César Lévano
Desde el 9 de abril, hay en la Amazonía una huelga que abarca 1,350 comunidades. La paralización tuvo ayer un episodio dramático: la Marina de Guerra del Perú destruyó una barrera que nativos kichuas y arabelas habían erigido en el río Napo.
La acción naval abrió paso a tres embarcaciones de la petrolera Perenco Perú; pero ha sido denunciada por los nativos como una provocación. Es, en todo caso, una seña adicional de que el gobierno de Alan García está dispuesto a todo para defender a cualquier empresa que amenace la vida y el medio ambiente.
No están solos los nativos. Alberto Pizango, presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), ha dicho que cuentan con el apoyo de los frentes de defensa de San Martín, Ucayali, Madre de Dios e Iquitos.
La huelga exige la anulación de los decretos legislativos cuya filosofía fue anunciada por Alan García en los artículos sobre el síndrome del perro del hortelano que publicó en El Comercio. Allí prometía, en pocas palabras, la eliminación de las comunidades de sierra y selva.
Esa decisión reaccionaria, de entraña genocida, enemiga de la cultura autóctona y de los derechos de los selvícolas, está en el centro del conflicto.
Eso explica la tozudez gubernamental, que opone la indiferencia sorda al reclamo justo; la absurda mentira a la vasta movilización popular. Pizango señala cómo, mientras los dirigentes amazónicos dialogan pacíficamente en Lima, la Marina aplica una medida de fuerza.
No es ese el camino para una solución.
No lo es en un escenario en el que los nativos están, desde hace meses, en pie de guerra.
No lo es en momentos en que los pueblos de la Amazonía emprenden el camino de la unidad combativa.
No lo es en días en que la crisis financiera y económica golpea con fuerza a los sectores laborales y empresariales del país. Un Amazonas de cólera se acumula.
Es probable que en Palacio estén pensando en dar rienda suelta a sus impulsos fascistas.
Hay que advertirles, entonces, que están jugando con fuego.
El origen del conflicto son los decretos legislativos que el Poder Ejecutivo dictó, para imponer las medidas propugnadas por García a favor de las transnacionales, con el pretexto de aplicar lo establecido en el TLC con Estados Unidos. En realidad, el entreguismo de García sobrepasó los términos del TLC.
El Congreso debería revisar esos decretos contrarios a los intereses no sólo de los nativos de la selva, sino también del país, cuyo futuro depende en buena parte de la preservación de los bosques amazónicos y la defensa de su biodiversidad.
La Amazonía alberga, además, una liquidez más valiosa que las monedas y más fecunda que el petróleo: el agua. Es éste un recurso escaso que tiene en la Amazonía uno de los almacenes mayores de la tierra.
FUENTE:
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columna-del-director_11.do
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