Qué complicado luchar contra un enemigo que carece por completo de objetivos éticos, morales o de cualquier índole que no sea vencer a costa de cualquier cosa, incluyendo la propia dignidad. Este quizá sea el único credo del fujimorismo: ganar con trampa, mintiendo, amenazando, robando o lo que sea, pero ganar. Solo eso explica que la única defensa de su líder sea hacerlo quedar como un pobre oligofrénico que “no sabía nada” de lo que Montesinos y sus paramilitares hacían, algo que no resiste la mínima lógica de un ser pensante. Ahí está el meollo del asunto: el fujimorismo desprecia la lógica, pues todo su pensamiento –por llamarlo de alguna forma– apela al infantilismo de cierta masa que aún no supera la fase anal, como dirían los freudianos.
Las señoras de la portátil que defienden a su “chinito” son incapaces de hilar un discurso más allá del clientelismo y se ciegan ante las toneladas de evidencias que demuestran que apoyan a un delincuente común. Urge decirlo con todas sus letras: el enemigo se sostiene en el oportunismo y la ignorancia, en los hinchas de la televisión basura que creen que lamer axilas o ver a porristas salir con futbolistas es algo digno de interés, en una platea alimentada por “noticias” de cloaca que desprecia a todo el que se atreva a pedirles que piensen un ratito –si no le crees a un diario chicha o “La Razón”, eres un caviar– y que ha hecho suya la frase más patética que existe: “no importa que robe o mate, pero que trabaje”. Es decir, la negación total del respeto al ciudadano.
Por eso creo que la democracia necesita victorias inmediatas, como la condena al ex dictador por crímenes de lesa humanidad. Las victorias morales llegan solas: ahora nuestro accionar debe apuntar a cosas muy concretas, usando estrategias sencillas pero efectivas en el discurso… y siempre recordando que la lucha es contra corruptos que no tienen vergüenza, ni reputación alguna que perder… pero que aún pretender existir.
http://www.larepublica.pe/sin-
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