César Lévano
La risa es ancha y ajena. Me refiero a la de Alan García y su ministra Mercedes Aráoz al desplegar su júbilo por la aprobación de Bush al TLC con el Perú.
El pueblo, por su parte, no tiene nada que festejar. Es un convenio que arruinará a millones de campesinos, destruirá comunidades del Ande y de la selva, reducirá derechos laborales y encarecerá medicamentos y productos informáticos.
Muy pronto se sentirán los primeros efectos de ese acuerdo. Lo saben mejor que nadie los grandes importadores, que deben de tener ya sus pedidos de papas, algodón, trigo y productos lácteos made in United States of America.
Hay que anotar que toda la artillería jurídica de los decretos legislativos dictados el año pasado por García se conjuga con el TLC.
La base “doctrinaria” está en los artículos que publicó García en “El Comercio” con el título de “El síndrome del perro del hortelano”.
Allí se enuncian las bases que el Tratado consagra: son antiagrarias, anticomunales, adversas a nuestros recursos hidrográficos, a nuestro medio ambiente y a nuestra portentosa biodiversidad.
Recuérdese que Estados Unidos sólo cultiva dos o tres variedades de papa, mientras en el Perú se han estudiado ya por lo menos tres mil quinientas. Empobrecer al agro peruano es empobrecer a la humanidad.
No hay en toda la historia del Perú, rica en vendepatrias, un entreguismo tan extremo como el de García.
Ayer señalábamos en esta columna el trasfondo antiagrario de la política oficial. Eso se refleja en los decretos legislativos 1064, 1081 y 1089, que afectan la propiedad privada y comunal, buscan eliminar al pequeño propietario (con menos de 20 hectáreas) y eliminan un manejo racional de los recursos hídricos (víctimas de la gran minería).
El DL 1090 elimina el concepto de recurso forestal y patrimonio forestal nacional.
Grave, muy grave, es el DL 1086, llamado Ley Mypes. Ese decreto agranda la precariedad del empleo y recorta, en empresas que no son pequeñas, derechos como el período vacacional, compensación por tiempo de servicios (CTS) y gratificaciones.
Un millón trescientos mil trabajadores serán afectados por este crimen social.
El 1064 establece que las tierras deforestadas en la Amazonía pueden ser consideradas eriazas, y, por lo tanto, convertidas en propiedad perpetua de los zorros de la selva (las transnacionales, los banqueros y sus socios chilenos, etcétera).
El TLC otorga lo que pedían los laboratorios gringos: la protección y el uso exclusivo de los llamados datos de prueba (que muchas veces no son tales). Esto reduce el empleo de los productos genéricos y protege, “normalmente por cinco años”, los fármacos de marca, que son más caros.
Gracias al TLC habrá más tuberculosos en el Perú y su curación será más cara. O imposible. Bush sabe lo que firma.
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columna-del-director_11.do
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