Anna Zucchetti
¿Qué expectativas hay para la ciencia en el Perú en el 2025?
Alejandra Ruiz León, bioquímica y divulgadora científica:
Cuando me pongo el traje de optimista, sueño con un 2025 lleno de oportunidades para la ciencia, la tecnología y el conocimiento. Desde mi perspectiva en el ambiente académico estadounidense, el año comienza con un calendario rebosante de becas, financiamientos y congresos científicos: puertas que solo esperan ser tocadas. Por eso, anhelo que mis colegas en el Perú hagan lo mismo: ¡apliquen a ese postgrado soñado, escriban ese correo que abre puertas, atrévanse a lanzarse a la piscina!
Sin embargo, cuando me visto de realista, recuerdo que el 2025 será probablemente uno de los años más restrictivos en apoyo público y privado a las ciencias, especialmente con el nuevo gobierno en Estados Unidos. En el Perú, el pequeño respaldo a las ciencias parece convertirse en un recuerdo lejano. En años recientes, los calendarios de instituciones públicas que financiaban iniciativas de ciencia y tecnología —como Concytec o ProInnóvate— se complementaban con oportunidades para equipar laboratorios, proyectos de transferencia al conocimiento e, incluso, la comunicación de la ciencia. Hoy día, poco a poco, el calendario de la ciencia peruana se ve cada vez más vacío. Y, lo que es más decepcionante, en el 2024 hemos vuelto a hablar de la ciencia como un lujo. Mientras que durante la pandemia del Covid-19 el conocimiento se instaló en el debate público como una necesidad, esta conversación se ha diluido frente a problemas apremiantes como el tráfico, la corrupción, las guerras y el cambio climático. ¿Quién necesita a las ciencias ante semejantes desafíos? La respuesta es clara: todos. No necesitamos la última utopía tecnológica, como la inteligencia artificial, sino aplicar los conocimientos que ya tenemos en nuestros contextos. Requerimos encuentros de saberes basados en la conversación y la equidad, con un apoyo firme a las instituciones, y personas que gestionen, promuevan y generen conocimiento. De otra manera, seguiremos llegando, cada año, más agotados y menos ilusionados con la ciencia en el Perú.
Gisella Orjeda, bióloga, expresidenta de CONCYTEC, vicepresidenta de la Academia Nacional de Ciencias:
Mi mayor anhelo para la ciencia en 2025 es que los responsables de tomar decisiones en este ámbito —desde las altas esferas gubernamentales hasta los líderes académicos— comprendan el impacto de sus acciones (o inacciones) en el desarrollo del país. En el Perú, autoridades, congresistas e incluso rectores y vicerrectores universitarios subestiman el poder transformador que tienen en sus manos. A través de políticas públicas bien diseñadas y orientadas a fortalecer la ciencia y la innovación, podrían transformar la sociedad de manera significativa.
Es alentador observar iniciativas como el incremento y la distribución de becas para jóvenes peruanos, pero estas no deben limitarse a ser estímulos individuales u oportunidades temporales para algunas universidades. ¿Cómo garantizamos que dichas becas realmente fortalezcan la investigación científica en el país? No basta con enviar talento al extranjero o apoyar trayectorias académicas individuales. No es suficiente financiar proyectos de investigación aislados; es imprescindible transformar el ecosistema científico nacional, ampliarlo, dotarlo de espacios e instituciones que permitan a los investigadores insertarse y prosperar.
Esto requiere diseñar políticas públicas con una visión estratégica, acompañadas de un plan integral, infraestructura adecuada y financiamiento sostenido. Anhelo una transformación de la burocracia de compras públicas universitaria y un país que valore la ciencia y el talento. De lo contrario, perpetuaremos un círculo vicioso en el que nuestros jóvenes más brillantes migran y no regresan, privándonos de su contribución al desarrollo nacional.
Anna Zucchetti, bióloga y divulgadora en Jugo.pe:
El Perú parece un cangrejo. En las últimas dos décadas hemos dado algunos pasos hacia adelante en el apoyo a la ciencia y el fortalecimiento de sus instituciones promotoras. Sin embargo, como país, siempre sucumbimos al vicio de retroceder. Pero, mientras que para el cangrejo moverse lateralmente es una adaptación evolutiva que le permite avanzar sin perder de vista al depredador, en el caso del Perú retrocedemos por falta de visión. Nuestro propio think tank nacional de desarrollo, el Centro de Planeamiento Estratégico (CEPLAN), lo dice claramente: nuestros indicadores de innovación y ciencia están empeorando.
Frente a este panorama, ¿qué deseo para el 2025? Tengo tres anhelos. Mi primer deseo es que, mientras esperamos el necesario recambio de autoridades que traerá el próximo ciclo electoral, muchos jóvenes científicos se animen a explorar la posibilidad de involucrarse en los programas políticos de algunos (buenos) partidos. Que comiencen a prepararse para asumir, en un futuro cercano, el liderazgo de las instituciones científicas del país.
Mi segundo deseo es una renovación integral —y radical— de la agenda y las estrategias del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP). Un relanzamiento completo antes de la próxima Conferencia de las Partes (COP) en Belén nos daría no solo un brillo a corto plazo, sino también réditos sustanciales a largo plazo, fundamentales para proteger ese bioma esencial para nuestra sobrevivencia.
Por último, una gran aspiración es que se diseñe y financie un ambicioso programa de investigación en el desarrollo urbano sostenible y resiliente en el Perú. Abandonamos, hace años, un modesto Instituto Nacional de Desarrollo Urbano (INADUR) apoyado por el Ministerio de Vivienda. Hoy, ocho de cada diez peruanos viven en las ciudades y los desafíos urbanos se vuelven cada vez más complejos. Para el Perú, podría ser relevante un modelo de investigación urbana aplicada y participativa, que fomente la colaboración entre gobiernos, universidades, comunidades y empresas privadas, y permita enfrentar desafíos como la urbanización sin frenos, la falta de vivienda social, servicios e infraestructuras adecuados, y las inequidades socioeconómicas.Quizás, con esfuerzo y visión, podamos abrir la puerta a un período de transformación urbana en el Perú, una transformación que necesitamos con suma urgencia.
Anna Zucchetti. Microbióloga con máster en Tecnología Ambiental del Imperial College of Science, Technology and Medicine (Londres) y un M.Phil en Biotecnología de la Universidad de Cambridge.
https://jugo.pe/tres-cientificas-y-una-pregunta/
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