Róger Rumrrill
Iquitos es una isla rodeada de ríos y lagos: Amazonas, Itaya, Nanay y los lagos de Moronacocha y Quistococha. Sobre esta ciudad-isla y otras de la Amazonía peruana se ha desplomado un diluvio en los últimos meses y semanas.
Con el diluvio -resultado del cambio climático y la estación invernal- también han llegado las siete plagas del apocalipisis: más pobreza, deterioro de la calidad de vida, enfermedades, agotamiento de los recursos naturales, corrupción y el casi colapso de la renta petrolera.
Alberto Ríos Moreno, un destacado arquitecto amazónico resume la situación de Iquitos: “La ciudad de Iquitos está colapsando, se está hundiendo en sentido físico y figurado debido sobre todo a la obra inconclusa y pésimamente ejecutada del alcantarillado”.
Por su lado, Enrique Rodríguez Morales, comunicador social y administrador, innovador empresario hotelero y de turismo, expresa tajante: “La economía de Iquitos y de Loreto han colapsado. La mala inversión de la renta petrolera, que se ha desplomado por la baja de los precios del hidrocarburo, además de la corrupción y la inseguridad, son, entre otras, las causas”.
Recorremos el anillo periférico de Iquitos con el escritor, poeta y periodista Armando Ayarza Uyaco. Decenas, centenares y miles de carpas se han levantado a lo largo de esta periferia como abrigo precario y de emergencia para miles de damnificados por la creciente de los ríos que este año ha alcanzado niveles nunca vistos.
Solo en la Región Loreto, de acuerdo al Gobierno Regional, 14, 866 ha. de cultivos han sido arrasadas y destruidas por las aguas; 9, 576 fueron dañadas y en cuanto a personas damnificadas, suman 13,735 y afectadas de alguna manera un total de 138,766.
El extractivismo desenfrenado, la corrupción y el cambio climático amenazan el presente y el futuro de la Amazonía.
Todavía estamos a tiempo para cambiar el curso de la historia y de este escenario trágico.
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