22 de marzo de 2009

La izquierda se fue a La Haya

César Hildebrandt

Mientras nos hablan de la patria y la frontera, tachín-tachán, sigue el negocio de Collique.

Nos dicen que en La Haya todo se resolverá pero no nos dicen qué harán, aquí y ahora, con la crisis que arroja miles de desempleados a la calle, reduce los ingresos de nuestras exportaciones en más de 20 por ciento y paraliza proyectos de inversión y expansión.

Y pasan piola hablando de la patria los que no creen en ella porque lo que quieren es ser sus chulos.

¿La bisectriz en vez de la línea paralela?

Que me cuenten el cuento del cuadrado de la hipotenusa.

A estos no les importa un triángulo de agua. Lo que les interesa es distraernos con La Haya mientras le entregan a Chile el TLC más favorable y asimétrico que los chilenos pudieron imaginar.

García y los suyos lo que quieren es chillar por un retazo de mar que no es nuestro desde 1883 -y que nadie sabe si recuperaremos-, para que no hablemos de lo esencial.

Y parte de lo esencial es preguntarnos:

Si la crisis mundial es la crisis del capitalismo que García encarna y conduce en este virreinato de Washington, ¿cuándo diablos van a empezar las reformas de este modelo podrido que pare mil Bernard Madoff por cada Bill Gates?

Wall Street se ha caído cual nuevo Muro de Berlín y aquí, reino de pasmados, la oposición de centro-izquierda no dice nada sobre el fondo del asunto y permite que García y sus compinches de la Confiep sigan pasando de puntillas por el escenario.

En Francia han salido a la calle tres millones de personas para decirle a Sarkozy que ya está bueno con eso de que sean los trabajadores los que paguen las torpezas e inmundicias de los patronos. Y Sarkozy va a tener que retroceder.

¿Es que en Francia hay oposición y conciencia de clase?

Sí, en Francia hay oposición y conciencia de clase.

En el Perú, en cambio, la izquierda juega la partida con las reglas de la derecha y pierde siempre.

Y allí están los trabajadores sin rumbo, huérfanos de verdadera dirección, a la deriva en medio de la tormenta perfecta creada por el esquema neoliberal de la codicia enorme y el Estado pequeño y prescindente.

¿Dónde está la oposición de izquierdas?

Nos guiña el ojo en algunos periódicos, pero, en líneas generales, está desaparecida. O la encarna un loco que dice que Fidel Castro es un demócrata o la personifica un líder cansado, minado por los ataques de la derecha, desconectado de todo discurso joven.

¿Y en el Congreso?

En el Congreso está Aznar condecorado, Magaly condecorada y el fujimorismo de Raffo dictando la agenda.

¿Podría Humala reinventarse para cumplir el papel de un Barrantes con ganas de cambiar las cosas?

Barrantes se resignó a ocupar la alcaldía de Lima y a ser comparsa de Alan García.

Humala parece resignado con menos. Tiene un no-partido que propone un no-programa y un no-equipo gracias al cual la peor gentuza de la UPP pasó por su cedazo y se instaló parlamentariamente.

Además, Humala cree que el nacionalismo es una ideología y está seguro de que “pensar como peruano” te exime de pensar como político.

La crisis es grande y sistémica.

Necesitaríamos la ira de González Prada, la cabeza de José Carlos Mariátegui, la emoción de Vallejo, el empuje del primer Haya, la pureza de Heraud y el desprendimiento de los anarco-sindicalistas para enfrentar tamaño maremoto.

Lo que tenemos ahora es un Frankenstein hecho de varias nadas. Un Frankenstein que estira los brazos y camina hacia nosotros con el fin de abrazarnos.

Que se vaya a abrazar a Mary Shelley.

Fuente:
http://diariolaprimeraperu.com/online/noticia1.php?IDnoticia=35228&EF=2009/03/21&EN=1450

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