Donald Trump quiere imponer de todas formas a su fiel discípulo, el ultraderechista Mauricio Claver-Carone, al frente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con el objetivo final de controlar y dominar económicamente al hemisferio americano.
Sin el más mínimo respeto a la regla no escrita, pero moralmente aceptable desde su fundación, de que el cargo de presidente del BID le corresponde a un latinoamericano, el magnate de la Casa Blanca trata de pasar por encima de todo el que se le oponga para dejar asentado en el puesto a uno de sus discípulos más allegados.
Mauricio Claver-Carone principal asesor de Trump para América Latina en el Consejo de Seguridad Nacional (CSN) es conocido, según el diario argentino Página 12, como un “bulldog” por su mala fama de línea dura dentro de los círculos relacionados con Latinoamérica en Washington.
Este ultraderechista favorece posturas aún más extremas hacia los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua y ve a la región como el frente clave para las batallas al estilo de la Guerra Fría contra amenazas comunistas.
La mayor parte de las últimas dos décadas las ha pasado como un influyente cabildero y principal antagonista de cualquiera que busque revertir el bloqueo que el régimen estadounidense mantiene desde hace 60 años contra Cuba.
Seguidamente se involucró en la administración Trump y durante los últimos 17 meses ha disfrutado de una influencia sin igual en las políticas del presidente hacia Venezuela, a tal punto que los embajadores extranjeros se han quejado, en privado, sobre su ascendencia en esa área.
La periodista Rosa Miriam Elizarde, en la página Web de Cubadebate lo describe como integrante de una generación de advenedizos, que se ha beneficiado económicamente de la industria anticubana.
Fue cofundador y director del Comité de Acción Política para la Democracia de Cuba, de Estados Unidos (USCD PAC), uno de los grupos a favor del bloqueo más activos en Washington, cuyo objetivo es recaudar dinero para apoyar a los congresistas cubanoamericanos, y que, según los registros de la Comisión Federal Electoral, gastó alrededor de 680 000 dólares en las elecciones que llevaron a Trump a la presidencia.
The New Yorker lo retrata como “un típico abogado del sur de la Florida, conocido entre los políticos de Washington por su punto de vista extremista, todo-o-nada, sobre Cuba”, mientras The Global Americans afirma que es alguien que no duda en mentir sobre la isla que jamás ha visitado.
Un académico estadounidense, que participó en un evento reciente en el Instituto Internacional de Relaciones Internacionales (ISRI), de La Habana aseguró que “es el típico arribista que cuando no está en el poder, su única preocupación es ganar dinero con la maquinaria anticastrista, pero cuando está en el poder, se prepara para el momento en que no esté ahí y tenga que seguir ganando dinero”.
Todas las fuerzas ultraderechistas dentro del régimen estadounidense apoyan a Claver-Carone que llegó al puesto en el CSN por el apoyo de su íntimo amigo y archirreaccionario senador Marco Rubio.
Carlos Vecchio, nombrado en forma virtual como embajador del autoproclamado presidente (fantasma) de Venezuela, Juan Guaidó, aseguró que Carone ha facilitado todos los procesos dentro de la Casa Blanca para aumentar el nivel de presión sobre Maduro.
Gobiernos derechistas y súbditos de Estados Unidos en la región, han apoyado esa candidatura auspiciada por el ala extremista del Partido Republicano, pero otros se le han opuesto porque ven en esa acción, otro paso imperial para ejercer más control económico sobre Latinoamérica.
Después que Trump propuso a Claver-Carone, a contrapelo de la tradición diplomática, la rechazaron los expresidentes, Juan Manuel Santos, Fernando Henrique Cardoso, Ricardo Lagos, Julio María Sanguinetti y Ernesto Zedillo que, por cierto, no tienen un pensamiento anti-norteamericano.
Argentina presentó la candidatura del secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz y Costa Rica la de la ex presidenta Laura Chinchilla. Las elecciones están fijadas para los días 12 y 13 de septiembre, pero ante el rechazo que levantó la propuesta de Claver-Carone, los gobiernos de México, Chile, Argentina, Costa Rica, Perú, Canadá y varios de la Unión Europea han solicitado postergarla hasta marzo de 2021, después de las elecciones en Estados Unidos.
El excanciller y actual senador argentino Jorge Taiana explicó al diario Sputnik que la presidencia del BID para un latinoamericano fue un acuerdo «explícito» entre Estados Unidos y América Latina desde la fundación del organismo en 1959 porque “conocía mejor la región, iba a ser más respetado y tener más poder de diálogo». Agregó que si bien ese requisito no está en los estatutos del Banco, el propio presidente estadounidense de la época, Dwight Eisenhower, lo expresó en aquella oportunidad.
En 60 años el organismo ha tenido cuatro presidentes: el chileno Felipe Herrera (1960-1970), el mexicano Antonio Ortiz Mena (1970-1988), el uruguayo Enrique Iglesias (1988-2005) y el colombiano Luís Alberto Moreno (2005-2020).
La pulsada de la Casa Blanca contra la región Latinoamericana y en este caso para dominar el BID es fuerte, repulsiva y sucia. Habrá que esperar hasta el próximo septiembre para ver cómo se comportan los gobiernos latinoamericanos en defensa de sus derechos.
Hedelberto López Blanch. Periodista, escritor e investigador cubano.
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