26 de septiembre de 2018

Nosotros, el pueblo

Claudia Cisneros

El presidente Vizcarra ha decidido que fue suficiente. Que a políticos opositores como el fujimorismo de Keiko y el aprismo de Alan ya no se les puede tratar con la educación y buena fe que la política hecha para el bien del pueblo requiere. Por fin se ha convencido de que no será posible ningún tipo de acuerdo con ellos. ¿Por qué? Porque lo que ellos entienden y esperan como acuerdo es que Vizcarra se someta a sus designios, ¿para qué?, pues principalmente para garantizar su impunidad en los graves casos penales que enfrentan. Es decir, el keikismo y el alanismo solo buscan en Vizcarra un cómplice inmóvil que les permita seguir moviendo los hilos que manejan en todos los demás poderes e instituciones de una democracia: Poder Judicial, Fiscalía, Órganos Electorales, Congreso descontado, Sunat, BCR, CNM, Defensoría del Pueblo y Tribunal Constitucional apenas puedan.

¿Y cómo es que un presidente no electo y con una bancada mínima que ha tenido que pegar con triz pacientemente ha podido hacerle frente a estas dos grandes mafias avasalladoras de su poder? Gracias al Pueblo. Así, con mayúscula: el Pueblo en el que Martín Vizcarra ahora se siente respaldado y legitimado como Presidente del Perú. Y ese Pueblo somos nosotros. Algo a veces abstracto de medir. ¿Dónde estamos? ¿Dónde está el Pueblo? ¿Dónde se escucha su voz? En las encuestas, en las redes sociales y en las calles cuando salimos a protestar. Esas son nuestras vías de comunicación con el Presidente y con los demás políticos para decirles: aquí estamos, no nos vamos, estamos alzando la voz por lo que nos compete y nos preocupa. En las redes virtuales, en las redes físicas, en las calles, en las encuestas. Esos son nuestros altavoces para que escuchen los políticos y oigan lo que les estamos diciendo.

Ese abstracto Pueblo que es la suma de cada uno de nosotros es el origen del poder de los políticos. Aunque encumbrados en sus puestos suelen olvidarlo, la razón por la que tienen ese poder prestado es porque nosotros, el Pueblo, se lo hemos prestado. Desde los pensadores contractualistas (1600s-1700s), esa corriente político-filosófica que justifica el dominio del Estado sobre los ciudadanos en base a un contracto tácito entre sociedad y Estado sigue vigente en Democracia. Hobbes, Locke y Rousseau coincidieron –con algunas diferencias– en que el consentimiento de los gobernados es lo que da la legitimidad a los gobernantes; es en el Pueblo donde se origina el poder que el gobernante usará para beneficio del Pueblo mismo. La soberanía del gobernante procede del Pueblo y al Pueblo ha de regresar en la forma de las mejores decisiones para mejorar su vida y coexistencia. Ese contrato social que Rousseau pronto advirtió cómo era usado fraudulentamente por gobernantes enmascarados de ese poder pero que lo usaban –y usan hasta hoy– para intereses propios. Esa manera abusiva y fraudulenta de usar el poder del Pueblo es a lo que el keikismo y el alanismo nos tienen habituados. Y es esa manera abusiva de usar nuestro poder concedido a ellos para nuestro bien -y no para el uso contrario que le dan- la que debemos denunciar y combatir. ¿Cómo? Saliendo a las calles a protestar cuando el Pueblo se autoconvoca; participando en las discusiones y debates; participando en las redes sociales; interactuando con los medios de comunicación, haciéndoles saber que estamos pendientes y listos para hacer oír nuestras voces, informándonos e informando a otros ciudadanos.

El presidente Vizcarra está en buen camino y mientras continúe en la ruta por el Pueblo, el Pueblo le da su respaldo. Pero esta pelea es larga y ardua. Quienes por años han abusado del poder político para hacer sus fechorías y seguir haciéndolas impunemente blindándose con ese poder, no van a renunciar pronto ni fácil a ese poder que los ha enfermado terminalmente y que amenaza con terminar de infectar a nuestro país. Mantengámonos unidos, informados, vigilantes. La cuestión de confianza otorgada al presidente por el Congreso, a regañadientes y porque se vio acorralado, esconde más de una triquiñuela. No se han comprometido a plazos exactos para que las reformas puedan llegar a tiempo para el referéndum de octubre y tampoco se han comprometido a no modificarlas. Mientras tanto, Keiko y Alan siguen protegiendo al abusivo Chávarry aun a costa de su desplome en aprobación en las encuestas, que ahora le dan 90% de desaprobación a Alan y 82% de desaprobación a Keiko. Mientras tanto, los casos Lavajato y Lavajuez son su más certera espada de Damocles y contra ella es que están dispuestos a todo. Pura supervivencia para evitar la cárcel. Siguen en la ruta de vacar al presidente Vizcarra, todas sus señales y colmillos así lo indican. Es momento de actuar antes de la estocada final. Estamos avisados.

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