Chachi Sanseviero
Los últimos sucesos políticos parecen indicar que el sistema de camuflaje del gobierno aprista para ocultar actos de corrupción hace agua por todos lados. Los chuponeos reveladores de cómo hacen business las ratas mayores y la acuciosa fiscalización de la prensa han logrado reunir un abultado expediente de corrupción, los cuales van saliendo a la luz como reacción en cadena que augura un trágico desenlace para sus actores. Sombrío si vemos la encuesta de CPI donde casi el 60% de los consultados piensa que el presidente está implicado en casos de corrupción.
En negociados con cariz social, a la fraudulenta venta de Collique se suman otros casos a fiscalizar. Vemos en La República a la ministra Vílchez ofrecer a sus electores la ley de expropiaciones y al traficante de tierras Germán Cárdenas, “amigo espiritual” de Mercedes Cabanillas, según el programa de Hildebrandt, beneficiado con ella. Al cesado presidente del Fondo Mivivienda por múltiples deudas impagas, gracias a la denuncia de La Primera. Y sabe dios qué pasa con los recursos públicos destinados a programas sociales donde meten mano los gobernadores por DS o en el FONCODES de Carlos Arana, mientras la Contraloría sigue sin cabeza.
La historia del Perú está tan plagada de casos de corrupción que esta lacra se ha instituido como algo normal en el imaginario peruano. Desde el auge del caucho, el guano y la pesca, nuestras riquezas naturales solo han servido para sembrar miseria en el pueblo y enriquecer a las autoridades y sus amigos, cipayos del capital extranjero. La historia se repite hoy con los minerales y el gas tan codiciado pero ahora la ciudadanía está dispuesta a romper con el estigma del borrón y cuenta nueva.
Ejemplo aleccionador es el juicio a Fujimori por crímenes de lesa humanidad y a su socio Montesinos por corrupción. Fujimori junto a Leguía –también acusado por enriquecimiento ilícito– encabezan la lista de presidentes corruptos que terminaron en la cárcel. Los que siguen están advertidos.
FUENTE
http://www.larepublica.pe/punto-critico/18/02/2009/sin-borron-ni-cuenta-nueva
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