Javier Diez Canseco
Si lo dice la izquierda, es simple y llanamente una idiotez, como pontifica Alvarito Vargas Llosa. Pero si lo dice el Banco Mundial (BM) es otra cosa y sale en El Comercio. Ahora, porque lo dice el BM es oficialmente verdad lo que denunciamos: la economía peruana creció estos años, pero la injusticia y desigualdad también. Mientras los peruanos más ricos (5%) tuvieron ingresos de S/.1,332 millones, los más pobres (40%) apenas recibieron S/.171 millones el 2007. Los ricos comieron 18 pedazos de torta y los pobres uno.
Así es de eficiente el mercado distribuyendo la torta, tesis del “Perro del Hortelano”. Esto es fruto de un Estado que no regula ni redistribuye la riqueza vía los tributos. Un Estado castrado de su función social y de garante de derechos fundamentales, servil al sacrosanto mercado dominado por las transnacionales. Pero también refleja la débil organización política y social de los trabajadores del campo y la ciudad, los autoempleados y las mypes para defenderse del abuso y hacer valer sus derechos. Es fruto del engañoso “cada cual baila con su pañuelo” que predican los más ricos –fuertes y organizados– que manejan los medios y criminalizan la protesta social para disgregar, desorganizar y amenazar a los más pobres, acallarlos e impedir el cambio.
En 17 de las 24 regiones creció la desigualdad del 2004 al 2007. Solo disminuyó en Apurímac, Callao, Ica, Lima, Moquegua, Tacna, Tumbes y Ucayali en un nivel mucho menor de lo que debería, dada la enorme riqueza generada. “¡Faltó justicia distributiva!”, dicen ahora. Pero cuando lo exigimos, nos gritan ¡cavernícolas!, ¡desestabilizadores! Ahora –en plena crisis internacional– cuando las ganancias caen y las economías se paralizan, hablan de la mala distribución de la riqueza: hubiera sido mejor que los que ganaban más pagaran más impuestos, regalías mineras o gravar las sobreganancias mineras que García prometió y –para variar– mintió. Lloran sobre leche derramada: esa riqueza ya se fue. Y no proponen nada para cambiarlo: ni recuperar nuestros recursos, ni cobrar la regalía o poner un impuesto extraordinario al patrimonio de las mineras.
Hay zonas donde no solo aumentó la desigualdad, sino la pobreza absoluta. Con el “milagro peruano”, en Huancavelica la pobreza creció de 84.8% el 2004 a 85.7% el 2007. Más allá de los programas sociales (de Eliane Karp o de Pilar Nores), sus tiernas fotos y la propaganda por TV, “la pobreza avanza”. No disminuyó en el campo, ni en la sierra ni en la selva. Peor aún, la inflación el 2007 fue, en promedio, 2.8%. Pero los precios de la canasta de los más pobres subieron 8.7%, el triple para los humildes. El 2008 la inflación promedio fue de 7.5%, más del doble del 2007. Los pobres son aún más pobres que el 2007. ¡Y Chichi, en dupla con la policía, decía en “La ventana indiscreta” que la bronca de la gente, la ira a flor de piel, eran manipulación roja. Ese es, en la TV democrática, el nombre del hambre y la frustración que provocan la insaciable sed de ganancia de los ricos y el abuso del gobierno que los representa.
Por esta ruta vamos al despeñadero. Filosofan cuando la riqueza ya voló y estamos en época de vacas flacas. Cuando caen los precios y volúmenes de las exportaciones de recursos naturales de las transnacionales y se reducen los impuestos que pagan. Callan sobre sus privilegios tributarios, sobre el despido de miles de trabajadores, los sueldos y salarios congelados. Callan ante la negativa de García a bajar el abusivo IGV de 19% a 15, o el ISC de los combustibles porque “¿de dónde sacaría presupuesto?”.
Callan cuando no se regulan los precios de los combustibles, el pan, el aceite o el pollo, a pesar del desplome de los precios mundiales del petróleo, del trigo, de la soya o del maíz. Para remate quieren privatizarlo todo, desde el Pentagonito hasta el agua, como negocio.
O cambiamos o reventamos. Basta de un Estado eunuco, servil a las reinas transnacionales. Queremos uno que intervenga, regule y redistribuya riqueza. Que proteja a los trabajadores y campesinos, a los consumidores y empresarios nacionales. Que proteja nuestro mercado interno y no lo regale vía TLC a los productores chinos, chilenos o norteamericanos. Un Estado que garantice derechos sociales básicos, que facilite la organización de los más débiles –trabajadores, campesinos, pueblos originarios, mypes– para que se defiendan. Que maneje nuestros recursos naturales al servicio del país y del desarrollo. Un Estado sujeto al control de los ciudadanos, recuperando la política de las manos de los mercaderes que hoy la manejan. ¡Nueva Constitución, nuevo gobierno, nueva política!
Si el camaleón Simon llama a trafa Kouri de asesor y gritonea a las juntas de regantes por defender el agua contra las concesiones privatizadoras; si García y Giampietri se espían, chantajean y chavetean –cual Carita y Tirifilo– en los pasillos de Palacio por sus cuotas de poder; si el circo congresal nos insulta exculpando a la argolla política de los petroaudios; ¿seguimos en la cloaca esperando que el BM diga algo o nos atrevemos a cambiar de rumbo?
http://www.larepublica.pe/contracorriente/19/01/2009/si-lo-dice-el-banco
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