"La acusación se sustenta en un suelto aparecido en un periódico, que no es respaldado por ninguna indagación que lo corrobore"
Walter Humala es un músico peruano de trayectoria reconocida y apreciada. Guitarrea, interpreta y compone canciones que enriquecen el repertorio de la música tradicional peruana y latinoamericana y ha contribuido a la exploración de nuevos rumbos compositivos y temáticos a lo largo de 50 años de trayectoria profesional continua en escenarios de todo el país y del extranjero. Precisamente, en mayo del año pasado, estaba por ofrecer un importante recital en el Gran Teatro Nacional, junto con su hermano Julio, con quien forman el célebre dúo José María Arguedas, pero de pronto se les impidió el ingreso sin mediar explicación alguna, en un acto de inaceptable censura en el campo de la cultura, que por definición debe ser libre en una democracia.
Poco después, fue sentenciado a 15 años de cárcel como supuesto terrorista de Sendero Luminoso. ¿Ha matado o herido a alguien? No. ¿Ha acopiado armas o preparado explosivos? No. ¿Ha conspirado para preparar algún atentado? No. ¿Ha hecho algún llamamiento a la lucha armada? No. ¿Ha participado, siquiera como colaborador, en alguna acción armada? No. ¿Ha producido o difundido propaganda terrorista? No. ¿Ha hecho la apología de alguna acción terrorista o de algún asesinato? No y mil veces no. ¿Alguna investigación policial lo identifica como partícipe de alguna acción terrorista? Ninguna, en absoluto. ¿Ha roto siquiera un vidrio de una pedrada? Tampoco.
Entonces, ¿cómo así es posible que alguien que no le ha hecho daño a nadie, ni amenaza con hacerlo, sea condenado a 15 años como terrorista convicto? Pues, porque en el año 2014 se desarrolló un operativo de seguridad, improvisado y facha, en el cual se detuvo a decenas de personas, bajo la acusación genérica de estar vinculados al Movadef. La investigación policial es tan precaria que no reúne pruebas mínimamente suficientes sobre las acciones concretas de terrorismo que formula contra cada quien. Y en el caso de Walter Humala literalmente no hay más que palabras, pero ninguna evidencia, por endeble que sea. Peor aún, la acusación se sustenta en un suelto aparecido en un periódico, que no es respaldado por ninguna indagación que lo corrobore.
Hoy, ya pasado el mediodía de su vida, Walter Humala carga con una sentencia emitida después de 10 años de investigaciones y juicio, tiempo sobrado para que la Fiscalía produjese una sólida acusación en su contra. Pero no hay nada de eso. Todo lo contrario. El expediente favorece ampliamente al artista. No obstante ello, el Tribunal emitió una condena tremenda, de 15 años de cárcel por terrorismo para alguien que nunca le ha dado miedo a nadie. No es broma. El fallo significa, en la práctica, castigarlo a pasar en la celda número 5 los años que le quedan y morir en la prisión sin haber cometido jamás ninguna violencia contra nadie, ni haber participado en acto de agresión alguno.
La sentencia, por cierto, no fue aprobada por unanimidad. Hubo un voto disidente que se pronunció, como debía ser en justicia, por la absolución, al constatar que “el Tribunal no encontró una vinculación inicial del acusado con Movadef, pues no halló participación en su fundación, y en las actas de registros personal y vehicular se consignó negativo para propaganda subversiva”; y que, “más allá de la sindicación” hecha por la Fiscalía, “no se ha probado que el acusado se encontró vinculado a una organización terrorista”, pues la incriminación se basa en datos de una página web y de unos sueltos aparecidos en periódicos. Una acusación basada en fuentes tan deleznables carece de la menor seriedad y no puede dar lugar a una sentencia condenatoria. En corto, el voto disidente de la sentencia concluye objetivamente que “el razonamiento” que conduce a declarar una supuesta responsabilidad penal por terrorismo “resulta sumamente débil”.
A Walter Humala cabe juzgarlo por lo que ha hecho en su vida. Por haber formado el dúo José María Arguedas junto con su hermano. Por los numerosos discos que ha grabado desde los años 80. Por su carrera en México, cantando y componiendo en los años 90. Por su exploración e incursión en la trova andina, género del cual es pionero. Por su trabajo de investigación y recreación de las canciones que gustaban al taita Arguedas. Por su labor de recopilación y arreglo de temas tradicionales de la música andina. Por su performance como cantante, como intérprete de la canción tradicional peruana y sus esfuerzos por innovarla y desarrollarla, expandiendo sin temor su horizonte estilístico. Porque le duele el país y no se calla. Porque propone cambiar de dioses. Por todo ello, Walter Humala sí es absolutamente culpable, convicto y confeso. Por esa, su vida, mucha gente de toda procedencia social lo reconoce y admira.
En el caso de Walter Humala están en juego los principios democráticos, las libertades de expresión, pensamiento y conciencia. No se puede aplicar la ley penal sino por hechos típicos, antijurídicos y culpables. No cabe mal utilizarla por simple sindicación sin sustento de pruebas. No es civilizado perseguir y penalizar a alguien por sus supuestas ideas. El coracoreño, nacido circunstancialmente en Lima, nunca ha ocultado su sensibilidad por los problemas sociales. Al contrario, los expresa claramente en sus versos. Pero no cabe confundir la creación musical y literaria de una canción con una acción de terrorismo simplemente porque no nos gusta la letra o el aire, o no estamos de acuerdo con su autor. Por eso, el estudio Arbizu y Gamarra lo patrocina legalmente.
Se requiere que la Corte Suprema revise esta sentencia injusta y carente de fundamentos, actuando en función del derecho, no bajo la presión de sectores intolerantes que quieren ver en todo la “presencia” del terrorismo porque les conviene utilizar ese espantajo para recortar las libertades democráticas.
Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 726 año 15, del 28/03/2025
https://www.hildebrandtensustrece.com/
https://www.leerydifundir.com/2025/03/peru-cantautor-perseguido/
No hay comentarios:
Publicar un comentario