bulto (me refiero a Jerí), el lugarteniente de Keiko renuncie con el cuento de que lo hace por “desprendimiento” o que, como ha soltado gente de su bancada, se vaya a través de una “recomposición” de la Mesa Directiva.

Si Rospigliosi, o cualquier otro fujimorista, asumiera la presidencia, se convertiría de inmediato en el pararrayos del repudio popular, un Memorex en tiempo real de lo que su lideresa y su bancada han hecho con nuestro país (y nuestras leyes), lo que perjudicaría directamente la cuarta candidatura de la heredera de Fujimori, quien ya tiene su propio –y abundante- caudal de pasivos políticos.

Por eso, Keiko no puede darse el lujo de dilapidar su frágil porcentaje de intención de voto (apenas entre el 6 y 8% según las encuestas) sólo para tener un semestre de poder presidencial por interpósita persona, sobre todo ahora que está apostando a la amnesia popular reescribiendo la historia y tratando de humanizar su imagen en su podcast “Konfesiones”, en el que recorre el país en viajes en los que no se deja ver por casi nadie.  

Pero si Fujimori y sus socios del “fujiporkyacuñismo” creen que, tras vacar a Boluarte, van a tener una campaña “suavecita”, se equivocan. Un semestre es muy poco tiempo para que la gente olvide su sólido pacto y su corresponsabilidad absoluta en el desmadre que hoy vivimos. Podrán contarnos todos los cuentos que se les ocurran (como el atentado bamba a López Aliaga, por dar un ejemplo reciente) y tal vez algunos limeños ingenuos se lo crean. Pero, en el interior del país, tienen bien claro quién ha gobernado a la mala, y en la sombra, los dos últimos lustros.

También tienen muy presente que la salida de Boluarte no ha cambiado absolutamente nada: el pacto mafioso (los que siempre gobiernan, aunque pierdan) sólo se ha deshecho de un alfil y puesto otro. Porque Dina no gobernó sola, sino como la cara visible de un monstruo de varias cabezas, la enjoyada mucama de los tres principales líderes de la ultraderecha.

Pero, sobre todo, lo que no podrán borrar jamás las –sospecho- millonarias campañas que nos tendremos que tragar es que, si bien Dina Boluarte fue la responsable política del asesinato de más de medio centenar de compatriotas en los días de su ascensión al poder, sus aliados no movieron un dedo para que se haga justicia y, lo que es peor, la acompañaron entusiastamente en el terruqueo indiscriminado de toda disidencia, algo que ha calcado José Jerí, tanto que ya tiene un muerto en su haber.

Por lo que indican sus primeros discursos, su risible gabinete y su modo de enfrentar las protestas, el nuevo alfil del pacto (o mayordomo, para guardar el símil), será más de lo mismo: terruqueo y represión a las protestas populares, inoperancia en materia de seguridad, afección al show político y unas juntas oscuras que dejan a las de Boluarte como simples calichines. No por nada algunos lo llaman Dina 2.0

Yo me atrevería a sospechar que su nombramiento, si no obedeciera a una conveniente “toma de distancia” de parte de sus mentores con miras a la campaña que se viene, ha sido parte de una estrategia espléndida para que, a su lado, Keiko, Porky y Acuña terminen pareciendo unos estadistas de primer mundo.

Fuente: https://larepublica.pe/opinion/2025/10/19/jeri-dina-20-por-maritza-espinoza-hnews-393224

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